Álvaro Sebastián, preso político loxicha, siempre estuvo consciente
de la posibilidad de la represión, y también de que solamente por la
organización pueden salir libres.
http://desinformemonos.org/2013/07/el-otro-oaxaca-y-sus-presos-politicos/print/
5a PIEZA DEL ROMPECABEZAS LOXICHA
“Nuestro
delito es reclamar nuestros derechos, nuestra lengua, nuestra
autonomía. Estamos presos por reclamar que las empresas extranjeras
dejen de llevarse nuestros recursos naturales”.
Voz de uno de los presos políticos de Oaxaca en 2006, durante la visita del Delegado Zero.
No se puede hablar del caso Álvaro
Sebastián y de los presos políticos loxicha sin antes hablar del
contexto económico, político y social de Oaxaca, pues es uno de los
referentes más importantes del descontento social de esta ultima década.
Se trata de un descontento que se expresó en la movilización de más de
dos millones de personas en las calles y que tuvo como efecto una
represión y persecución masiva de los inconformes, que dejó 26
asesinatos, más de 500 detenidos [2]
y alrededor de 380 casos de tortura. Esta Oaxaca es al mismo tiempo un
referente de la inversión nacional y extranjera para quienes la
consideran un espacio geoestratégico para la nueva economía verde.
El Índice de Confianza de la Inversión
Extranjera Directa, elaborado por la firma global de consultoría A.T.
Kearney, señala que México se encuentra
dentro de los 10 países más confiables para invertir. La Encuesta de
Perspectivas Mundiales de Inversión 2013 – 2015 de la Conferencia de las
Naciones Unidas sobre el Comercio y Desarrollo (UNCTAD), indica que México es el séptimo destino prioritario para la inversión en el mundo.
Dentro de México, Oaxaca ocupa un papel determinante como parte del stock mundial de recursos naturales que sirven para potenciar lo que se conoce como “Economía Verde [3]”,
pues es considerado como un espacio estratégico que promete un sorbo de
oxígeno a un sistema económico que da patadas de ahogado.
Oaxaca es uno de los tantos lugares donde se desarrollan megaproyectos de gran alcance, como la construcción de un conjunto de parques eólicos [4]
-considerado uno de los mas importantes de Latinoamérica-, presas
hidroeléctricas, siembra de moncultivos de palma africana, así como el
decreto de Áreas Naturales Protegidas y patentes de la biodiversidad,
entre otros. Al mismo tiempo que se promueven las energías limpias y la
mercantilización de los ecosistemas y comunidades en su conjunto, se
promueve la minería a cielo abierto, la industria forestal, la
producción de maíz y alimentos transgenicos, la construcción de cárceles privadas [5]
y se proyecta infraestructura a gran escala, como la construcción de
carreteras para la circulación de mercancías, infraestructura para la
administración y flujo de la energía.
Todos estos proyectos están enmarcados
dentro del Plan Puebla Panamá (PPP) implementado desde el 2001 y
renovado con el nombre de Proyecto de Integración y Desarrollo de
Mesoamérica o “Proyecto Mesoamérica”. Varios analistas lo conocen como
la segunda fase o la continuidad del PPP, que se pinta de verde a través
de, entre otras cosas que se pueden encontrar en su portal oficial, las
nuevas líneas de inversión sobre energías limpias o renovables y
bioenergéticos.
La gran mayoría de estos proyectos no
benefician directamente a las comunidades, como es el caso del proyecto
eólico en el Istmo de Tehuantepec, donde la gente resiste para detener
este proyecto devastador, como lo dice uno de los miembros de la
barricada de la Séptima sección de Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, quien
actualmente esta escondido por tener una orden de aprehensión.
Estos proyectos se implementan sin consulta [6]
alguna hacia las comunidades indígenas y campesinas, o peor aún,
mediante mentiras porque no todos los pueblos entienden y hablan bien el
español, o por medio de la compra de autoridades y personalidades con
cierto poder. Si estos mecanismos no funcionan, se fragmentan las
comunidades y se crean grupos de choque [7]
que permiten la intervención de la policía o el ejército para mantener
el orden y la paz que requieren los inversionistas para dar continuidad a
sus proyectos.
