Ubicado en la precordillera, El Panul es el último bosque nativo de
Santiago, pero un mega proyecto inmobiliario pretende talar cerca de 60
hectáreas y trasladar a vivir a más de cinco mil personas al lugar. El
proyecto desató una verdadera batalla entre sus detractores y la
inmobiliaria Gesterra, pugna a la que entraron recientemente el
municipio y el Senado. Y aunque hay una consulta ciudadana convocada
para el 28 y 29 de enero, el futuro del bosque aún es incierto.
Es miércoles y en la sede vecinal de Diagonal Santa Irene y Walker
Martínez, en La Florida, un grupo de vecinos escuchan música, bailan
cueca y pintan un mural. Es la “previa” organizada por la Red de Defensa
de la Precordillera, donde se preparan para una más de la batallas que
lidiarán en la guerra por El Panul.
A las 19:00 horas exponen los representantes de Gesterra, la empresa
que pretende desarrollar el Proyecto Inmobiliario El Panul y construir
1302 viviendas – de ellas, 1157 serían casas, dieciocho edificios de
cinco pisos y cuatro edificios de cuatro pisos- en cerca de 93 hectáreas
al interior de este fundo, trasladando a más de cinco mil personas a
vivir al sector. Y aunque la inversión sería de unos ochenta millones de
dólares, se justifica con las UF 3500 en promedio que costará cada
casa. Los vecinos se preparan para contraatacar con argumentos,
preguntas, informes de expertos y observaciones, en una pelea que ya
lleva varios años y una larga trama que aún no llega a su fin.
El Fundo El Panul, ubicado en la Quebrada de Lo Cañas, era propiedad de la Universidad de Chile y el Instituto Ba
cteriológico realizaba ahí sus estudios. Pero en el proceso de
desmantelamiento de la casa de estudios durante la dictadura, fue
“rematada” por un “valor vil equivalente a lo que en ese momento costaba
una citroneta”, precisa el director del Observatorio Latinoamericano de
Conflictos Ambientales (OLCA), Lucio Cuenca, quien precisa que “520
hectáreas que fueron regaladas” a Vicente Navarrete, ex presidente de la
Sofofa.
Y aunque por esos años La Florida hacía honor a su nombre, el boom
inmobiliario del sector, y de la ciudad completa, terminó por dejar a El
Panul como el último bosque nativo de Santiago.
Es precisamente ahí donde se pretende construir el proyecto
inmobiliario de la empresa de los hijos de Vicente Navarrete, Gesterra, y
lo que ha despertado la ira de los vecinos y de los visitantes de este
lugar.
El bosque donde se construirían los condominios es del tipo
esclerófilo y está compuesto, entre otras especies, por quillayes de más
de 200 años, espinos, litres, maitenes y guayacán, una especie
declarada en “estado vulnerable” por la Corporación Nacional Forestal
(Conaf) y que la ley de bosque nativo protege prohibiendo su tala o la
intervención de su entorno.
Pero además de su biodiversidad, los expertos aseguran que presta una serie de servicios a la comuna y la
ciudad, como la descontaminación del aire, la regulación natural de
la temperatura y la absorción de las aguas lluvias, que impiden las
inundaciones más abajo. Este último punto se hace fundamental para los
detractores del proyecto, quienes temen que, de desaparecer el bosque,
La Florida sea víctimas de aludes como los sufridos en Peñalolén debido a
la deforestación de la precordillera.
Asimismo, el terreno se encuentra en la falla de San Ramón, una zona
altamente sísmica, por lo que la construcción en ese lugar pondría en
riesgo a sus habitantes y debilitaría el terreno pudiendo provocar
movimientos de masas hacia sectores más bajos.
Sin embargo, el Servicio Nacional de Geología y Minería se pronunció a
favor del proyecto, aunque sin realizan estudios en el terreno, y la
Conaf, aunque se mostró “disconforme” no lo rechazó.
Sería el comienzo de una serie de sucesos extraordinarios que
movilizó a la Red de Defensa de la Precordillera, quienes recurrieron a
la senadora demócrata cristiana Soledad Alvear, miembra de la comisión
de Medio Ambiente de la Cámara Alta. Los antecedentes despertaron la
suspicacia de la parlamentaria y, finalmente, se convocó a una sesión
especial en el Senado el 10 de enero, donde se llamó a los actores
involucrados a aclarar sus posiciones.
“No hay medidas de mitigación posibles”
La tramitación del proyecto inmobiliario El Panul comenzó el 27 de
agosto de 2008 con el ingreso de una Declaración de Impacto Ambiental.
Sin embargo, el informe consolidado emitido por la Comisión Nacional del
Medio Ambiente inhibió a la empresa y decidieron retirar el proyecto.
Pero
siguieron insistiendo en el La Florida para obtener, mientras, los
permisos de edificación. El director de Obras de la municipalidad,
Agustín Pérez, lo rechazó en varias ocasiones, la última de ellas el 23
de noviembre de 2010. Frente a esto, Gesterra decidió acudir a la seremi
de Vivienda y Urbanismo de la Región Metropolitana, Marisol Rojas, para
que mediara.
