Hace apenas dos meses Fernando Lugo exigía una
nueva investigación sobre la matanza de Curuguaty, caso utilizado para
el juicio político y su destitución, señalando al hoy presidente electo,
Horacio Cartes, como uno de los sospechosos.
Ese mismo Lugo negocia hoy con ese mismo sospechoso un acuerdo en el parlamento, para que el mandatario electo, sumando los votos de su partido y los del Frente Guasú, tenga mayoría. La razón: que Cartes pueda gobernar sin conflictos en el orden constitucional.
En junio del año pasado, Cartes no tuvo ningún escrúpulo para ultrajar el orden constitucional, y hoy Fernando Lugo está preocupado por el orden constitucional pisoteado por Cartes. Es el mundo al revés, la víctima está angustiada de que su victimario pueda gobernar sin quebrantos. Un rompecabezas surrealista que ni el mismo García Márquez podría entender.
El poder seduce, y cuanto más uno se le acerca no solo seduce, sino subyuga y somete. Por eso, con el poder no se negocia, con el poder se lucha, decían los sandinistas en la década del 70. Acercarse al poder es jugar con fuego, y Lugo y la izquierda están acercándose innecesaria y peligrosamente a la fragua neoliberal que pretende reencausar al país hacia un “nuevo rumbo” de rígido capitalismo, luego del lapsus “bolivariano-luguista”.
Para este supuesto acuerdo, la izquierda pone como condición la aprobación del ingreso de Venezuela al MERCOSUR y la continuidad de programas sociales. La aceptación del país caribeño al bloque regional depende de la historia y no de la izquierda. Mientras Paraguay sigue aislado, ya se anotaron Bolivia y Ecuador para subir al arrollador carro de la historia llamado MERCOSUR.
Pactar con un presidente tan poderoso como Cartes un programa de colorante social es subordinarse indubitablemente a un proyecto hegemónico neoliberal maquillado, que políticamente más beneficiará a Cartes que al campo popular.
Es muy sospechoso que la izquierda (llámese FG o Avanza País) hoy formen fila al lado de seccionaleros para hablar con Cartes. La actitud de la izquierda es tan sospechosa como sigue siendo sospechoso Cartes, y es difícil encontrar alguna explicación. A no ser que la izquierda tenga las mismas razones clientelistas que los seccionaleros colorados, con quienes hoy forman fila frente a la residencia del futuro presidente de la república.
La Haine
http://www.lahaine.org/index.php?p=69247
Ese mismo Lugo negocia hoy con ese mismo sospechoso un acuerdo en el parlamento, para que el mandatario electo, sumando los votos de su partido y los del Frente Guasú, tenga mayoría. La razón: que Cartes pueda gobernar sin conflictos en el orden constitucional.
En junio del año pasado, Cartes no tuvo ningún escrúpulo para ultrajar el orden constitucional, y hoy Fernando Lugo está preocupado por el orden constitucional pisoteado por Cartes. Es el mundo al revés, la víctima está angustiada de que su victimario pueda gobernar sin quebrantos. Un rompecabezas surrealista que ni el mismo García Márquez podría entender.
El poder seduce, y cuanto más uno se le acerca no solo seduce, sino subyuga y somete. Por eso, con el poder no se negocia, con el poder se lucha, decían los sandinistas en la década del 70. Acercarse al poder es jugar con fuego, y Lugo y la izquierda están acercándose innecesaria y peligrosamente a la fragua neoliberal que pretende reencausar al país hacia un “nuevo rumbo” de rígido capitalismo, luego del lapsus “bolivariano-luguista”.
Para este supuesto acuerdo, la izquierda pone como condición la aprobación del ingreso de Venezuela al MERCOSUR y la continuidad de programas sociales. La aceptación del país caribeño al bloque regional depende de la historia y no de la izquierda. Mientras Paraguay sigue aislado, ya se anotaron Bolivia y Ecuador para subir al arrollador carro de la historia llamado MERCOSUR.
Pactar con un presidente tan poderoso como Cartes un programa de colorante social es subordinarse indubitablemente a un proyecto hegemónico neoliberal maquillado, que políticamente más beneficiará a Cartes que al campo popular.
Es muy sospechoso que la izquierda (llámese FG o Avanza País) hoy formen fila al lado de seccionaleros para hablar con Cartes. La actitud de la izquierda es tan sospechosa como sigue siendo sospechoso Cartes, y es difícil encontrar alguna explicación. A no ser que la izquierda tenga las mismas razones clientelistas que los seccionaleros colorados, con quienes hoy forman fila frente a la residencia del futuro presidente de la república.
La Haine
http://www.lahaine.org/index.php?p=69247
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