Excitado… Así describe una
periodista española la actitud del dueño de El Mercurio el 11 de
septiembre de 1973. Ese día, ambos compartieron en una cena en
Barcelona, pero Edwards estuvo “todo el tiempo de la mesa al teléfono,
del teléfono a la mesa”. Su interlocutor era “mi amigo el almirante
Merino”, según les confesó a los comensales a quienes invitó a brindar
con “champán” francés tras enterarse del fin de la UP. Edwards fue
interrogado por el juez Mario Carroza en la investigación sobre los
instigadores del golpe. A la luz de ese proceso, publicamos esa
entrevista que da pistas de su conocimiento concreto en la conspiración
militar contra Allende.
Agustín Edwards, dueño del diario El Mercurio y
la cadena de periódicos que gira en torno a ese medio de comunicación
(La Segunda, Las Últimas Noticias), nunca imaginó que un brindis un 11 de septiembre de 1973 saldría de las sombras de la historia para demostrar su vínculo directo con el golpe de Estado que derrocó al gobierno del Presidente Salvador Allende.
La periodista española Josefina Vidal fue testigo durante una cena en un elegante restorán de Barcelona ese mismo día sobre cómo Agustín Edwards se comunicaba directamente con el almirante José Toribio Merino por teléfono desde España,
en los mismos momentos en que se atacaba el Palacio de La Moneda, y
habría sido informado personalmente de los detalles y avances de la
asonada, Hasta “brindó con champán” a la hora en que se confirmaba la
muerte del Presidente Allende y la toma del Palacio de La Moneda.
Un extracto de esta entrevista fue publicada años atrás por el desaparecido medio Plan B. Sin embargo, a la luz del proceso judicial en Chile que lleva adelante el juez Mario Carroza sobre
los preparativos clandestinos que derivaron en el Golpe de Estado de
1973, publicamos la entrevista completa a esta testigo de las
comunicaciones directas del empresario con los golpistas. Cabe destacar
que el Magistrado Mario Carroza ya interrogó a Edwards el 26 de septiembre pasado.
CHAMPÁN FRANCÉS
Josefina Vidal,
periodista, tuvo un chispazo de la historia chilena en sus manos una
tarde de verano boreal, en Barcelona, un 11 de septiembre de 1973.
Edwards se da un caro lujo y expone públicamente un hecho histórico
delicado frente a una concurrida mesa.
“Fue una coincidencia que creo es
bastante trágica ¿no?, porque aquel día 11 de septiembre (de 1973) había
una cena de ejecutivos de PepsiCo. En aquella época yo estaba
casada con una persona que era director financiero de la compañía en
España”, me comenta Josefina con serenidad tres décadas después en la
ciudad de Los Angeles, California.
Edwards en su autoexilio luego del triunfo de Allende, es empleado en PepsiCo. Era directivo en Nueva York y viajaba a España con regularidad, especialmente a Barcelona, por motivos de negocios. Su vínculo con esa empresa no era coincidencia. La periodista chilena Patricia Verdugo señaló en una entrevista a propósito de su libro “Salvador Allende: Cómo la Casa Blanca provocó su muerte”,
que “(Donald) Kendall (presidente de PepsiCo) había financiado a Nixon
luego de un fracaso político en California, hasta que llegó a la
presidencia. Nixon se ve cercado por Kissinger, que le plantea actuar en
Chile porque Allende constituye un peligro para la seguridad de Estados
Unidos, y por Kendall, que lleva de la mano a su amigo chileno y dueño
de la cadena El Mercurio, Agustín Edwards“.
Continúa Josefina Vidal: “Había una cena
en un restaurante bastante lujoso de la ciudad. Cuando nosotros
llegamos, que era entre las 8:30 PM y las 9 PM. Agustín Edwards de El
Mercurio ya estaba allí. En aquel entonces él era un directivo de la
compañía en Nueva York, que ellos tienen la sede, creo en Purchase. Le
dieron ese puesto cuando él salió de Chile. Entonces él viajaba a menudo
a Barcelona por motivos del negocio, como que coordinaba, supervisaba,
etcétera”.
-¿Recuerda el nombre del restaurante?
-Sí, era el Vía Veneto, me
acuerdo bien. Y él estaba ya en un estado de agitación extraordinaria.
Vino a la mesa donde todo el mundo estaba sentado y ordenó “¡champán francés para todos!”. Nos quedamos así un poco asombrados. Dice “sí, mi amigo el almirante Merino ya se ha hecho cargo de la situación“.
En fin, claro, fue una sorpresa. Y “pues nada, pues ya saben, pidan lo
que quieran, porque él es mi amigo…”, etcétera. Estuvo así, recuerdo,
muy entusiasmado haciendo panegírico de lo que se suponía.