El resultado no tardó en llegar. El 20 de abril de 2011 la seremi
respondió que no eran necesarias las medidas de mitigación e instó a la
municipalidad a aprobar el preproyecto, utilizando los mismos argumentos
que había del estudio de impacto presentado por Gesterra.
Consternado, Agustín Pérez le pidió a la seremi que aclarara su
resolución. La respuesta fue que, de no acatarla, acudiría a la
Contraloría General de la República para sumariarlo. El 30 de junio la
Dirección de Obras, pese a todas sus observaciones, aprobó el
preproyecto inmobiliario en El Panul.
La indignación cundió entre los miembros de la Red de Defensa de la
Precordillera y acudieron a la Corte de Apelaciones y la Contraloría
para impugnar la decisión de la seremi de Vivienda, acciones judiciales
que calculan que por estos días podrían tener una respuesta.
Sin embargo, Marisol Rojas se defendió en la sesión del Senado, ante
Soledad Alvear, Isabel Allende y Ena Von Baer, señalando que legalmente
no tenía otra opción más que resolver el conflicto entre la empresa y el
municipio, ya que la normativa de Urbanismo y Construcción le da esa
facultad cuando alguna empresa se siente vulnerada en sus derechos.
Asimismo, la seremi aclaró que ante la negativa del director de Obras
de La Florida de acatar su resolución, lo que procedía era enviar los
antecedentes al contralor para que realizara un sumario.
Desde la perspectiva del alcalde de La Florida, Rodolfo Carter, “lo
que hizo la seremi fue aplicar una ley que puede ser mala, que no se ha
modificado en veinte años y que hoy día permite que ocurran este tipo de
cosas”.
Gesterra, por su parte, presentó nuevamente el proyecto como
Declaración de Impacto Ambiental en julio de 2011, pero Servicio de
Evaluación de Impacto Ambiental la rechazó y el exigió que lo ingresara a
través de un Estudio de Impacto Ambiental, lo que hizo el 21 noviembre
de 2011.
Gonzalo González, uno de los miembros de la Red de Defensa de la Precordillera cuenta que desde el 5 de diciembre y hasta el 28 de febrero el proyecto se encuentra la etapa de Participación Ciudadana que contempla la ley, y los vecinos y activistas por la precordillera se han organizado para ingresar una serie de consultas y observaciones.
Gonzalo González, uno de los miembros de la Red de Defensa de la Precordillera cuenta que desde el 5 de diciembre y hasta el 28 de febrero el proyecto se encuentra la etapa de Participación Ciudadana que contempla la ley, y los vecinos y activistas por la precordillera se han organizado para ingresar una serie de consultas y observaciones.
“Hemos logrado que participe mucha gente, pero lamentablemente el
proceso de participación ciudadana no es vinculante, las observaciones
que hagamos pueden ser consideradas o no por el comité técnico que tiene
que dar la resolución final”, precisa Matías Rojo, del equipo jurídico
de la Red de Defensa de la Precordillera.
Asimismo, el 10 de enero venció
el plazo para que los distintos organismos públicos y la municipalidad
presentaran sus primeros informes sobre el proyecto. Según Lucio Cuenca,
todo indica que la resolución sería favorable para el bosque. “Haciendo
una primera revisión nos damos cuenta que, además del crimen medio
ambiental que se podría cometer en este lugar, el proyecto es malo,
omite información, la empresa está deliberadamente omitiendo información
sobre la existencia del guayacán”, especie protegida por la ley.
“Afortunadamente algunos servicios han observado esto y están pidiendo
que la empresa haga un nuevo estudio sobre la flora del lugar”.
El director de OLCA agrega que “acá además se actúa con mala fe y si
no hubiese ciudadanía, porque la misma organización ha presentado sus
informes donde han dado cuenta de la existencia de estas especies y, sin
embargo, la empresa, con una cara dura impresionante, presenta un
estudio de impacto ambiental donde omite esto. Esto demuestra la
intencionalidad de querer engañarnos”.
Y aunque en un primer momento el alcalde de La Florida no se había
pronunciado sobre el tema, luego de la sesión en el Senado rechazó
tajantemente la construcción y convocó a una consulta ciudadana para el
28 y 29 enero.
“Desde el punto de vista del municipio el proyecto no es conveniente
para el bien común”, sostuvo el alcalde y llamó a los vecinos a “hablar y
oponerse con todas sus fuerzas”.
Aunque este proceso tampoco es vinculante, el alcalde Carter está
confiado en que “cuando la ciudadanía está empoderada y opina, los
gobiernos son receptivos de escucharlos”.
El futuro del bosque aún es incierto, pues aunque la ciudadanía se
oponga y el municipio rechace el proyecto, igualmente podría sortear
todos los obstáculos del EIA y conseguir los permisos.
Por eso, para sus detractores no hay medias tintas y buscan impedir
la construcción del mega condominio de plano: “Nosotros seguimos
considerando que hay impactos ambientales que no se pueden mitigar de
ninguna forma. Sobre todo, considerando que el proyecto inmobiliario
pretende compensar el bosque talado en La Florida plantando árboles en
Melipilla”, afirmó Matías Rojo.
Vìa, fuente :
http://radio.uchile.cl/noticias/137580/
http://radio.uchile.cl/noticias/137580/
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