Silvana Melo (APE)
Tiene apenas trece años, se agita si habla, los fuellecitos fatigados ya casi no le permiten caminar y ni siquiera puede entrar en la lista de transplantes porque no tiene dónde volver cuando le den el alta.
Tigre respira fútbol y jadea en cámaras de seguridad cada movimiento de su gente en las calles. Pero niega una casita sin humedad, con calor en invierno y frescura en verano –tan sencillo como debería ser la vida- para un pibe que resiste, ya en posición de último hombre, el gol final que quiere propinarle una perversidad sistémica.
A la Justicia tuvo que recurrir su madre. No hay una casa en todo el Municipio a la que Walter pueda volver si la vida le da resto. No hay. En septiembre de 2009 su madre presentó ante el Juzgado Correccional Nº 5 de La Plata un amparo por una vivienda digna. Algo que constitucionalmente el Estado debe garantizar pero como tantas otras se vuelve letra muerta que borran con sus codos maestros los dirigentes que se arrogan la representatividad de los pueblos y de las gentes.
La Justicia ordenó al Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia y al Municipio de Tigre que se le entregue a Susana, madre de Walter, una vivienda digna en un plazo no mayor de 120 días. Pero los dos niveles del Estado contrariaron una obligación nacida desde la génesis de la república y apelaron la resolución. Casi agredidos, se sintieron. Pero la Cámara en lo Contencioso Administrativo rechazó los recursos.
Walter no sabe de amparos ni de maquinarias judiciales. Sólo siente que día tras día el aire le cuesta más. Y sospecha, por puro azularse tantas veces, que la pelea político – judicial se le está llevando la vida.
“La amplitud de la condena excede las posibilidades del municipio en el marco de los planes de ejecución”, dice el Municipio. La sentencia “es de imposible cumplimiento” porque no posee un plan de viviendas a desarrollarse en el partido de Tigre, dice la Provincia.
No se les pide una torre que rasca los cielos. No se les pide un barrio cerrado de muros suntuarios. Apenas una casita. Un resguardo para pulmones ya hilachas. Apenas lo que les corresponde.
Ahora el Municipio, después de apelar hasta el cansancio lo que considera una profunda injusticia, sintió en la espalda el cosquilleo del rebote mediático. Y concedió un subsidio para alquiler por gracia del señor que exhibe su generosidad prepeada.
Mientras los catamaranes pasean turistas por las isletas, mientras las tribunas resoplan tiros libres sobre las barreras, mientras que el panóptico tigrense vigila pasos y gestos la infancia quedó definitivamente afuera del vagonerío privilegiado. El tren que conducen los que conducen tiene definitivamente en claro cuáles son las prioridades de estos tiempos. Una casa digna y seca es ociosa cuando el destino de los recursos está perfectamente planificado. Invertir en un niño es improductivo cuando es imprescindible vigilar a los niños. Cuidarse de los niños. Cerrar las puertas en sus narices especialmente cuando viven en casas frágiles de cuatro por cinco con vecindades de arroyos contaminados, ratas y hormigas famélicas de techos.
fuente:
http://www.argenpress.info/
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