Este es el contrate de un Oaxaca
atractivo para las grandes inversiones transnacionales; el otro Oaxaca
ocupa el tercer lugar en pobreza y pobreza extrema de las 32 entidades
federativas de México. Según el Informe
de Pobreza y Evaluación del Estado de Oaxaca 2012 (CONEVAL), más del 70
por ciento de la población oaxaqueña sobrevive con una economía por
debajo del salario mínimo. Comunidades enteras se vieron obligadas a
migrar a otras entidades o hacia Estados Unidos, principalmente. Algunos
de los que se quedan se organizan y luchar por mejorar su situación o
para detener el despojo de sus bienes comunes.
Álvaro Sebastián Ramírez, preso injusta e
ilegalmente, es reconocido como un luchador social que lucha desde los
años setenta, que preocupado por las condiciones de su región, se vio en
la necesidad de organizarse para mejorar la situación que ha vivido su
gente, señala Erica Sebastián, hija del preso político. La joven también
comenta que su padre sabía que su encarcelamiento podría suceder si
decidía luchar por una vida más justa y digna. “Yo sabía que por mi
lucha en algún momento me meterían preso o me matarían y quizás ningún
abogado podría sacarme, porque en este país no hay justicia”, señaló
anteriormente el preso.
En el 2006, la Otra Campaña, iniciativa del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), hizo un recorrido por todo México
para identificarse con otras luchas. En su paso por Oaxaca visitó a los
presos políticos recluidos en el penal de Santa Maria Ixcotel, donde se
encontraban los presos políticos loxicha. El Subcomandante Marcos, en
ese momento Delegado Zero, dijo que en México
había que ponerle nombre a la injusticia, y que ese nombre era el de
cada uno de los presos políticos de conciencia porque siempre los que
pagan, son la gente humilde y sencilla, como los indígenas que por esa
condición llenan las cárceles. En ese mismo sentido se refirió a la
democracia y a la libertad en un contexto electoral que vivía México
en el 2006. “Ningún país puede llamarse democrático y libre mientras
tenga presos y presas por el delito de pensar diferente. Este país
reparte órdenes de aprensión como si repartiera despensas para buscar
culpables”, acusó el subcomandante.
Álvaro Sebastián Ramírez y los presos
Loxicha son parte del contexto histórico del Otro Oaxaca, Ése donde cada
organización social tiene presos políticos, perseguidos, exiliados y
asesinados. En el año 2006, cuando los profesores de la Sección 22 del
sindicato fueron reprimidos, se detonó una movilización masiva de más de
dos millones de personas, donde se expresó de diferentes maneras el
descontento social y se tomó como primera exigencia la destitución del
gobernador Ulises Ruiz. El artículo 39 de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos señala que la soberanía nacional reside
esencial y originalmente en el pueblo y es el pueblo quien tiene el
inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno. En
ningún momento se respetó la voz y la exigencia de la gente en Oaxaca,
por el contrario, se liberaron cientos de órdenes de aprensión y se
agudizó la represión y persecución de los inconformes.
A partir del 2006, La Otra Campaña dejó
en manos de la Otra Campaña Oaxaca que levantara una iniciativa por la
liberación de presos a nivel nacional. Actualmente, el colectivo de la
Voz de los Xiches en Prisión, junto con la Red Contra la Represión y por
la Solidaridad, mantiene una lucha con los presos políticos de
conciencia de México.
Uno de los miembros del colectivo de la
Voz de los Xichés, quien acompaña el caso de Álvaro Sebastián, menciona
que la lucha con los presos se dio a partir de que ellos mismos
asumieron su caso. Aclara que no se trata solamente de lograr la
liberación de los presos adherentes a la Sexta Declaración, sino de
todos los presos políticos y de conciencia del país. Álvaro Sebastián
Ramírez se identificó con la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y
La Otra Campaña, actualmente “La Sexta”, de la que es adherente y
promotor desde dentro de la prisión.
“Álvaro se reconoce en el trabajo que
han hecho lo compañeros zapatistas, desde su condición de indígena. Cree
firmemente en los principios contenidos en la Sexta Declaración de la
Selva Lacandona y se asume como integrante de Red Contra la Represión y
la Solidaridad. Sabe que es luchando como logrará su libertad”, finaliza
Eric, de La Voz de los Xichés.
