La Necropolítica, explica, es un intento por definir lo que ha pasado
luego del once de septiembre de 2001 (la caída de las torres gemelas de
Nueva York por un atentado terrorista) en el mundo: “Estoy tratando de
encontrar un nuevo vocabulario y tener nuevos recursos críticos para
nombrar a las depredaciones del neoliberalismo global”, dice como
pensando en voz alta y pausado en una conferencia sobre la estética y la
violencia en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la
Universidad Nacional Autónoma de México.
Mbembe
identifica que se ha instaurado a la muerte como el más importante de
los tabús, pero al mismo tiempo la violencia está siendo sistematizada y
normalizada, integrándola a la vida cotidiana. En términos políticos,
“hay un intento de abolir la distinción entre medios y fines, ya que
están todos integrados en la idea de un orden democrático. Al no haber
esta distinción, se hace una especie de círculo de equivalencias entre
ambos y ahí se puede explicar la dinámica de la violencia luego del once
de septiembre”. Por un lado, desde los estados democráticos se condena a
la violencia y a la muerte que provoca, pero por el otro se le ve como
inevitable ante la emergencia permanente.
Dentro de estas democracias, que no funcionan como las dictaduras donde
las formas de totalitarismo son usadas frontalmente, “llegamos al final
de la política de tipo deliberativo e inicia la instauración del
secreto”, dice el filósofo al referir que “el estado de excepción se ha
convertido en algo ordinario”.
Según su explicación, es que se configura una serie de guerras de
“contrainsurgencia global” cuyo fin último es el control sobre las
personas y en este contexto de perpetuo estado de excepción se plantea
la lógica de que ”la única forma de estar seguro es limitando la
libertad y suspendiendo los derechos de la población”.
Así, Mbembe identifica “una naturaleza asimétrica de los tipos de
guerra que se abordan” y enlista algunas de sus características:
“Se acabo la guerra en que un soldado se opone a otro, en su lugar, se
da cada vez más la oposición de militares a civiles y estos se
convierten cada vez más en el blanco directo, y no colateral, de la
guerra”.
“La mayoría de estas guerra son guerras de infraestructuras, porque
destruyen las condiciones básicas de la vida y regresaran a la
sociedades a sus inicios.”
“Estas guerras se han convertido en formas de trabajo. Los soldados se
les recluta en mercados de violencia y esto mercados permiten el acceso
a los recursos naturales y además el efecto es que se vincula a las
poblaciones locales, a donde se lleva la guerra, con otros mercados en
la economía mundial.”
Vivimos una “globalización unificada por la violencia”, concluye y dice
que estamos de alguna forma "balcanizadamente globalizados"; “estamos
viendo una militarización de todo el mundo, la militarización de las
fronteras, la proliferación del horror y la reedición del apartheit, y
la multiplicación de los métodos de inmovilización para que toda la
población este quieta y solo se puedan mover por el mundo aquellos a los
que les pertenece”, concluyó en este seminario que forma parte del
programa campus extendido del MUAC.
Centro Nacional de Comunicación Social
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