Redacción: Francisco Ali-Brouchoud/ Edición: Gastón Fedeli/ Visión Siete
Internacional/ En una mañana de hace diez años, el mundo entero entró
en una condición novedosa: el estado de excepción permanente, que desde
entonces alcanza a todos los países y todas las personas sin excepción.
Esta condición, cuya posibilidad se preanunciaba en el relato que el
capitalismo hacía de sus objetivos, sus obstáculos y sus proezas, se
condensó en una imagen imposible que pareció acelerar y a la vez detener
la historia, las miradas y las respiraciones de un público global,
fascinado y aterrado ante el espectáculo que se le ofrecía: los aviones
estrellándose contra las Torres, los símbolos atacados del poder
económico y militar de la primera potencia mundial, que aparecía así
vulnerable, desautorizando el mito de su invencibilidad.
La herida del 11-S, producida a la vista de todos, en tiempo real, demandaba una reparación de una magnitud que ya entonces se podía prever exponencial. Pero sobre todo, cancelaba todas las preguntas y justificaba todo. © Noticiero Visión Siete/ TV Pública/ Argentina
La herida del 11-S, producida a la vista de todos, en tiempo real, demandaba una reparación de una magnitud que ya entonces se podía prever exponencial. Pero sobre todo, cancelaba todas las preguntas y justificaba todo. © Noticiero Visión Siete/ TV Pública/ Argentina
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