CLAE / Rebelión
No
se debe reducir el análisis del caso venezolano y el actual encono
intervencionista del imperialismo estadounidense y europeo a la
necesidad geoestratégica de controlar los yacimientos petrolíferos. La
batalla que se libra actualmente en Venezuela es también una
confrontación geopolítica de carácter mundial. |
Apenas dos días después
del golpe del 23 de enero, una de las más conocidas agencias
calificadoras de riesgo país, Standard & Poor, ha publicado en un
informe las posibles medidas económicas que tomará el autoproclamado
“presidente interino” Juan Guaidó (1). Como se esperaba, después de
este golpe de Estado (en proceso), unas de las primeras medidas es la
modificación de la Ley de Hidrocarburos, para que permita un mayor
control extranjero del sector petrolero.
Al unísono, el
economista venezolano Francisco Rodríguez, recomienda, a través de su
red social, qué debe hacer el “presidente provisional”, para tomar
control de la empresa CITGO, propiedad del Estado venezolano. Rodríguez
señala
“El nuevo gobierno debe proceder a comunicarle a los
tribunales norteamericanos el nombramiento de nuevos representantes
legales para defender los intereses de la nación y proteger los activos
del saqueo que con seguridad intentaran hacer los representantes de
Nicolás Maduro”(2) .
Luego, antes de cerrar la semana, el ingeniero venezolano Ricardo Hausman, escribe en su cuenta Twitter:
“President Guaidó has an economic plan to start the recovery of Venezuela (…)” (3).
Es decir, Hausman anuncia que Guaidó cuenta con un plan económico para
iniciar la recuperación de Venezuela. El profesor de Harvard, a
principios del 2018 ya había adelantado el escenario que ahora se está
ejecutando.
En ese momento, escribió un artículo donde
justificaba una intervención militar y una operación de rescate
(económico) por parte de Estados Unidos y algunos los países
latinoamericanos (4). Es impresionante como un año antes, detalló parte
del guión estadounidense que ahora están leyendo (e interpretando)
Bolton y Guaidó.
No es muy difícil imaginar quiénes participaron
en la elaboración de este paquete económico, y probablemente la
respuesta llevará a algunos personajes que también participaron
entusiasmadamente en la elaboración del plan económico que el golpista
Pedro Carmona Estanga tenía a su disposición en abril de 2002.
Los golpes de Estado de derecha, como se demostró en Chile en 1973,
necesitan de un “ladrillo” (así se le llamó en ese momento al programa
económico de Pinochet) elaborado por equipos de economistas, donde deben
destacar los nacidos en el país donde Estados Unidos ha planificado el
golpe. En este caso, es altamente probable que entre estos autores del
Plan Económico del golpista Carmona (11 de abril de 2002), estuvo uno de
los amigos y pupilo de Ricardo Hausman, el economista Francisco
Rodríguez.
Como demostración de la alineación de estos voceros
con la estrategia imperialista, el gobierno estadounidense anunció el
secuestro de activos externos de PDVSA y la asignación de las cuentas
bancarias a favor del usurpador Guaidó. Se confiscaron ilegalmente más
de 7 mil millones de dólares en activos de PDVSA y unos 12.000 millones
de dólares en exportación de crudo. A cambio, Mike Pompeo anunció que le
darán a Guiadó 20 millones de dólares destinado supuestamente a la
ayuda humanitaria.
De seguro, el plan de Hausman estaba
coordinado con el plan imperial, ya que éste declaró en agosto de 2018
que el rescate de la economía venezolana debe contemplar un
financiamiento por unos 80 mil millones de dólares para los siguientes
dos años, unos 20 mil millones en donaciones de los multilaterales
(Banco Mundial, ONU, Banco Interamericano de Desarrollo) y unos 60 mil
millones por parte del Fondo Monetario Internacional (5)..
La
intervención militar y la deuda externa son dos mecanismos de invasión y
consolidación del dominio imperialista, ambos mortíferos para los
pueblos donde avanzan.
El petróleo como objeto de la confrontación
La política petrolera chavista, plasmada en la Ley de Hidrocarburos fue
una de las principales, y más importantes, reformas nacionalistas y
desarrollistas que se produjeron durante la primera etapa del gobierno
de Hugo Chávez. Era la principal y la más fundamental, porque enfrentaba
frontalmente el núcleo del patrón de acumulación del capitalismo
dependiente venezolano: la captura y la distribución de la cuantiosa
renta petrolera.
