En agosto, el mes previo a su cuarto informe de gobierno, Enrique Peña
Nieto alcanzó su nivel más bajo de aprobación popular, lanzado a un
tobogán vertiginoso tras sus escándalos de presunta corrupción,
conflictos de interés y conductas antiéticas. Todo en medio del
agravamiento de la violencia y de las violaciones a los derechos humanos
en todo el país, y en un entorno de desastre económico nacional sin
precedentes.
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