Para el senador Escalona, se trata de
insistir en aquel viejo diseño que rindió sus exiguos frutos hace dos
décadas. Insistir en mínimas reformas a la constitución a través de los
mecanismos institucionales, desestimando cualquier cambio mayor. Su
visión política no podría ser sino aquella aprendida en la década de los
noventa durante los primeros años concertacionistas, un mundo en que lo
político era administrado por partidos y en que todo se resolvía “en la
medida de lo posible”. Un pastiche republicano escasamente democrático,
no exento de insanas complicidades y corruptelas. Un mundo, en fin, en
que una derecha insolente termina por condicionar los límites de
cualquier propuesta reformista, mientras Pinochet envejecía amenazante e impune.
Camila Vallejo pertenece a una nueva
generación, una nueva “sensibilidad” que, en su gran mayoría, se siente
insatisfecha con la sociedad chilena actual. Los jóvenes de hoy tienen
la suficiente lucidez para advertir que el país requiere una democracia
mucho más profunda y participativa que aquella impuesta por el cerco de
extrema derecha que todavía nos rige. Este sentimiento es compartido,
desde luego, por muchos compatriotas. En este sentido, la figura de
Camila excede una “demanda generacional” para instalarse como una
demanda política en el seno de los movimientos sociales. A diferencia de
Escalona, los dirigentes juveniles de hoy miran con desconfianza a una
“clase política” que, al fin de cuentas, se ha hecho cómplice del
injusto estado de cosas atrapada en su telaraña de intereses e ideas tan
mezquinas como añejas.
Al señalar el tránsito de Camilo a
Camila, indicamos un ocaso y un nacimiento, que nos remite a dos
momentos históricos muy diversos. Camilo representa un modelo reformista
débil y condicionado que administró el país por dos décadas con los
magros resultados que conocemos. Camila representa el anhelo de amplios
sectores de chilenos por avanzar hacia una democracia más plena que
salvaguarde los intereses del país y de sus ciudadanos. No se trata de
una querella generacional, en el sentido etario: Se trata más bien del
contraste de dos “sensibilidades” que caracterizan dos momentos muy
distintos de nuestra historia reciente. Lo que se juega en este tránsito
es, ni más ni menos, el tipo de democracia que anhelamos para Chile en
su presente y en su futuro.
Por Álvaro Cuadra
Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. Elap. Universidad Arcis
Vía:
http://www.elciudadano.cl/2012/10/03/58035/de-camilo-a-camila/
http://www.elciudadano.cl/2012/10/03/58035/de-camilo-a-camila/
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