Los
militares tienen sus propias escuelas, divididas en cuatro sectores, la
primera para oficiales, ojalá de apellido de alta alcurnia, pero es
sano dejar pasar uno que otro Pérez o González,
como para disimular; la segunda para suboficiales, donde estarán
sometidos los subordinados que por su vez van a someter a los soldados y
conscriptos; la tercera para esos soldados y conscriptos sometidos; y
la cuarta es la práctica permanente de dar tiros, poner explosivos,
infiltrar territorios, correr para acá y correr para allá.
La educación militar de soldados y conscriptos es de Rambo,
es decir, lo más tonto posible, pero efectivo a la hora de matar, en
cambio la de oficiales es de ingenieros y estrategas, apegados a la
propiedad y al poder, con enormes salarios y casas, hasta caballos,
autos y perros, para parecer estrella de TV.
La familia de la tropa, como vimos tras la muerte de personal de la Fach en Juan Fernández,
vive en casitas miserables, con una humildad de pueblo que conmueve y
hace sentir una enorme identidad y solidaridad con ellos, con esas
familias, con esos soldados, con los conscriptos, que son de nosotros,
como nosotros somos de ellos, no cabe duda. Podrían mostrar las casas y
familias de los oficiales también, para que sus pares se conmuevan con
ellos, no es justo. No espero irritación de los oficiales, sino
comprensión, ya que escribo sobre una realidad y no de cosas inventadas
por nadie. Las fuerzas armadas de todo tipo reproducen la estructura
social: arriba los dominantes y abajo los dominados. Arriba deciden y
abajo acatan. Arriba viven bien, abajo vivimos al tres y al cuatro.
El ejército mantiene una seguidilla constante de muertos en prácticas, además de los muertos en la escuela Santa María de Iquique, en Ranquil y en el golpe militar de Pinochet, que resultó un acaparador con fabulosas cuentas en el extranjero.
Vamos,
que no se tape el sol con un dedo, mientras los soldados y conscriptos
debían disparar contra la población que juraron defender. Sin embargo
hay que destacar que un número importante de oficiales fueron sumamente
honestos y respetuosos, aún entregando su vida por el derecho a vivir en
democracia, así como muchos en la tropa que se pasaron a las filas
populares de la resistencia.
Pero siguen cayendo conscriptos en las prácticas, como en Antuco,
que murieron 40 soldados solamente porque un oficial empujaba y
empujaba a sabiendas de que las condiciones del horno no estaban para
bollos. Ese oficial fue preso y en estos días ha sido puesto en libertad
ante el estupor de la población, que no ha reaccionado por estar
concentrada en la movilización estudiantil, lo que ha resultado una
inteligente oportunidad para intentar salvar la cara. También hace pocos
días ha fallecido otro conscripto y el informe médico dice que fue por
taquicardia o algo parecido, debo revisar la noticia, porque no aguantó
la educación estilo Rambo. Las salidas del ejército a cumplir labores de
asistencia social no consiguen hacer olvidar estos “pequeños detalles”,
como la vida de un joven de la misma edad y procedencia que los
estudiantes movilizados.
Carabineros
se encuentra en una grave crisis, donde han tenido que echar una manada
de funcionarios por el asesinato encubierto y luego descubierto del
joven en Macul, llegando el tsunami hasta el propio general Gordon, que ha tenido el desparpajo de decir que sale por “tema de salud”.
El
asesino se instaló tranquilamente detrás de un parapeto y empezó a
disparar su metralleta UZI de fabricación israelita directamente al
cuerpo, tirando a matar, al más puro estilo Rambo, ya que el enemigo
estaba allí delante, como tiro al blanco y que no vengan a decir que se
arrancó con los tarros, pues esa es influencia de la formación y
educación interna, la ideología del combate contra quien sea, ya que el
hombre, que también es víctima de las circunstancias, sólo pudo disparar
así imaginando que sería cubierto por sus superiores y que echen a los
que sea, seguirán teniendo esa “impresión”, que los van a cubrir.
La
educación del palo y la lacrimógena lleva a eso. Basta ver la cara de
los carabineros que apalean estudiantes, como disfrutan el acto y como
se sienten enardecidos machacando cuerpos caídos, además de los insultos
que sueltan contra ellos: “vai a ver conchetumadre”, “querís guerra?”
“aquí tenís”. Están siendo educados como verdaderas jaurías de hienas o
lobos que destrozan cuerpos. La política de derechos humanos dentro de
la tropa ha quedado en nada, pero el general Cheire ni
se inmuta en su alto cargo institucional y académico donde lo ha puesto
la empresa privada, ya que debe ayudar a preservar la “institución”.
También se ha echado tierra en los casos de carabineros descubiertos
asaltando gasolineras, lo que indica que la sensación de impunidad
campea como Pedro por su casa.
En el caso de la PDI
ha quedado claro como en el caso de la Academia de Humanismo Cristiano,
que no vacilan en disparar también contra la población y aún no se ha
aclarado el caso del mercenario que mató agentes, lo que estaba haciendo
en ese lugar y que no vengan a decir que no sabían de su existencia, ya
que saben lo que hace cada estudiante y dirigente de entre los
activistas estudiantiles y sindicales, pues aún no han dicho claramente
lo que ha sucedido con los miles de agentes de la Dina-CNI que han hecho
mutis por el foro y del sujeto o sujeta que disparó postones contra
gente que caceroleaba.
