Pasados ya unos días de la presentación en el Senado de la moción en
defensa de la neutralidad de la red y de su posterior votación y
rechazo, es momento de sacar algunas conclusiones.
La primera es clara y contundente: ni el Senado, ni la mayoría de los
senadores están a la altura de lo que es de esperar en la sociedad
española del año 2010. Una Cámara que “se ofende” porque existe un
diálogo fuera de la misma sobre el asunto que están votando, que
considera dicho diálogo un “factor externo degradante” o que llega al
punto de enviar
dos ujieres a una tribuna para conminar a un diputado regional a que
apague su ordenador y deje de twittear por orden de la Presidencia
es algo que muestra una profunda desconexión con la realidad social y
que va bastante más allá de lo que una sociedad moderna debería
considerar aceptable. La gran mentira aquí es eso del “factor
degradante”: después de lo mostrado por el Senado, su imagen,
simplemente, no se puede degradar más.
La segunda conclusión es acerca de las posturas reales de los grupos
parlamentarios con respecto a la neutralidad de la red: sobre el grupo
parlamentario socialista, poco que decir. Todos sus intentos, uno detrás
de otro, han intentado desnaturalizar y desvirtuar la idea de
neutralidad de la red, bien condicionándola a temas como la calidad de
servicio, bien poniéndola en función de una legislación europea que no
va a salir nunca, bien introduciendo casuística absurda y sin sentido.
La decisión finalmente adoptada, votar en contra de la moción por “falta
de voluntad negociadora” cuando en la negociación se les había indicado
claramente el porqué de las negativas a incorporar cada una de dichas
cuestiones, muestra una de dos cosas: o bien que negarse era el objetivo
inicial con el fin de evitar que la moción pudiese salir adelante, o
bien que no podían aceptar, en pleno ataque de egolatría parlamentaria,
que una moción sobre ese tema fuera presentada únicamente por la
oposición. El primer caso deja al grupo socialista como un clarísimo
defensor de los intereses del lobby de las telecomunicaciones,
obviamente el primer interesado en que la discusión sobre la neutralidad
de la red no llegue a puerto alguno. El segundo muestra tal
irresponsabilidad y falta de mesura, que debería descartar a quienes
toman una decisión así para todo puesto en la función pública. Peor que
peor.
La tercera conclusión es con respecto al resto de los grupos
parlamentarios, y fundamentalmente los catalanes: que estos grupos
compren la postura que se les ofrece desde el grupo parlamentario
socialista y voten en contra de la moción es simplemente escandaloso.
Que condicionen su apoyo a algo tan importante como la neutralidad de la
red a cuestiones como que “hay un tipo blogueando ahí fuera”, a que
“están twitteando desde el hemiciclo” o a que “los ciudadanos son un
factor que degrada el trabajo y la imagen de esta Cámara” es algo
demencial. ¿Sabes lo que has hecho? ¡Has votado en contra porque los ciudadanos opinaban en Twitter!
¿Estás loco o qué? Que lo hagas además en plena campaña electoral, en
el caso de los partidos catalanes, debería llevar además a que todo
ciudadano catalán que además considere la red algo importante en su vida
se plantease automáticamente dejar de votarte: has tenido la
oportunidad de instar al Gobierno a proteger la auténtica “regla de oro”
del funcionamiento de la red, y la has dejado pasar por una estupidez.
No me vengas ahora con que si “en realidad sí la defiendo pero…” No,
mira, déjame en paz: has podido aprobarla, ha dependido de ti, la moción
no reflejaba nada que fuese siquiera mínimamente turbio ni partidista, y
no lo has hecho. Te has retratado.
Y la última, pero la más importante, el qué va a pasar ahora. En el
próximo pleno veremos a una serie de grupos dándose golpes en el pecho y
pretendiendo que “ahora sí” defienden la neutralidad de la red. No nos
engañemos: la moción que han presentado está dividida innecesariamente
en dos párrafos, y se supedita de manera completamente innecesaria a una
legislación europea al respecto que ya se ha anunciado será
inexistente. Si estás a favor de la neutralidad de la red, no había
NINGUNA, repito, NINGUNA razón real para oponerse a la moción
presentada, salvo que pretendas descafeinar el concepto con la tuya bien
sea dificultando el posterior trámite legislativo o congelándola en
espera de que la Unión Europea llegue hipotéticamente algún día a
pronunciarse. La pretensión de ir por el mundo diciendo “votamos en
contra, pero estamos a favor” es estúpida, incoherente e irresponsable, y
pretender que algún ciudadano o votante te la compre no es ni más ni
menos que insultar a su inteligencia.
En el próximo pleno, más.
Fuente, vìa :
http://www.enriquedans.com/2010/11/la-neutralidad-de-la-red-en-el-senado-extrayendo-conclusiones.html
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