A pocos meses del primer gobierno de Hugo
Chávez, los sectores conservadores, reaccionaron frente a esta osadía
del proceso bolivariano. Igual actitud asumieron las clases sociales que
dependían del latifundio frente a la Ley de Tierras (otra de las
reformas medulares).
Los intentos para derrocar a Chávez,
estaban motivados por las pasiones desatadas en los principales
afectados: los capitalistas nacionales (o locales) y el capital
trasnacional y sus Estados imperialistas. No se puede analizar la trama
política que acompaña el avance del chavismo, sin considerar la
particular lucha de clases que caracteriza esta economía capitalista
dependiente y peotrolera.
Alí Rodríguez Araque siempre precisaba
que la contradicción principal entre capital-trabajo, en nuestro caso y
en nuestra época, estaba influenciada por la contradicción
capital-tierra (recursos naturales) para destacar, de esta forma, la
particularidad de nuestro capitalismo dependiente, cuya acumulación
capitalista tiene una gran influencia de la renta petrolera.
Una
de las vías para generar un proceso de distribución social de la renta
entre los sectores populares y los sectores productivos nacionales,
tenía como premisa principal el control de la fuente de generación y
captura de la renta, vale decir: el control de la empresa petrolera
estatal PDVSA.
A principios del gobierno de Chávez, la empresa
petrolera estatal era resultado de una nacionalización que devino en la
existencia de una Estado dentro del Estado, dado que PDVSA asumió la
figura de una “corporación mundial” (definida así por su gerencia),
donde ésta se convirtió en una casta sociopolítica alineada con los
intereses del capital transnacional y con la política energética de los
Estados imperialistas.
Era, por tanto, comprensible la
participación de la alta gerencia corporativizada de aquella PDVSA, en
la estrategia insurreccional de la derecha y en el golpe de Estado
contra el gobierno nacionalista-popular de Hugo Chávez (elegido bajo las
reglas electorales de la democracia burguesa). Dicha acción terminó en
una derrota desastrosa para los promotores del llamado “paro” petrolero.
En conclusión: la toma de la colina del poder fáctico
concentrado en PDVSA, por parte del gobierno bolivariano de Hugo Chávez,
se logró en 2003, la acción insurreccional que implicó el sabotaje de
la industria petrolera se encontró con una correlación de fuerzas
altamente favorable al chavismo, con una intensa movilización popular y
una depuración de los mandos militares.
El nacionalismo
promovido por Chávez, la unidad cívico-militar y el alto nivel de
conciencia de los sectores populares, doblegaron la estrategia de una
élite cuya cultura despreciaba al pueblo trabajador.
Más de una
vez, la estrategia de la derecha opositora (obedeciendo instrucciones
directas del Norte) ha sido, en la práctica, una de las mejores aliadas
del avance del chavismo. El gobierno de Chávez se apoderó del control
del Estado paralelo y autónomo que se había instaurado en PDVSA desde su
nacionalización, y de esta forma pudo emprender un proceso de
distribución de la renta petrolera entre sectores sociales
desfavorecidos e intentar financiar el desarrollo de un modelo económico
que presentaba como alternativo.
Buitres y tiburones
La discusión sobre el posterior uso adecuado de ese excedente petrolero
bajo control del gobierno y la fuga del mismo a cuentas del exterior,
es un debate que está pendiente en la hoja de balance de la historia de
los gobiernos chavistas.
Sin embargo, en esta oportunidad, lo
que interesa resaltar son los actores que están detrás del botín que se
está subastando, en este momento, entre las potencias imperiales. Ese
botín es la República Bolivariana de Venezuela, no sólo sus recursos
naturales sino también su institucionalidad política, es decir su
existencia como nación soberana e independiente.
En esta piñata,
el rol de los representantes del capital financiero es definitivo,
aunque este protagonismo no se haga tan evidente. Por supuesto, otros
componentes del capital transnacional coparticipan en este saqueo
imperial, por ejemplo los carteles energéticos y el complejo industrial
militar estadounidense y europeo.