Publicado el 29 de julio de 2013
Article printed from Desinformémonos: http://desinformemonos.org
URLs in this post:
[1] Image: http://www.youtube.com/watch?v=3E6laFN66M0
[2] 500 detenidos: http://www.jornada.unam.mx/2006/12/09/index.php?section=politica&article=012n1pol
[3] Economía Verde: http://www.cipamericas.org/es/archives/7562
[4] parques eólicos: http://www.agenciasubversiones.org/?p=7043
[5] cárceles privadas: http://desinformemonos.org/2013/06/presos-politicos-loxicha-enviados-al-guantanamo-de-oaxaca-desinformemonos-120613/
[6] sin consulta: http://www.proyectoambulante.org/index.php/noticias/oaxaca/item/1616-radio-totopo-a-la-asamblea-popular-de-juchitan
[7] grupos de choque: http://desinformemonos.org/2013/03/implementan-grupos-de-choque-para-imponer-el-corredor-eolico-del-istmo-de-tehuantepec/
La historia de los presos loxicha se
encuentra en un mar de dudas y caos controlado por las mismas
instancias de gobierno y de los medios de comunicación masiva. Los
medios del poder siguen llenando de obscuridad lo que entendemos como un
acto ilegal e insoportable, la prisión política en este país se esconde
debajo de un discurso de miedo y de falsas hipótesis que arrastran a
seres humanos con nombre, rostro, dignidad e historia.
Con esta convergencia de medios buscamos
desanudar y desenmarañar una parte de esta historia de lucha y
represión e iluminar la vida y el recorrido de resistencia de nuestras
compañeras presas políticas. Nuestro territorio político y ético
parte del consenso y de nuestra adherencia a la Sexta Declaración de la
Selva Lacandona. Luchar con un preso político es luchar por la libertad,
libertad de todas y todos los que queremos un mundo donde quepan muchos
mundos.
Buscamos amplificar la voz del preso
político Álvaro Sebastián Ramírez y de sus familiares adherentes a la
Sexta, buscamos resaltar la historia y la lucha de los siete presos
políticos loxicha, buscamos articular con otros familiares de presos
políticos para crear canales autónomos de diálogo rebelde.
Vía:
http://www.kaosenlared.net/america-latina/item/64280-m%C3%A9xico-el-otro-oaxaca-y-sus-presos-pol%C3%ADticos.html
MÉXICO,
D.F. (apro).- En noviembre de 2010, en el poblado El Espinal, cercano a
Papantla, Veracruz, ante el constante asedio del crimen organizado y su
consecuente afectación a la economía de la localidad, el dinero empezó a
escasear.
Cada día, las familias batallaban para
“estirar su dinero” y cubrir sus necesidades primarias; la economía
familiar iba en detrimento mientras que los bienes de primera necesidad
se pudrían en los estantes de los locales comerciales. La carne, el
pollo, la verdura y demás perecederos iban a dar al bote de la basura en
lugar de los estómagos de niños y adultos.
Ante la
escasez de dinero de la población y para reactivar la economía y
restablecer el sentido de solidaridad, un grupo de maestros organizó un
sistema de trueque dando vida a un billete llamado túmin que, en
totonaca, significa “dinero”.
Se concibieron billetes de 1, 5, 10 y 20
pesos. Más de cien establecimientos entraron al intercambio y la
economía del pequeño poblado se reactivó.
Así, aquellos locales que aceptaban
participar obtenían 500 túmins para canjearlos por 10% del valor del
producto. Por ejemplo, si un kilogramo de carne cuenta 70 pesos, una
persona paga 50 pesos mexicanos y 20 más en túmins; luego el dueño va y
se compra zapatos y da 90% en pesos y el resto en túmins.
La comunidad totonaca de El Espinal
logró lo que no han podido los sesudos analistas egresados de Harvard y
forjados en el Fondo Monetario Internacional que hoy despachan en el
Banco de México: reactivar, acelerar la economía.
Ante “un Estado fallido”, la comunidad
que se localiza a cuatro horas de la frontera con Tamaulipas, otra
entidad asediada por el crimen organizado, logró sustituir a una de las
instituciones más importantes del país, el Banxico, encargado de aplicar
la política económica de México.
En otras zonas del país, decenas de
comunidades de Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Morelos, así como al menos
dos de Veracruz, e incluso otras en Chihuahua, pasaron a ocupar el vacío
que el Estado ha propiciado al desatender otra necesidad primordial de
la población: su seguridad, y crearon sus propios grupos de autodefensa.
Igualmente avasalladas por el crimen
organizado, las comunidades de Michoacán, Guerrero y demás decidieron
hacer su propio gobierno, pues la Federación y las autoridades
estatales, e incluso las municipales, quedaron atrapadas en su
ineficiencia, corrupción y complicidad con el crimen organizado.