Vidal señala que Edwards estuvo muy poco
preocupado de la comida. “Entonces yo diría que no probó bocado esa
noche porque anduvo todo el tiempo de la mesa al teléfono, del teléfono a
la mesa, o sea que estaba continuamente en comunicación. Piensa que esa
era la época en que no había teléfonos móviles, no se usaban”, acota
Josefina.
-En el transcurso de la cena, estaban cenando y se paraba y volvía…
-Todo el tiempo. Yo recuerdo bien,
estábamos ahí y él iba con su esposa, una mujer muy distinguida y
amable. Empecé a hablar con ella de Neruda, precisamente, y ella dijo
que le gustaba mucho la poesía de Neruda. Nadie sabía entonces el
trágico fin que también le esperaba al poeta, ¿no?
-¿Y ella no hizo alusión al carácter comunista de Neruda?
-En absoluto, ella fue muy discreta, y
no dijo nada más. Pero la verdad es que él no estuvo sentado mucho
tiempo, como digo, ¿no? porque andaba muy… Y nosotros en Barcelona
habíamos seguido el desarrollo de los acontecimientos, todo el mundo
estaba muy pendiente, había una gran simpatía y solidaridad con los
chilenos y Allende. Yo recuerdo los periódicos, que a cada momento
pensabas pues “ya va a pasar algo, ya va a pasar algo”. La gente tenía
la impresión que se aguantaba por un hilo. Y claro, fue una
coincidencia, ¿no?, estar aquella noche con alguien que estaba muy
vinculado al régimen.
-¿Usted sabía quién era Agustín Edwards?
-Sí, yo sabía que él era el dueño de
El Mercurio (en la imagen, su edificio histórico) y sabía que había
salido de allí. Precisamente mi ex marido había estado en su casa en las
afueras de Nueva York, como digo en Purchase o White Plains, un par de
días cuando fue en uno de sus viajes de negocios. Ya él me había hablado
de él. Pero claro, en aquel momento no sabíamos hasta qué punto él
estaba involucrado. Y todo eso pues se hizo bastante claro esa noche tan
trágica cuando él lo celebró con ese entusiasmo, ¿no? de brindar con
champán francés.
-Por el cálculo de hora entre
Chile y España, las llamadas telefónicas con Merino deben haber ocurrido
alrededor de las 3 PM en Chile, más o menos a la hora de ratificación
del Golpe y la muerte de Allende…
-Él en realidad ya había llegado cuando nosotros llegamos al restorán Vía Veneto, Agustín Edwards ya estaba allí.
-¿Y se notaba nervioso, angustiado?
-Muy agitado, angustiado yo no diría. Muy entusiasmado, muy emocionado, ¿no?
-Con buen humor…
-¡Uy sí! Pero completamente, dijéramos… No sé si alegre, no sería la palabra alegre, pero realmente excitado, ¿no?
CONFIRMACIÓN CASI SIMULTÁNEA
Un dato vital: ¿a qué hora el almirante Merino,
artífice del golpe interno en el alto mando de la Armada e identificado
como uno de los principales gestores de los movimientos conspirativos
contra Allende, se contacta con Edwards?
Sabemos que el empresario periodístico
ya estaba en el restaurante y que Josefina y su esposo llegan a las
08:30 PM-9 PM. España en época de verano boreal está adelantada 6 horas
respecto a Chile. Si el brindis en que Edwards revela la confirmación de
Merino sobre “la situación controlada” respecto del golpe se produjo
aproximadamente dentro de la hora siguiente a la llegada de los testigos
al exclusivo local, implica que la comunicación entre Merino y Edwards
debe haber acontecido en el rango inmediato previo o posterior de las 2:30 PM ó 3 PM de Chile. Es decir, fue más o menos alrededor de la hora de la toma final de La Moneda por las tropas militares y la confirmación de la muerte del Presidente Allende (alrededor de las 2:40 PM hora de Chile).
Es decir, existía una comunicación tal,
de tanta fluidez y confianza, que Merino habría informado a Edwards
personalmente en forma casi simultánea sobre los delicados hechos
acaecidos en Chile, en una época en que las llamadas transoceánicas
entre Europa y el extremo sur de América no eran logísticamente fáciles
de concretar. ”Mi amigo el almirante Merino ya se ha hecho cargo de la situación“, para recordar las palabras de Edwards.
Según se desprende de lo declarado por Vidal, no fue una llamada aislada.
Agustín Edwards se mantuvo en contacto permanente esa noche de
Barcelona: “Estaba muy ocupado, ¿no?, porque piensa que a cada momento
le avisaban al teléfono o se levantaba él a llamar. O sea, que a mí me
chocó el hecho que él estuvo tan poco tiempo sentado en la mesa, ¿no?