El capital financiero lo podemos clasificar en capital financiero trasnacional y capital financiero local (nacional)
La calificadora Standard & Poor (S&P), por más de 23 años ha
mantenido una calificación de riesgo-país absolutamente sesgada
(desfavorable) políticamente. Desde que se inició el Gobierno de Chávez,
para los analistas financieros y para la opaca metodología de
evaluación de riesgo país de la calificadora, el objetivo real era
descalificar políticamente una experiencia que iba contra los intereses
del capital mundial.
Al mismo tiempo, dichas calificadoras se
aprovechaban de la información que obtenían de las estadísticas
oficiales, para usarla en la especulación financiera. Por supuesto,
detrás de S&P y otras calificadoras de riesgo, están los grandes
bancos de inversión, representantes de ese capital financiero mundial
que ha dominando, desde mediados de la década de 1970, la lógica de
acumulación planetaria.
Francisco Rodríguez, hasta no hace mucho
representante del Bank of America en América Latina, y Ricardo Hausman
son rostros intelectuales de los intereses del capital financiero
internacional y de las Instituciones Financieras Internacionales (IFI)
cuyo principales exponentes son el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional.
En territorio nacional, la banca local ha sido la
custodia final y secuestradora de esta renta petrolera, permitiendo su
trasvase masivo al exterior. Los grupos financieros nacionales, como
Banesco y Banco Occidental de Descuento (BOD), y los trasnacionales como
el BBVA, tuvieron una expansión exponencial sobre la base de la
administración y concentración de la renta petrolera, facilitando su
fuga al exterior.
Banesco llegó a superar a gigantes bancarios
en España para adquirir bancos en ese territorio periférico de la Unión
Europea, mientras que el BOD se focalizó en consolidar un monopolio
bancario al mismo tiempo que fortalecía su influencia en las grandes
decisiones financieras del gobierno, especialmente en la política
cambiaria donde orientó sus esfuerzos en el desmonte del control
cambiario.
El SITME ayer y hoy el Interbanex, son dos propuestas
cambiarias que no salieron de las instituciones gubernamentales
responsables de las políticas financieras y monetarias, sino de los
núcleos de asesoría de la banca privada. Ya los banqueros no necesitaban
estar en la presidencia del Banco Central ni en el Ministerio de
Hacienda (hoy Finanzas) como lo hicieron en la IV República.
Con
el poder que concentraron secuestrando la economía venezolana, aunado a
la vocación negociante de algunos altos funcionarios gubernamentales y a
la mediocridad en el manejo de la política económica, pudieron y pueden
influenciar la política económica.
El gobierno chavista logra
control sobre la administración de la renta petrolera en su captura y
distribución primaria (PDVSA y el control cambiario), pero no establece
mecanismos para evitar la fuga masiva de la misma al exterior y su uso
eficiente en la transformación estructural. El gobierno tiene la vaca
pero gran parte la leche termina en manos de la burguesía local que la
utiliza para la exportarla hacia el sistema financiero internacional.
La fuga de capitales y el desmontaje del control cambiario (altamente
ineficiente y corrupto), logró que el Estado venezolano perdiera control
sobre el destino final de la renta petrolera y permitió al capital
financiero nacional e internacional determinar su política cambiaria, al
grado de establecer el tipo de cambio.
Al mismo tiempo, el
capital financiero internacional, fue adecuando su estrategia de captura
de la economía venezolana: los marchantes de la banca internacional,
lograron venderle a PDVSA (comandada por Rafael Ramirez), al Ministerio
de Finanzas y al Banco Central un instrumento financiero que, en sus
diversas variantes, consistió en la emisión de bonos denominados en
dólares y que podía ser adquiridos en bolívares.
Este
instrumento y la descontrolada emisión de pagares para financiar la caja
de PDVSA, terminaron siendo una de las sogas (sino la principal) que
logró amarrar el cuello de la “revolución bonita”. Este mecanismo se
conviertió en un eficiente viaducto que permite una veloz y cuantiosa
fuga de capitales protagonizada principalmente por los Amos del Valle
contemporáneos (el poder fáctico concentrado en Caracas). No es el único
mecanismo de fuga, pero sí el más legitimado y descarado.
