Recomiendo leer el estupendo artículo de
Antonio Elías sobre este muy preocupante tema. El TISA es un proyecto
complementario del infame Acuerdo Multilateral de Inversiones (MAI por
sus siglas en inglés) que fuera negociado en secreto por los países
europeos, Estados Unidos, Japón y Canadá en la segunda mitad de los años
noventas. Sus cláusulas implicaban una definitiva cesión de soberanía
económica, y política, en casi todos los campos, a favor de las
transnacionales. El acuerdo se fue elaborando a espaldas no sólo de la
opinión pública sino de los principales líderes de la oposición,
inclusive en Estados Unidos. Salió a la luz por una filtración que se
produjo inesperadamente y que fue captada por una ONG de izquierda en
Canadá, si mal no recuerdo (porque estoy escribiendo esto de memoria,
aunque luego revisaré mis archivos para abundar sobre el tema) y lanzada
a circular por Internet. El conocimiento de las cláusulas originó un
escándalo de proporciones y el MAI tuvo que ser abortado. Pero EEUU
volvió a la carga tratando de imponer el ALCA, fundado en la misma
concepción de absoluta desregulación (y es así, es absoluta) de la
economía, la privatización de todas las actividades económicas, la
reducción del Estado a un papel meramente policial, para “mantener el
orden” y garantizar los negocios de las transnacionales.
Una parte de ese acuerdo sobrevivió como
el TISA (Trade in Services Agreement) y en el cual se propone incluir
bajo el régimen del libre comercio regenteado, desde el más extremo
neoliberalismo, por la Organización Mundial del Comercio, la totalidad
de los servicios que ofrecen las economías. Y para los mentores de este
proyectos la educación, la salud, las telecomunicaciones, la seguridad
social son servicios y no derechos. A partir de allí lo que el TISA
propone es lo siguiente: si hay un acuerdo para liberalizar el flujo de
bienes en la economía mundial también debe liberalizarse el flujo de
servicios, evitando el proteccionismo. Por ejemplo, si una institución
educativa norteamericana o alemana puede ofrecer “servicios
universitarios” de calidad en Uruguay, nada debería impedir que ella se
instale en ese país y desarrolle allí sus actividades en un pie de
igualdad con las empresas, privadas o públicas uruguayas. Eso quiere
decir que no se admitirán subsidios a las entidades uruguayas y que, por
lo tanto, la universidad pública debería generar sus propios recursos y
no depender el presupuesto nacional. Eso sería un subsidio inadmisible,
una distorsión de la sana competencia entre “efectores” de servicios.
En pocas palabras el TISA es una trampa mediante la cual se pretende
lograr lo que no se pudo hacer con el ALCA, ahora por otros medios. El
resultado final sería la privatización de todos los “servicios” (antes:
derechos ciudadanos) y el sometimiento de la conducta de los estados
firmantes del TISA a las reglas de la Organización Mundial del Comercio.
Por eso es importante leer la nota de Antonio Elías y, más importante
aún, organizarnos para dar batalla para que semejante barbarie no pueda
ser instaurada en nuestros países.
¿Por qué Uruguay se integró al Trade in Services Agreement en secreto?
Antonio Elías (*)
“Una vez que los espacios de la
periferia fueron incorporados a las relaciones capitalistas de
producción, el imperialismo siguió avanzando más allá de los límites
impuestos por la geografía mediante la mercantilización de sectores de
la vida económica y social antaño preservados al margen de la dinámica
predatoria de los mercados, como los servicios públicos, los fondos de
pensión, la salud, la educación, la seguridad, las cárceles y otros por
el estilo”. Atilio Boron (1)
Uruguay ingreso al Trade in Services Agreement (TISA)
sin que exista una discusión nacional sobre la conveniencia o
inconveniencia de este acuerdo de libre comercio de servicios. Una
medida que demuestra las grandes debilidades del gobierno de José Mujica
en lo que refiere a su política de inserción internacional y a la
transparencia de sus acciones. Teniendo en cuenta el modelo económico
que se aplica en el país y lo señalado en artículos anteriores sobre el
TISA (2).
En febrero del 2015, en la página del Ministerio de Relaciones Exteriores de Canadá se publicó la siguiente noticia: “Nos
complace anunciar que los países miembros del TISA han dado la
bienvenida a Uruguay en las negociaciones. En la actualidad hay 24
países que participan en las negociaciones TISA:
Australia; Canadá; Chile; Taipei Chino; Colombia; Costa Rica; la Unión
Europea; Hong Kong
(China); Islandia; Israel; Japón; Liechtenstein; Nueva
Zelanda; Noruega; México; Pakistán; Panamá; Paraguay; Perú; Corea del
Sur; Suiza; Turquía; los Estados Unidos; y Uruguay.”(3)
Uruguay fue aceptado – luego de que el
Congreso de Estados Unidos diera luz verde para que así lo hiciera – y
participó de las negociaciones a partir del 9 de febrero. Es decir,
Uruguay empezó a participar en las negociaciones aceptando los acuerdos
realizados hasta el momento de su incorporación. Acuerdos cuyo contenido
se desconoce y que comprometen el futuro de todos los uruguayos.