Claro, tenía asuntos importantes que atender, ya me doy cuenta”, explica
Josefina Vidal, durante la entrevista:
-Cuando él comunica la idea que su amigo Merino acaba de llamarlo…
-”Mi amigo el almirante Merino”, ¡eso me he acordado, con esas palabras!
-¿…Siguió haciendo alusiones al proceso político, habló de Allende?
- Más bien diría que no mucho, que él lo
daba como algo que se entendía, o sea sobrentendido de lo que estaba
hablando. Pero piensa que, con excepción creo de mi esposo y yo, los
demás todas eran personas de Estados Unidos.
-Y en el resto de los comensales, ¿cuál fue la reacción?
-Bueno, la reacción principal fue de
asombro. Más bien también hubo cierto silencio, ¿no? A mí personalmente
me afectó y me sentí muy mal de estar ahí en aquel momento porque me di
cuenta. No sabíamos hasta qué punto qué había sucedido con el Presidente
Allende, qué había ocurrido con todo eso. No sabíamos que el Palacio de
La Moneda estaba en llamas, ¿no? No conocíamos los hechos. Esto no lo
supimos sino hasta después.
-¿Y cómo se sintió después con todos los antecedentes, con las fotos?
-Me sentí horrible, de haber tenido que
estar compartiendo aquellos momentos que eran tan trágicos para el
pueblo chileno y para el Presidente Allende, con alguien que no diría
que fuera responsable, pero que realmente se sentía completamente
identificado con los que habían llevado a cabo el golpe. Fue muy triste.
-¿Fue la única vez que conversó con Edwards?
-Sí, en realidad sí. Me parece que lo
había visto en algún otro acontecimiento, pero eran, imagínate, estas
cenas así de negocios, donde todo es muy superficial, se habla del
tiempo. Y él no estaba permanente en Barcelona ni en España. Él viajaba
bastante. Y después del golpe ya él dejó su cargo en PepsiCo y regresó a Chile. O sea que ellos salieron cuando Allende salió elegido, ¿no?
-Entonces termina la cena, y siguieron hablando de banalidades…
-Sí, sí. De los negocios y de todo.
-Y él muy alegre todavía, ¿no?
-Él más que alegre estaba muy ocupado,
¿no?, porque piensa que a cada momento le avisaban al teléfono o se
levantaba él a llamar. Me chocó el hecho que él estuvo tan poco tiempo
sentado en la mesa, ¿no? Claro, tenía asuntos importantes que atender,
ya me doy cuenta… Pero sí recuerdo la conversación agradable que tuve
con su esposa comentando la poesía de Neruda, y se le veía una persona
muy preparada, muy fina. Me causó buena impresión.
-Las contradicciones de la historia…
-Así es la vida, ¿no? Pues ésta fue la trágica historia a nivel personal que conservo de un 11 de septiembre.
EL ROL del mercurio
Especialmente gracias a fuentes
oficiales estadounidenses, ya está largamente documentado el papel del
diario El Mercurio en el proceso de desestabilización del gobierno de la
Unidad Popular. Se sabe que la cadena periodística recibió de la CIA
por lo menos un millón y medio de dólares para alimentar la
contracampaña y la guerra comunicacional contra el gobierno socialista
de salvador Allende, según múltiples investigaciones, incluida el Reporte de la Comisión Church, realizada en los 70 por el Senado de Estados Unidos.
Se sabe que Agustín Edwards tuvo acceso privilegiado a las oficinas del
presidente Richard Nixon y su asesor Henry Kissinger, y que su voz se
hizo oír para centrar el miedo anticomunista en el país de Sudamérica.
Muchos periodistas e investigadores han
puesto orden a los documentos desclasificados por el Gobierno de Estados
Unidos. Está, por ejemplo, el trabajo completísimo de Peter Kornbluh
sobre el papel que Edwards jugó en convencer al régimen de Nixon sobre
la necesidad de centrar esfuerzos contra el Gobierno democráticamente
elegido de la Unidad Popular (consultar “The El Mercurio File”, publicado en el Columbia Journalism Review, en septiembre-octubre de 2003).
En el reporte, se señala que “en una
reunión de 15 minutos en la Oficina Oval (de la Casa Blanca) en la tarde
del 15 de septiembre (de 1970), Nixon emitió su ahora famosa orden a
(Richard) Helms (director de la CIA) para fomentar una iniciativa militar en Chile para evitar que Allende llegara al poder (…) Helms más tarde testificó ante la Comisión Church (del Senado Norteamericano) que
‘tengo la impresión de que el Presidente convocó a esta reunión en la
que tomé mis notas debido a la presencia de Edwards en Washington y lo
que (…) Edwards estaba diciendo sobre las condiciones en Chile’”.
El Ciudadano
http://www.elciudadano.cl/2013/12/03/100307/agustin-edwards-habria-celebrado-con-champan-frances-el-golpe-de-estado-de-1973/
No hay comentarios:
Publicar un comentario