Los arreglos que en algunos lugares pudo
haber establecido la autoridad oficial con el crimen organizado, para
dejarlo trabajar, o en otros casos por incapacidad, fue provocando
hartazgo, desesperación y coraje entre las comunidades, las cuales se
organizaron para cuidarse entre sí, velar por sus niños y ancianos, por
sus familias.
El “Estado fallido” cansó a los
pobladores de El Troncón, Zacatzonapa, Buenavista Tomatlán y una
treintena más de comunidades ubicadas en por lo menos siete entidades de
la República para crear sus propios grupos de autodefensa.
Desde febrero, la presencia de estos
grupos empezó a ser noticia, pero los gobiernos estatales y federal nada
hicieron por atender las demandas de las distintas poblaciones. El
crimen organizado continuó imponiendo sus reglas.
En junio pasado, la agencia de noticias
Bloomberg publicó un reportaje que tiene que ver con el crimen
organizado, los grupos de autodefensa, la inflación, el precio del limón
y la desesperación del titular del Banxico, Agustín Carstens.
En el texto se hace referencia cómo el
crimen organizado en Michoacán amplió su nociva influencia al control de
cosechas y comercialización del limón y el aguacate. Ellos empezaron a
suplantar a los llamados coyotes para decir a quién se le compraba,
cuánto o qué tenían que sembrar. La consecuencia inmediata fue que el
precio se fue a las nubes y por consiguiente se generó un efecto
inflacionario. Y esto trae también a la mente que el precio del jitomate
aumentó en 400%, no olvidemos que en Sinaloa, tierra con elevada
presencia del crimen organizado, también se siembra.
Así, los precios de la canasta básica se
fueron a las nubes y la inflación subió. Nadie puede olvidar que
justamente los meses de marzo y abril los precios escalaron
considerablemente, aunque también es cierto que hoy van a la baja.
Pero siguiendo con la agencia Bloomberg,
ésta sostiene en su reportaje que el alza en la inflación, provocada
por el asedio del crimen organizado en las zonas de cultivo, fue lo que
llevó al gobierno federal a actuar y enviar cientos de efectivos
militares para poner orden convirtiendo a Michoacán en un polvorín.
De nueva cuenta, el vacío de poder, el
Estado fallido en diversas regiones, la inoperancia de las instituciones
han hecho reaccionar a las comunidades directamente afectadas, y sólo
cuando el gobierno federal ve amenazada su política nacional, es decir,
el aumento de la inflación, decide actuar, aunque ya quedó claro que no
es con más efectivos militares como se acaba con el crimen organizado.
Me pregunto qué hará el gobierno federal
cuando los entre 25 y 40 mil millones de dólares que se lavan en México
que, según el investigador Ramón García del Instituto Nacional de
Ciencias Penales (Inacipe) circula por el sistema bancario nacional, se
haga incontrolable, ¿acaso llamará al Ejército para que apoye a la
Comisión Nacional Bancaria y de Valores?
Este gobierno, que funciona entre vacíos
de poder y el Estado fallido, lo que debiera hacer es poner en marcha
programas sociales para atender zonas que están en la miseria y
reactivarles su economía sin necesidad de que éstas creen su propia
moneda, que a final de cuentas eso sí asusta al Banxico.
¿Por qué no crea ya el reglamento contra
el lavado de dinero para cortar de tajo el único fin que persigue el
crimen organizado: el dinero negro?; ¿por qué no capacita y crea
verdaderos sistemas de seguridad y deja de obligar a poblado enteros a
crear su propia sistema de defensa que, dicho sea de paso, están en todo
su derecho de buscar la manera de brindarse seguridad?
Sólo esperemos que la incapacidad e
insensibilidad de quienes están al frente de Banxico no los empujen a
llevar a El Espinal las tropas del Ejército y busquen encarcelar a
comerciantes y habitantes que ya usan orgullosamente el túmin.
Ojalá y quienes están en el gobierno
entendieran todas estas alertas; de lo contrario, la población seguirá
organizándose, lentamente, paso a paso, para hacer por mano propia lo
que el gobierno no ha podido: darse gobernabilidad, crecimiento
económico y seguridad.
Comentarios: mjcervantes@proceso.com.mx
Twitter: @jesusaproceso
- See more at: http://homozapping.com.mx/2013/07/entre-estados-fallidos-y-tumines/#sthash.grHT423T.dpuf
MÉXICO,
D.F. (apro).- En noviembre de 2010, en el poblado El Espinal, cercano a
Papantla, Veracruz, ante el constante asedio del crimen organizado y su
consecuente afectación a la economía de la localidad, el dinero empezó a
escasear.
