En la plaza principal de Iguala, Guerrero,
los manifestantes exigieron que se ponga fin a los excesos de los soldados
Foto Notimex
Alonso Urrutia
Periódico La Jornada
La
Caravana por la Paz emprendió una nueva travesía por las narraciones de
violencia que vive todo el territorio. Guerrero, con su violencia casi
endémica, recibe al contingente con la ya histórica consigna:
Casi tres décadas después de la guerra sucia, los
guerrerenses lamentan nuevas desapariciones y padecen aún los excesos
castrenses, que son denunciados en la plaza de esta ciudad, donde surgió
la Bandera Nacional.Vivos se los llevaron, vivos los queremos.
El primero de marzo de 2010 mi hijo Alejandro García y otros cinco jóvenes, no se sabe por qué, fueron detenidos por el Ejército. Lo muestra un video que me hicieron llegar de manera anónima, pero que la Defensa no reconoce. Las personas que vieron el hecho no testifican, porque en Guerrero hay miedo. Mejor dicho, en el estado no tenemos miedo al Ejército, sino pavor, denunció María Guadalupe Orozco en la plaza central de esta ciudad.
Pasaron los convoyes frente a la zona militar y se los llevaron. ¿El Ejército es asesino? Eran jóvenes de entre 19 y 30 años que desaparecieron. Desde entonces no vivo. No hay palabras. Uno es una sombra de lo que fue, nos matan en vida, agrega en entrevista, en la cual cuenta su infructuosa búsqueda de justicia, que por denegada
es angustiante, desesperante.
En 6 años, 299 casos
De 2005 a la fecha, se informa en el mitin, se han
registrado 299 desapariciones en el estado, históricamente sacudido por
esa práctica, desde los tiempos de y la guerra sucia contra los movimientos de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas.
En la recepción de la caravana, que encabeza el poeta Javier Sicilia,
está Rosario Cabañas, hermana de Lucio. Con parquedad, sostiene en
entrevista que la familia busca el exilio porque Guerrero, por su
impunidad y violencia, sólo le provoca impotencia. La impunidad no se
detiene desde los años de Echeverría, López Portillo y todos los que han
seguido.Durante la concentración, a las puertas del palacio municipal, el patrón de denuncias tiene su expresión sureña. Son los mismos protagonistas: desaparecidos, militares, fuerzas de seguridad, impunidad y violencia asfixiante.
La problemática de los desaparecidos concentró el grueso de las denuncias de los guerrerenses. El drama es sintetizado en una especie de manifiesto del Comité de Familiares de Desaparecidos:
Son años de duelo, sin un cuerpo qué abrazar, sin una tumba dónde rezar. La organización –se cuestiona con un dejo de ironía– no debería tener razón de existir si hubiera seguridad y legalidad en el país.
En Iguala, Sicilia ofreció una conferencia de prensa, en la que se refirió al énfasis en las partidas presupuestales para las fuerzas armadas. Censura implícita del poeta al proyecto presidencial, quien recuerda el compromiso de los legisladores de ampliar los recursos económicos para reconstruir el tejido social en vez de canalizar más fondos a seguridad.
En la rueda de prensa Sicilia cambió su postura sobre la
Procuraduría de Atención a Víctimas de Delitos, creada por decreto
presidencial, a la que ahora ya no tildó de
La presencia de trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas pareció encender los ánimos de una caravana que, comentó Emilio Álvarez Icaza, pretende visibilizar a las víctimas de la violencia estructural, aquella surgida en medio de la pobreza y la marginación, contra las comunidades campesinas y los migrantes, a los que
Álvarez Icaza y Sicilia pusieron especial énfasis en la violencia contra los migrantes.
Hacia el mediodía la caravana llegó a Cuernavaca, donde surgió el movimiento, en marzo pasado, tras el asesinato de Juan Francisco, hijo de Sicilia. El mitin se tornó desencuentro con los cuernavaquenses, quienes hicieron un vacío casi total a la caravana.
En medio del desaire, Sicilia censuró la política de seguridad, clamó por el resarcimiento del dolor social y se dio tiempo para leer un poema que le escribió a Juanelo, su hijo.
A su llegada a Iguala se le preguntó sobre la indiferencia hacia la caravana en Morelos.
El poeta concluyó posteriormente que la paulatina baja de la cobertura mediática al movimiento ha incidido en la capacidad de convocatoria.
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/09/10/politica/005n1pol
maquillaje, como hace un par de días. Esta vez la consideró
gestodel presidente Felipe Calderón, aunque insistió en sus deficiencias, entre ellas la ausencia de carácter transexenal.
Jornada de contrastes
El primer día de la caravana hacia el sur fue de
contrastes. Mantuvo su atracción mediática en la concentración que fue
el banderazo de salida de esta nueva travesía por el país –en la ciudad
de México–, pero tuvo un significativo vacío en Cuernavaca, que dio
origen al movimiento, y la recepción en Guerrero, con sus denuncias
sobre violencia.
Al amanecer, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad realizó
una primera concentración. Obsesivo en la recuperación de símbolos, el
grupo la llevó a cabo en las inmediaciones del Templo Mayor, donde surgió la patria, ahora destrozada por la violencia, dijo el poeta.
La presencia de trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas pareció encender los ánimos de una caravana que, comentó Emilio Álvarez Icaza, pretende visibilizar a las víctimas de la violencia estructural, aquella surgida en medio de la pobreza y la marginación, contra las comunidades campesinas y los migrantes, a los que
vergonzosamenteel país ha lastimado tanto; contra los pueblos indígenas, históricamente abandonados.
Álvarez Icaza y Sicilia pusieron especial énfasis en la violencia contra los migrantes.
Iremos a Guatemala a pedirles perdón por todo lo que les hacemos, sin que haya un Estado capaz de asumir su protección, sostuvo el ex ombudsman capitalino.
Los tratamos peor que a animales, añadió el poeta.
Hacia el mediodía la caravana llegó a Cuernavaca, donde surgió el movimiento, en marzo pasado, tras el asesinato de Juan Francisco, hijo de Sicilia. El mitin se tornó desencuentro con los cuernavaquenses, quienes hicieron un vacío casi total a la caravana.
En medio del desaire, Sicilia censuró la política de seguridad, clamó por el resarcimiento del dolor social y se dio tiempo para leer un poema que le escribió a Juanelo, su hijo.
A su llegada a Iguala se le preguntó sobre la indiferencia hacia la caravana en Morelos.
No somos movimiento de masas. Venimos con nuestros dolores, nuestras verdades. Siempre dije, desde un principio, cuando iniciamos la marcha de Cuernavaca a la ciudad de México, que aunque sólo llegáramos unos cuantos al Zócalo expresaríamos nuestro dolor.
El poeta concluyó posteriormente que la paulatina baja de la cobertura mediática al movimiento ha incidido en la capacidad de convocatoria.
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/09/10/politica/005n1pol
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