Tampoco ha
llegado claramente a la luz pública la solución de los casos de
extorsión y chantaje que hacían funcionarios de la PDI y que
permanecieron por largo tiempo siendo denunciados por el comerciante de Avenida Matta. Y otros casos más que siguen por ahí.
En el caso de la Armada, nada se sabe de los marinos que dispararon contra los pescadores artesanales de Mehuín,
caso que se debe abrir y sancionar públicamente a los responsables, que
caigan jefes también, de otro modo la impunidad e inmunidad seguirán
siendo parte de la imagen que proyectan las fuerzas armadas.
Valga
este escrito como denuncia pública de aquella situación y requerimiento
de la aclaración debida, para originar una nueva escuela interna de las
fuerzas armadas, donde al conscripto y a la población no se le dispara
ni se le deja morir, ni se le machaca el cuerpo.
Los
estudiantes que lanzan piedras son tan sólo unos pocos, por lo que no
hay justificación, así como los partidarios de la guerra social son
también un puñado, siendo la mayoría pacifista y autónoma, sin
compromisos con grupos armados o que quisieran armarse. Dejen esa tarea
para el propio debate estudiantil y juvenil, ya que las corrientes
pacifistas y autónomas vienen creciendo en todos lados por el cambio
social desde las personas y desde abajo.
Ya
no hace sentido todo el despliegue de guerra de las instituciones
armadas, que deberían ir entendiendo que hoy día el cambio es desde las
comunidades, así como en el territorio mapuche, donde deberían a esta
altura del campeonato comprender que se trata de un pueblo que
reivindica sus derechos históricos y son solamente algunos empresarios
los que aspiran a ser “defendidos” por las armas institucionales. La
patria no debe ser entendida como la vieja “unidad nacional”, ya que
está claro el carácter plurinacional de la sociedad, es necesario
avanzar hacia criterios progresistas y democráticos reales, no sólo
formales y autoritarios.
En la Fach
hoy día está la conmoción por sus muertos en Juan Fernández, pero nos
parece muy delicado y poco pertinente que tengan que aparecer en bloque
los jefes y altos oficiales haciendo uno de ellos declaraciones a la
prensa, mientras los demás lo rodean como un conjunto, además mostrando
caras duras y cortadas a cincel, cuando para otros casos aparece
solamente el vocero o el comandante en jefe y en esta ocasión
politicamente sutil por la gran movilización ciudadana por la educación y
también contra las hidroeléctricas, de un despertar de la ciudadanía
por la defensa de sus intereses como población, es como hacer sonar
fuerte las botas en el piso, como haciendo notar que alli están, tal vez
para mostrar “cohesión” después de la debacle en carabineros. No. La
ocasión no estaba para eso, simplemente la aprovecharon.
Todo
ello nos lleva a reflexionar sobre la educación, la juventud y los
estudiantes, así como a la defensa de los recursos naturales, materias
que tocan directamente a las fuerzas armadas en general y que deberían a
esta altura estar estudiando en sus planteles de ingeniería el como
extraer el cobre sin afectar a la naturaleza ni a las comunidades
circundantes.
Los conscriptos son
parte de esa juventud estudiosa que lucha por cambios en el sistema
educativo, por lo tanto la muerte de uno solo de ellos debe ser motivo
para salir también a las calles a mostrar la indignación, pero el grave
problema son los partidos, que al no tener interés en ello, lo esconden,
podrán publicarlo en sus periódicos, pero que lo asuman los
estudiantes, no, por favor, ya que la izquierda que lucha por el poder
está también interesada en mantener la verticalidad y el autoritarismo
férreo de las fuerzas armadas, bastando con ganar un alto oficial, como
hicieron con Chávez en Venezuela y saz! ya está.
Desde
arriba seguir dirigiendo los procesos, lo que hace un flaco favor a la
práctica democrática de la población en sus barrios y localidades. Los
conscriptos deberían también reflexionar y hacer conocer sus ideas de
como mejorar la educación en los planteles armados y sumarse a las
propuestas de que haya una sola escuela militar en cada rama, que
cualquier soldado en base a sus méritos y servicios sociales, pueda
llegar a ser oficial y acceder hasta los altos mandos, sea conscripto o
profesional.
Acabar con el elitismo
rabioso de los hijos de papá y democratizar internamente las fuerzas
armadas partiendo de los criterios de selección y los criterios de
ascenso en base a la opinión de sus colegas, que el ascenso de grado sea
ratificado en asambleas de soldados que eligen a sus colegas para
ocupar cargos de dirección y no más la autoselección desde los mismos
oficiales que revisan los expedientes y cargan de actividades de
inteligencia y contrainteligencia a sus subordinados, al punto de
introducir el miedo al fusilamiento si se observa a alguien, ya no
planteando la “subversión” como antes, sino solamente planteando la
democratización. Es decir, reconocer también los derechos de todos al
interior de las fuerzas armadas y de orden.