Cada día, las familias batallaban para
“estirar su dinero” y cubrir sus necesidades primarias; la economía
familiar iba en detrimento mientras que los bienes de primera necesidad
se pudrían en los estantes de los locales comerciales. La carne, el
pollo, la verdura y demás perecederos iban a dar al bote de la basura en
lugar de los estómagos de niños y adultos.
Ante la
escasez de dinero de la población y para reactivar la economía y
restablecer el sentido de solidaridad, un grupo de maestros organizó un
sistema de trueque dando vida a un billete llamado túmin que, en
totonaca, significa “dinero”.
Se concibieron billetes de 1, 5, 10 y 20
pesos. Más de cien establecimientos entraron al intercambio y la
economía del pequeño poblado se reactivó.
Así, aquellos locales que aceptaban
participar obtenían 500 túmins para canjearlos por 10% del valor del
producto. Por ejemplo, si un kilogramo de carne cuenta 70 pesos, una
persona paga 50 pesos mexicanos y 20 más en túmins; luego el dueño va y
se compra zapatos y da 90% en pesos y el resto en túmins.
La comunidad totonaca de El Espinal
logró lo que no han podido los sesudos analistas egresados de Harvard y
forjados en el Fondo Monetario Internacional que hoy despachan en el
Banco de México: reactivar, acelerar la economía.
Ante “un Estado fallido”, la comunidad
que se localiza a cuatro horas de la frontera con Tamaulipas, otra
entidad asediada por el crimen organizado, logró sustituir a una de las
instituciones más importantes del país, el Banxico, encargado de aplicar
la política económica de México.
En otras zonas del país, decenas de
comunidades de Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Morelos, así como al menos
dos de Veracruz, e incluso otras en Chihuahua, pasaron a ocupar el vacío
que el Estado ha propiciado al desatender otra necesidad primordial de
la población: su seguridad, y crearon sus propios grupos de autodefensa.
Igualmente avasalladas por el crimen
organizado, las comunidades de Michoacán, Guerrero y demás decidieron
hacer su propio gobierno, pues la Federación y las autoridades
estatales, e incluso las municipales, quedaron atrapadas en su
ineficiencia, corrupción y complicidad con el crimen organizado.
Los arreglos que en algunos lugares pudo
haber establecido la autoridad oficial con el crimen organizado, para
dejarlo trabajar, o en otros casos por incapacidad, fue provocando
hartazgo, desesperación y coraje entre las comunidades, las cuales se
organizaron para cuidarse entre sí, velar por sus niños y ancianos, por
sus familias.
El “Estado fallido” cansó a los
pobladores de El Troncón, Zacatzonapa, Buenavista Tomatlán y una
treintena más de comunidades ubicadas en por lo menos siete entidades de
la República para crear sus propios grupos de autodefensa.
Desde febrero, la presencia de estos
grupos empezó a ser noticia, pero los gobiernos estatales y federal nada
hicieron por atender las demandas de las distintas poblaciones. El
crimen organizado continuó imponiendo sus reglas.
En junio pasado, la agencia de noticias
Bloomberg publicó un reportaje que tiene que ver con el crimen
organizado, los grupos de autodefensa, la inflación, el precio del limón
y la desesperación del titular del Banxico, Agustín Carstens.
En el texto se hace referencia cómo el
crimen organizado en Michoacán amplió su nociva influencia al control de
cosechas y comercialización del limón y el aguacate. Ellos empezaron a
suplantar a los llamados coyotes para decir a quién se le compraba,
cuánto o qué tenían que sembrar. La consecuencia inmediata fue que el
precio se fue a las nubes y por consiguiente se generó un efecto
inflacionario. Y esto trae también a la mente que el precio del jitomate
aumentó en 400%, no olvidemos que en Sinaloa, tierra con elevada
presencia del crimen organizado, también se siembra.
Así, los precios de la canasta básica se
fueron a las nubes y la inflación subió. Nadie puede olvidar que
justamente los meses de marzo y abril los precios escalaron
considerablemente, aunque también es cierto que hoy van a la baja.
Pero siguiendo con la agencia Bloomberg,
ésta sostiene en su reportaje que el alza en la inflación, provocada
por el asedio del crimen organizado en las zonas de cultivo, fue lo que
llevó al gobierno federal a actuar y enviar cientos de efectivos
militares para poner orden convirtiendo a Michoacán en un polvorín.
