(APe).- -Al que estuvo dos o tres veces en cana y sigue en eso hay
que hacerlo mierda…Cuando hay diez o quince delincuentes hay que
cagarlos a palos día por medio hasta que se les termine la carrera…Los
derechos humanos me importan una mierda, yo quiero que la ciudad esté
tranquila – dijo Pedro González, varias veces intendente de Villa
Gobernador Gálvez, la tercera ciudad por cantidad de habitantes de la
provincia de Santa Fe.
Principal espada del menemismo en los años noventa ahora González
es una de las referencias kirchneristas en la tierra con forma de bota y
nombre religioso.
Durante muchos años este ex vendedor de gaseosas, luego propietario
de un canal de televisión por cable y después propietario de cuatro
campos en la zona, “El Gordo” González reivindicaba la mano dura en
forma paralela a que privatizaba la costa de la ex ciudad obrera,
ferroviaria y portuaria, donde siguen acumulando obscenas ganancias
empresas como el frigorífico Swift y Cargill, entre otras.
En forma paralela a sus victorias electorales, la ciudad se transformó.
Hasta llegó a denunciarse en el congreso de la Nación que la droga
se distribuía a través de una de las ambulancias del hospital del lugar
que iba a buscar la cocaína al cementerio de la ciudad. Una postal de
realismo mágico, típica de las crónicas que hoy llegan de México o la
ficción desaforada de ciertos guionistas.
La policía que llegaba a la ciudad parecía colaborar con la delincuencia organizada en lugar de combatirla.
En esa matriz, de la mano del triunfo del socialista Hermes Binner,
Villa Gobernador Gálvez fue gobernada por Jorge Murabito. Se apostaba
al cambio. El cambio no llegó. Hoy no se sabe dónde está el ex
intendente.
En las últimas elecciones de julio de 2011, González volvió al
ejecutivo pero ahora era una de las nuevas espadas del kirchnerismo.
Cuando se produjo el feroz asesinato de un trabajador de 41 años,
afloró su verdadera naturaleza: justicia por mano propia, desprecio por
los derechos humanos y política basada en cuestiones individuales.
Sus expresiones son la síntesis de un pensamiento de derecha que,
además, es compartido por miles y miles de argentinos y argentinas.
Pero la seguridad en Villa Gobernador Gálvez es consecuencia de un
saqueo estructural que sufrió la ciudad en los últimos veinte años.
Saqueo del cual González participó desde su principal rol político. Es
parte del problema.
Sus políticas conservadoras de los años noventa son las que vuelven en sus propias palabras.
A los dos días de haberse difundido su pensamiento, González tuvo
que pedir disculpas a instancias de las exigencias que partieron desde
algunos funcionarios municipales y nacionales que responden a los dichos
del gobierno nacional que levanta la bandera de los derechos humanos.
Pero más allá de esa inusual corrección en sus manifestaciones,
González es uno de los tantos conservadores que dentro del peronismo
abonan la idea de bendecir los negocios de pocos y esperar que caiga
algo del banquete de los privilegiados para alimentar a las mayorías
excluidas.
Sin una política de transformación, que vaya en contra de los
intereses de pocos, Villa Gobernador Gálvez volverá a ser escenario de
hechos feroces y González, una vez más, repetirá sus bravatas, hijas
directas de su manera de ver el mundo.
El problema son las mayorías, las que esperan que más allá de las
palabras haya una política concreta en contra de las grandes empresas
que con impunidad concentran riquezas en pocas manos y dejan en el
territorio de las declaraciones huecas las afirmaciones fascistas o las
artificiales y forzadas rectificaciones que no hacen más que profundizar
las imposturas.
González es la expresión individual de una política que dice jugar
para los que son más y que, en definitiva, profundiza la desesperación
de los que no participan del festín.
Fuente, vìa :
http://www.pelotadetrapo.org.ar
http://www.pelotadetrapo.org.ar
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