Que
las escuelas internas enseñen como proteger la naturaleza y a la
población, que tanto derecho legal tiene el empresario como los
trabajadores, que se entienda que la precariedad del trabajo y el
desempleo son factores que empujan a la población a lo que ellos llaman
“delito”, que se sepa que los contenedores con drogas que ingresan al
país solamente pueden hacerlo con la complicidad de altas autoridades
civiles y militares, que es falso que el tráfico se hace mediante mulas
que tragan las cápsulas con drogas, que eso no alcanza ni al uno por
ciento de la droga que circula y además que no viene de Bolivia, sino de Colombia,
pues en ese país se acostumbra a que los carteles del narco estén
ligados a los paramilitares y aún a altos jefes militares o de la
policía de ese país, lo que no es un secreto para nadie, ni aún para la DEA
de Estados Unidos, ya que de ahí ellos mismos sacan fondos para educar y
dirigir mercenarios, como formaron ellos mismos gran parte de la
dirigencia de Al Qaeda desde que apoyaron la lucha en Afganistán contra los soviéticos. Cría cuervos y te sacarán los ojos.
La
droga es la que permite justificar el cerco militarizado en las
poblaciones periféricas de las ciudades, por lo que se trata de una
estrategia “contrainsurgente” de controlar los territorios donde pueda
desplegarse la oposición armada y subversiva, lo que se ha desarrollado
plenamente en el norte de México, donde se ha inventado
un modelo copiado del Plan Río de uso de la droga y el tráfico para
mantener el cerco a las periferias urbanas susceptibles de “levantarse”,
cuando hoy día esa estrategia rebelde ha sido abandonado por la mayoría
de la población en todo el continente, que organiza de forma pacífica
sus propias modalidades autónomas de cambio social desde abajo, lo que
debería ser respetado y asimilado por los sectores y personas de las
fuerzas armadas que verdaderamente tengan vocación democrática, por eso
es tan importante hoy día reconocer los elementos identitarios y de
alianza entre los sectores de juventud de los barrios, los estudiantes,
los conscriptos y los soldados profesionales, no sólo por la edad o
necesidades educacionales, sino también la conciencia y práctica
realmente democrática desde abajo.
No
es posible que las fuerzas armadas estén siendo constantemente
cooptadas por arriba por la politica empresarial o por la politica del
llamado socialismo del Siglo XXI, modo autoritario de
imponer la ideología por sobre los intereses democráticos de la
población, que es lo que sucede con el gobierno de Evo Morales en Bolivia, el de Correa en Ecuador, el de Chávez en Venezuela, de Ortega en Nicaragua y ahora el de Humala en Perú.
Ya
está claro que la política de línea dura al estilo Pinochet no sirve,
como quedó demostrado en Honduras, cuyo golpe hubo de ser efímero, con
la oposición de todos los países, interesados en resolver las pugnas
entre empresarios y socialistas del S.XXI solamente a nivel de cúpulas,
manteniendo sectores privilegiados que se instalan por encima de la
población, así como la partidocracia, el pretexto de los “partidos” para
cubrir esa pugna que no es de real interés de la población, que poco a
poco se va independizando de los partidos políticos para encontrar
progresivamente fórmulas que les permitan cambiar y mejorar las formas
de vida para todos mediante la democracia barrial y el empoderamiento de
territorios para desarrollar otra economía que evite nuevos provilegios
y nuevos autoritarismos.
¿Seguirán
siendo las fuerzas armadas el instrumento del poder, cualquiera que sea
su color, o podrán descubrir maneras de sumarse a los nuevos tiempos de
búsqueda de una democracia efectiva desde abajo y con autonomía de las
comunidades que realizan otra economía directamente intercambiando entre
comunidades y territorios procurando un equilibrio que no puede
mantener la constante lucha y repartija por el poder central?
¿Podrá la Armada disparar contra los investigadores de Celco que van a envenenar las aguas en Mehuín?
¿Podrán
los carabineros disparar contra los empresarios instalados en
territorio mapuche para que se vayan y permitan la libre expresión de
ese pueblo?
¿Podrá el ejército,
carabineros y PDI desarticular los grupos de narcos en los barrios para
permitir la libre expresión de otra economía que permita enfrentar el
desempleo mediante iniciativas locales?
¿Podrá la Fach sumarse al mayor desarrollo de las regiones?
Todo
ello es posible, sin embargo se hace más difícil con la actual
estructura vertical y jerarquizada de las fuerzas armadas, por lo que
ahora se trata de un imperativo histórico apoyar un proceso interno de
democratización de las fuerzas armadas y de orden en general, evitando
la mantención de burocracias separadas y contrarias a los intereses de
sus bases y de la población en general.
Esperemos
que el desarrollo de candidaturas independientes y vecinales en esta
próxima elección municipal que desplace aunque sólo sea en la campaña a
la partidocracia, pueda influir en las reflexiones al respecto.
Abrazos
Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
municipiosindependientes@yahoo.cl
Vìa:
http://www.elciudadano.cl/2011/09/06/los-militares-y-los-estudiantes/
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