Casas de latrocinio, venta de armas, trata de blancas, esclavitud
infantil, comercio de órganos humanos, nada escapa a su voracidad. Negar
dichas verdades como si se tratasen de problemas ajenos al capitalismo
les quita el sueño. Cada día es más difícil ocultar lo evidente. Una
realidad de hambre, miseria, desigualdad y muerte son los buques
insignias del capitalismo. Para evitar su total descrédito se ha montado
un aparato publicitario multimedia. Su función es divulgar y propagar
los beneficios de la economía de mercado a como dé lugar. Su fuerza y
triunfo parcial, radica en el control cuasi omnímodo de la radio, la
televisión, las editoriales, las revistas, los periódicos regionales y,
desde luego, la red. Su coraza consta de varias capas. Cuando se logra
traspasar una, aparece otra y otra y así sucesivamente. Su objetivo es
no dejar al descubierto su cuerpo mal oliente y moribundo. En cuanto los
ataques generan fisuras en la armadura, saltan las alarmas. La censura
se impone como un mecanismo de control de la información. Y si no logra
evitar su resquebrajamiento, siempre hay un plan B. Se presiona y mete
el miedo. La formula la conocemos. No olvidemos que en Colombia, México,
Honduras o Rusia, ser periodista es profesión de alto riesgo. Son
cientos de ellos quienes han perdido la vida cuando trataban de informar
y romper el cerco de la mentira dominante. Aunque no siempre es
necesario llegar a tal extremo. Amenazar con el despido, el ostracismo,
en ocasiones, es suficiente. Otra técnica empleada es la difamación. De
la noche a la mañana periodistas considerados un ejemplo para su
comunidad sufren campañas donde se les presenta como verdaderos
monstruos. Ludópatas, alcohólicos, drogadictos, maltratadores y
corruptos. Pero esto suma y sigue. Los documentos filtrados a Wikileaks
dejan al descubierto cómo se las gastan el imperialismo y sus aliados.
En este juego no hay reglas. Siempre es posible caer más bajo con tal de
salvar al capitalismo. ¿Qué otro sentido tiene acusar a su fundador,
Julian Assange, de violación? No sólo inhabilitarlo y sembrar la duda
sobre su honorabilidad, además de que las autoridades suecas terminen,
si se produce la extradición desde Gran Bretaña, hacer una carambola y
que Assange acabe con sus huesos en una cárcel de alta seguridad en
Estados Unidos. Aunque tampoco podemos descartar su asesinato pedido por
los sectores más conservadores del establishment estadunidense.

Este argumento, de la externalización, se acompaña de una la palabra
mágica que se ha convertido en una droga para economistas, sociólogos,
periodistas y políticos de medio pelo, sean conservadores, liberales o
socialdemócratas. Su enunciación les produce alegría y les hace sentirse
pletóricos de fuerza. Nada más pronunciarla tres veces son abducidos
hasta perder el sentido común y la decencia: privatizar, privatizar y
privatizar.
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2010/12/26/index.php?section=opinion&article=024a1mun
http://www.jornada.unam.mx/2010/12/26/index.php?section=opinion&article=024a1mun
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