De nueva cuenta, el vacío de poder, el
Estado fallido en diversas regiones, la inoperancia de las instituciones
han hecho reaccionar a las comunidades directamente afectadas, y sólo
cuando el gobierno federal ve amenazada su política nacional, es decir,
el aumento de la inflación, decide actuar, aunque ya quedó claro que no
es con más efectivos militares como se acaba con el crimen organizado.
Me pregunto qué hará el gobierno federal
cuando los entre 25 y 40 mil millones de dólares que se lavan en México
que, según el investigador Ramón García del Instituto Nacional de
Ciencias Penales (Inacipe) circula por el sistema bancario nacional, se
haga incontrolable, ¿acaso llamará al Ejército para que apoye a la
Comisión Nacional Bancaria y de Valores?
Este gobierno, que funciona entre vacíos
de poder y el Estado fallido, lo que debiera hacer es poner en marcha
programas sociales para atender zonas que están en la miseria y
reactivarles su economía sin necesidad de que éstas creen su propia
moneda, que a final de cuentas eso sí asusta al Banxico.
¿Por qué no crea ya el reglamento contra
el lavado de dinero para cortar de tajo el único fin que persigue el
crimen organizado: el dinero negro?; ¿por qué no capacita y crea
verdaderos sistemas de seguridad y deja de obligar a poblado enteros a
crear su propia sistema de defensa que, dicho sea de paso, están en todo
su derecho de buscar la manera de brindarse seguridad?
Sólo esperemos que la incapacidad e
insensibilidad de quienes están al frente de Banxico no los empujen a
llevar a El Espinal las tropas del Ejército y busquen encarcelar a
comerciantes y habitantes que ya usan orgullosamente el túmin.
Ojalá y quienes están en el gobierno
entendieran todas estas alertas; de lo contrario, la población seguirá
organizándose, lentamente, paso a paso, para hacer por mano propia lo
que el gobierno no ha podido: darse gobernabilidad, crecimiento
económico y seguridad.
Comentarios: mjcervantes@proceso.com.mx
Twitter: @jesusaproceso
- See more at: http://homozapping.com.mx/2013/07/entre-estados-fallidos-y-tumines/#sthash.grHT423T.dpuf
MÉXICO,
D.F. (apro).- En noviembre de 2010, en el poblado El Espinal, cercano a
Papantla, Veracruz, ante el constante asedio del crimen organizado y su
consecuente afectación a la economía de la localidad, el dinero empezó a
escasear.
Cada día, las familias batallaban para
“estirar su dinero” y cubrir sus necesidades primarias; la economía
familiar iba en detrimento mientras que los bienes de primera necesidad
se pudrían en los estantes de los locales comerciales. La carne, el
pollo, la verdura y demás perecederos iban a dar al bote de la basura en
lugar de los estómagos de niños y adultos.
Ante la
escasez de dinero de la población y para reactivar la economía y
restablecer el sentido de solidaridad, un grupo de maestros organizó un
sistema de trueque dando vida a un billete llamado túmin que, en
totonaca, significa “dinero”.
Se concibieron billetes de 1, 5, 10 y 20
pesos. Más de cien establecimientos entraron al intercambio y la
economía del pequeño poblado se reactivó.
Así, aquellos locales que aceptaban
participar obtenían 500 túmins para canjearlos por 10% del valor del
producto. Por ejemplo, si un kilogramo de carne cuenta 70 pesos, una
persona paga 50 pesos mexicanos y 20 más en túmins; luego el dueño va y
se compra zapatos y da 90% en pesos y el resto en túmins.
La comunidad totonaca de El Espinal
logró lo que no han podido los sesudos analistas egresados de Harvard y
forjados en el Fondo Monetario Internacional que hoy despachan en el
Banco de México: reactivar, acelerar la economía.
Ante “un Estado fallido”, la comunidad
que se localiza a cuatro horas de la frontera con Tamaulipas, otra
entidad asediada por el crimen organizado, logró sustituir a una de las
instituciones más importantes del país, el Banxico, encargado de aplicar
la política económica de México.
En otras zonas del país, decenas de
comunidades de Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Morelos, así como al menos
dos de Veracruz, e incluso otras en Chihuahua, pasaron a ocupar el vacío
que el Estado ha propiciado al desatender otra necesidad primordial de
la población: su seguridad, y crearon sus propios grupos de autodefensa.
