Su insistencia en el cambio se presenta como un contrasentido.
Su aspiración, aunque loable se ve poco práctica.
Tomemos el ejemplo de Barack Obama.
Venció proclamando cambio, los ha habido, por cierto la imagen. Aunque gran parte de su programa se ha bloqueado por la agenda neoconservadora instalada hace 30 años.
Veamos Alemania. En 60 años de gobiernos post segunda guerra, al menos 25 de ellos han estado dominados por la social democracia y en los restantes, el “input” social demócrata en la administración ha estado vigente, o ha servido de puente de salvación al gobierno conservador.
Cuál es ese input: concebir el rol del estado como clave en el bienestar y la seguridad social, y forjar un grado consensuado de regulación del sistema económico para que la economía no se despegue de la sociedad.
Ha sido prácticamente imposible en la Alemania post 1945, erradicar ese sello “socialistoide” para algunos, en la administración del bien público.
Es el principal problema que enfrenta el cambio de Sebastian Piñera.
En Chile se instaló en 20 años una agenda pública de tipo socialdemócrata con respetables grados de consolidación que le será difícil desmantelar en cuatro años.
En el plano que sea, la coalición de centro-izquierda ha dejado un sello de progreso y que amenazarlo con un cambio radical – en sustancia- sería venturoso y hasta desestabilizador.
Pocas veces, una oposición de derecha tan contraria a la concepción de gobernar de la centro-izquierda que ha sido abierta hasta límites permisibles, podría amenazar la estabilidad de Chile como en esta oportunidad que se le presenta para gobernar.
Es otro contrasentido porque voceros y analistas de la misma oposición consideraron esta apertura como un tipo de cogobierno. De allí la incertidumbre. ¿Por qué tanto encono entonces?
El movimiento anti Concertación ha sido eficaz porque los medios en un 90 o, 95 %, han mostrado una faz claramente anti Concertación durante un largo período.
¿La pregunta es por qué? si la coalición de gobierno ha logrado estabilidad interna y prestigio internacional.
Los que controlan esos medios, no pueden sustentar el juicio de que la Concertación conducía a otra Unidad Popular 1970.
Tampoco es creíble el argumento de la corrupción. La corrupción forma parte del arte de gobernar y dirigir empresas privadas. Aunque se rebata, es consustancial al poder de las elites, está en el poder corporativo que se analice. La causa puede estar en otro lado.
Los problemas graves no solucionados condicionan cada vez más la administración del Estado en un sistema capitalista que muestra síntomas de fatiga económica y política desde hace varias décadas.
Esta se hecho más evidente a partir de los años 80, con la aplicación del ajuste estructural a las economías. El ajuste no pudo reformular el sistema político que lo sustente y funciona con la coerción.
La derecha y su candidato, niegan este diagnóstico porque precisamente son parte del problema. Propician una rigidez ideológica asentada en que “la única forma de solventar el sistema es mediante la gestión de las finanzas y la seguridad”, y reducir el rol del Estado. El modelo Bush.
Una economía política de mensaje simple basada en un libre mercado sin regulación, y aplicando más coerción.
Hay un virtuosismo en la postura vaga sobre el cambio, porque la oposición de derecha forma parte integral de los errores de la Concertación.
El punto es crear desconfianza hacia el Estado, y para vencer dependen de esa desconfianza generada desde que asumió la Concertación.
Uno lee, y no encuentra en los programas de Piñera un meollo acerca de cuál es el cambio sustantivo. Lo que se recoge es una aseveración de que el esquema de gobierno se centraría en una mejor gestión de las finanzas y la seguridad.
Esto no es suficiente para el nivel de carencias que todavía existen y por la situación que se genera de un progresismo interrumpido en caso de que la Concertación salga del gobierno.
Lo del progresismo interrumpido y el clima de amenaza a la estabilidad no es propaganda del comando de Frei. Son millones de personas que ven amenazadas conquistas sociales restituidas por la Concertación y que es expresado en la alta adhesión al Gobierno.
Es probable que el problema de fondo no esté en que la Concertación pierda el poder. El problema consiste en lo que Piñera desea proyectar, y que no es lo que es.
Y está la incertidumbre respecto al Estado. No es poco.
Fuente:
http://www.argenpress.info/2010/01/elecciones-en-chile-el-mito-del-cambio.html
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