La primera noticia pública sobre este tema se tuvo el 02/05/2014 cuando la Agencia EFE informó, desde Bruselas, que Uruguay había solicitado ingresar el TISA en setiembre de 2013 y que el comisario europeo de Comercio, Karel De Gucht manifestaba que “La
Unión Europea celebra el interés de Uruguay por unirse a las
negociaciones del TISA y respalda firmemente su participación de ahora
en adelante“. Afirmó, además, que el ministro uruguayo de Exteriores, Almagro Lemes, ha garantizado que su país “comparte los objetivos de las negociaciones del TISA” y que “respetará los resultados de la negociación logrados por otros participantes si se une” a ellas.”(4)
Dicha declaración entra en contradicción
con lo sostenido por el canciller Almagro en múltiples instancias en
las que declaró que sí Uruguay es admitido se tomará conocimiento “del material de base sobre el cual se está negociando y de las respectivas ofertas”, y se estará “en condiciones de evaluar la conveniencia de entrar”.
El canciller en esa misma entrevista afirmó, utilizando un discurso elogioso e impreciso que el TISA tiene como objetivo “establecer
un régimen de comercio más amplio, flexible y predecible… lo
suficientemente claro para no impedir que cada gobierno ejerza su propia
soberanía para regular ciertos sectores… que las disposiciones del
acuerdo estarán sujetas a excepciones generales, a excepciones relativas
a la seguridad y a excepciones prudenciales en el caso de los servicios
financieros” y que Uruguay podrá incluir sectores que quieran proteger “en listas de excepción”.
El gobierno uruguayo ingreso al TISA
inmediatamente después de ser aceptado lo cual implica que adhirió a
tapas cerradas, lo que es muy poco probable, o conocía y acepó el
contenido de dichos acuerdos que siguen siendo secretos.
Los principales referentes del Frente
Amplio en el senado sobre asuntos internacionales consultados en aquel
momento – Enrique Rubio, Eduardo Lorier, Alberto Couriel – desconocían
el tema y el asesor de la presidencia del FA en política exterior –
José Bayardi – afirmó que no sé había discutido en la coalición.
Si fue sorprendente que el
gobierno uruguayo hubiera solicitado participar en esas negociaciones
sin informar públicamente, la sorpresa es mucho mayor ahora, cuando ya
se ingresó al TISA, y es notorio que todos aquellos que tomaron
conocimiento del tema no hicieron lo necesario para generar un proceso
de discusión amplio y abierto que convalidara o cuestionara lo que
estaba haciendo el gobierno.
Debe destacarse que sí bien no existen
voces discrepantes en el ámbito político, el movimiento sindical
resolvió: “Rechazar el ingreso de nuestro país a estos tratados, ya que
esto pondría en riesgo el patrimonio y la soberanía nacional, ya que la
intención es de liberalizar y desregularizar los mercados” (5). La
Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadores Estatales
(CLATE) se expresó en el mismo sentido, al igual que lo hizo la
Confederación de Organizaciones de Funcionarios del Estado (COFE) (6).
Por su parte la Internacional de Servicios Públicos (ISP) desarrolla una
campaña contra el TISA en varios continentes (7).
Ante un hecho de tan extraordinaria
importancia cabe preguntar: ¿Por qué el gobierno de José Mujica no
informó de los pasos que se recorrieron para integrarse al TISA? ¿Cuáles
son los motivos para integrarse a un acuerdo multilateral que limita
fuertemente las potestades de decisión del gobierno y la soberanía
nacional? ¿El gobierno de Tabaré Vázquez asumirá y continuará con esta
política? Sí así lo hiciera ¿someterá estas decisiones al conjunto de la
nación o continuaran con el secreto de estado?
En la siguientes rondas de
negociaciones, la próxima es en abril, Uruguay deberá presentar su lista
de excepciones con los sectores de servicios que desea proteger y, por
defecto, todos los demás sectores que quedarían sometidos a la
liberalización con su consiguiente impacto sobre trabajadores,
empresarios, cooperativistas y usuarios. ¿Quién o quiénes y con qué
derecho van a tomar esa resolución? Nadie de los involucrados en estas
negociaciones debería olvidar que la democracia directa ha sido el arma
utilizada por el pueblo para evitar el desborde de los gobernantes.
(*) Director del Instituto de Estudios Sindicales Universindo Rodríguez (INESUR), miembro de la REDIU.
(1) “América Latina en la geopolítica del imperialismo”, Ed. Luxemburg, Buenos Aires, 2012, p. 23
(2) “¿Por qué Uruguay solicito integrarse al TISA”, Semanario “Voces”, 10/07/2014 y 24/07/2014.
(4) Natalia Uval, “Abierto a todo”, “La Diaria”, 17/07/2014
(5) PIT-CNT, Mesa Representativa Nacional Ampliada, 17/03/14
(6) “El TISA intenta eliminar o reducir
al máximo las fronteras económicas internacionales, los sistemas
regulatorios que preservan los derechos de los trabajadores y el papel
de las empresas y servicios públicos. Todo lo cual genera pérdidas
significativas de soberanía nacional y derechos democráticos.
Montevideo, 20/08/2014
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Atilio Boron
vía:
http://www.elciudadano.cl/uruguay-negocio-en-secreto-acuerdo-lesivo-para-su-soberania/
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