Igualmente avasalladas por el crimen
organizado, las comunidades de Michoacán, Guerrero y demás decidieron
hacer su propio gobierno, pues la Federación y las autoridades
estatales, e incluso las municipales, quedaron atrapadas en su
ineficiencia, corrupción y complicidad con el crimen organizado.
Los arreglos que en algunos lugares pudo
haber establecido la autoridad oficial con el crimen organizado, para
dejarlo trabajar, o en otros casos por incapacidad, fue provocando
hartazgo, desesperación y coraje entre las comunidades, las cuales se
organizaron para cuidarse entre sí, velar por sus niños y ancianos, por
sus familias.
El “Estado fallido” cansó a los
pobladores de El Troncón, Zacatzonapa, Buenavista Tomatlán y una
treintena más de comunidades ubicadas en por lo menos siete entidades de
la República para crear sus propios grupos de autodefensa.
Desde febrero, la presencia de estos
grupos empezó a ser noticia, pero los gobiernos estatales y federal nada
hicieron por atender las demandas de las distintas poblaciones. El
crimen organizado continuó imponiendo sus reglas.
En junio pasado, la agencia de noticias
Bloomberg publicó un reportaje que tiene que ver con el crimen
organizado, los grupos de autodefensa, la inflación, el precio del limón
y la desesperación del titular del Banxico, Agustín Carstens.
En el texto se hace referencia cómo el
crimen organizado en Michoacán amplió su nociva influencia al control de
cosechas y comercialización del limón y el aguacate. Ellos empezaron a
suplantar a los llamados coyotes para decir a quién se le compraba,
cuánto o qué tenían que sembrar. La consecuencia inmediata fue que el
precio se fue a las nubes y por consiguiente se generó un efecto
inflacionario. Y esto trae también a la mente que el precio del jitomate
aumentó en 400%, no olvidemos que en Sinaloa, tierra con elevada
presencia del crimen organizado, también se siembra.
Así, los precios de la canasta básica se
fueron a las nubes y la inflación subió. Nadie puede olvidar que
justamente los meses de marzo y abril los precios escalaron
considerablemente, aunque también es cierto que hoy van a la baja.
Pero siguiendo con la agencia Bloomberg,
ésta sostiene en su reportaje que el alza en la inflación, provocada
por el asedio del crimen organizado en las zonas de cultivo, fue lo que
llevó al gobierno federal a actuar y enviar cientos de efectivos
militares para poner orden convirtiendo a Michoacán en un polvorín.
De nueva cuenta, el vacío de poder, el
Estado fallido en diversas regiones, la inoperancia de las instituciones
han hecho reaccionar a las comunidades directamente afectadas, y sólo
cuando el gobierno federal ve amenazada su política nacional, es decir,
el aumento de la inflación, decide actuar, aunque ya quedó claro que no
es con más efectivos militares como se acaba con el crimen organizado.
Me pregunto qué hará el gobierno federal
cuando los entre 25 y 40 mil millones de dólares que se lavan en México
que, según el investigador Ramón García del Instituto Nacional de
Ciencias Penales (Inacipe) circula por el sistema bancario nacional, se
haga incontrolable, ¿acaso llamará al Ejército para que apoye a la
Comisión Nacional Bancaria y de Valores?
Este gobierno, que funciona entre vacíos
de poder y el Estado fallido, lo que debiera hacer es poner en marcha
programas sociales para atender zonas que están en la miseria y
reactivarles su economía sin necesidad de que éstas creen su propia
moneda, que a final de cuentas eso sí asusta al Banxico.
¿Por qué no crea ya el reglamento contra
el lavado de dinero para cortar de tajo el único fin que persigue el
crimen organizado: el dinero negro?; ¿por qué no capacita y crea
verdaderos sistemas de seguridad y deja de obligar a poblado enteros a
crear su propia sistema de defensa que, dicho sea de paso, están en todo
su derecho de buscar la manera de brindarse seguridad?
Sólo esperemos que la incapacidad e
insensibilidad de quienes están al frente de Banxico no los empujen a
llevar a El Espinal las tropas del Ejército y busquen encarcelar a
comerciantes y habitantes que ya usan orgullosamente el túmin.
Ojalá y quienes están en el gobierno
entendieran todas estas alertas; de lo contrario, la población seguirá
organizándose, lentamente, paso a paso, para hacer por mano propia lo
que el gobierno no ha podido: darse gobernabilidad, crecimiento
económico y seguridad.