El
golpe de Estado que está en proceso, es la coronación de una estrategia
que cierra con el reparto del botín de los activos de PVDSA y demás
riquezas del Estado Nacional. El éxito de la implantación del gobierno
de transición y la imposición de un gobierno aliado, permitirá la
aplicación de un programa económico que implicará un endeudamiento
masivo. La deuda externa generada por un probable gobierno de derecha,
se encargará de blindar las cadenas de dependencia y control de los
recursos naturales.
No sólo el petróleo y los demás recursos naturales son la causa de la injerencia imperialista
Por otro lado, repetir que “lo que está detrás del golpe es sólo el
petróleo” (y otras riquezas naturales) no solo puede ser una obviedad
sino una terrible omisión. No se debe reducir el análisis del caso
venezolano y el actual encono intervencionista del imperialismo
estadounidense y europeo a la necesidad geoestratégica de controlar los
yacimientos petrolíferos.
Es importante reconocer que la batalla
que se libra en Venezuela es también una confrontación y contención de
paradigmas que iban contracorriente con el
status quo impuesto
por el sistema de dominación del capital mundial. La batalla que se
libra actualmente en Venezuela es también una confrontación geopolítica
de carácter mundial.
Venezuela (gracias a la particular
capacidad de Chávez de tejer alianzas internacionales) es un territorio
de la nueva guerra fría. Lo que suceda en Venezuela no sólo pasa por
Washington, sino pasa por Beijín y por Moscú.
Este análisis, que
toca sólo uno de los factores estructurales de la economía venezolana,
pretendió trascender los análisis macroeconómicos positivistas y
neoclásicos que predominan tanto en las fuerzas de proimperialistas como
en las fuerzas que se aglutinan en el polo izquierdo del espectro
político venezolano (6), que se quedan en la superficie, acusando unos
al gobierno y otros al bloqueo económico.
Omiten tanto el
protagonismo de los actores, clases o poderes fácticos que determinan
tendencias en la fragua de la lucha de clases, como a la características
estructurales del capitalismo venezolano. No debe ser un análisis que
se acota al diagnóstico, sino que debe permitir proporcionar pistas para
la construcción de una estrategia de política económica transformadora.
Dentro de estas pistas o temas podemos resaltar el peso de la
deuda externa, el control de capitales, el control de cambio, el
disciplinamiento de la banca privada (¿regulación o
estatización/nacionalización?)
, la necesidad de retomar la política
petrolera original (no la que se desvió bajo la gestión de Rafael
Ramírez). Al mismo tiempo, asumir una estabilización inflacionaria no
regresiva ni recesiva.
Elementos que analizaremos más adelante y que deben ser parte de la agenda de las fuerzas del cambio radical.
Notas
[1] Ver,
https://www.spglobal.com/platts/en/market-insights/latest-news/oil/012419-guaido-plans-citgo-leadership-shakeup-new-venezuela-hydrocarbons-law-sources
[2] Ver,
https://twitter.com/frrodriguezc/status/1088145585457250305?s=03
[3] Ver,
https://twitter.com/ricardo_hausman/status/1088869505072332801?s=20
[4] https://www.project-syndicate.org/commentary/venezuela-catastrophe-military-intervention-by-ricardo-hausmann-2018-01/spanish?barrier=accesspaylog
[5] https://www.elpais.com.uy/economia-y-mercado/necesitan-montos-record-eventual-plan-rescate-venezuela.html
[6]
Es tan interesante (como desesperante) observar a voceros de los
factores que conviven en el chavismo cómo se han visto embriagados por
las concepciones y paradigmas económicos hasta ahora defendidos por la
derecha. Es así como vemos que defender la liberación/flexibilización
cambiaria, criticar la “emisión inorgánica de dinero” (además atribuirle
como principal causa de la inflación), proponerse la meta del “déficit
cero”, utilizar una política monetaria bipolar con inclinación a ahogar
el crédito a través de la contracción, flexibilizar las condiciones a la
inversión privada… se han convertido en la referencia frecuente tanto
en autoridades económicas gubernamentales como ex-ministros.
Simón Andrés Zúñiga: Economista venezolano, integrante de la Sociedad de
Economía Política Crítica (SER). Distribuido por el Centro
latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE,
estrategia.la)
vía:
http://rebelion.org/noticia.php?id=252035