Comentarios: mjcervantes@proceso.com.mx
Twitter: @jesusaproceso
- See more at: http://homozapping.com.mx/2013/07/entre-estados-fallidos-y-tumines/#sthash.grHT423T.dpuf
MÉXICO,
D.F. (apro).- En noviembre de 2010, en el poblado El Espinal, cercano a
Papantla, Veracruz, ante el constante asedio del crimen organizado y su
consecuente afectación a la economía de la localidad, el dinero empezó a
escasear.
Cada día, las familias batallaban para
“estirar su dinero” y cubrir sus necesidades primarias; la economía
familiar iba en detrimento mientras que los bienes de primera necesidad
se pudrían en los estantes de los locales comerciales. La carne, el
pollo, la verdura y demás perecederos iban a dar al bote de la basura en
lugar de los estómagos de niños y adultos.
Ante la
escasez de dinero de la población y para reactivar la economía y
restablecer el sentido de solidaridad, un grupo de maestros organizó un
sistema de trueque dando vida a un billete llamado túmin que, en
totonaca, significa “dinero”.
Se concibieron billetes de 1, 5, 10 y 20
pesos. Más de cien establecimientos entraron al intercambio y la
economía del pequeño poblado se reactivó.
Así, aquellos locales que aceptaban
participar obtenían 500 túmins para canjearlos por 10% del valor del
producto. Por ejemplo, si un kilogramo de carne cuenta 70 pesos, una
persona paga 50 pesos mexicanos y 20 más en túmins; luego el dueño va y
se compra zapatos y da 90% en pesos y el resto en túmins.
La comunidad totonaca de El Espinal
logró lo que no han podido los sesudos analistas egresados de Harvard y
forjados en el Fondo Monetario Internacional que hoy despachan en el
Banco de México: reactivar, acelerar la economía.
Ante “un Estado fallido”, la comunidad
que se localiza a cuatro horas de la frontera con Tamaulipas, otra
entidad asediada por el crimen organizado, logró sustituir a una de las
instituciones más importantes del país, el Banxico, encargado de aplicar
la política económica de México.
En otras zonas del país, decenas de
comunidades de Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Morelos, así como al menos
dos de Veracruz, e incluso otras en Chihuahua, pasaron a ocupar el vacío
que el Estado ha propiciado al desatender otra necesidad primordial de
la población: su seguridad, y crearon sus propios grupos de autodefensa.
Igualmente avasalladas por el crimen
organizado, las comunidades de Michoacán, Guerrero y demás decidieron
hacer su propio gobierno, pues la Federación y las autoridades
estatales, e incluso las municipales, quedaron atrapadas en su
ineficiencia, corrupción y complicidad con el crimen organizado.
Los arreglos que en algunos lugares pudo
haber establecido la autoridad oficial con el crimen organizado, para
dejarlo trabajar, o en otros casos por incapacidad, fue provocando
hartazgo, desesperación y coraje entre las comunidades, las cuales se
organizaron para cuidarse entre sí, velar por sus niños y ancianos, por
sus familias.
El “Estado fallido” cansó a los
pobladores de El Troncón, Zacatzonapa, Buenavista Tomatlán y una
treintena más de comunidades ubicadas en por lo menos siete entidades de
la República para crear sus propios grupos de autodefensa.
Desde febrero, la presencia de estos
grupos empezó a ser noticia, pero los gobiernos estatales y federal nada
hicieron por atender las demandas de las distintas poblaciones. El
crimen organizado continuó imponiendo sus reglas.
En junio pasado, la agencia de noticias
Bloomberg publicó un reportaje que tiene que ver con el crimen
organizado, los grupos de autodefensa, la inflación, el precio del limón
y la desesperación del titular del Banxico, Agustín Carstens.
En el texto se hace referencia cómo el
crimen organizado en Michoacán amplió su nociva influencia al control de
cosechas y comercialización del limón y el aguacate. Ellos empezaron a
suplantar a los llamados coyotes para decir a quién se le compraba,
cuánto o qué tenían que sembrar. La consecuencia inmediata fue que el
precio se fue a las nubes y por consiguiente se generó un efecto
inflacionario. Y esto trae también a la mente que el precio del jitomate
aumentó en 400%, no olvidemos que en Sinaloa, tierra con elevada
presencia del crimen organizado, también se siembra.
Así, los precios de la canasta básica se
fueron a las nubes y la inflación subió. Nadie puede olvidar que
justamente los meses de marzo y abril los precios escalaron
considerablemente, aunque también es cierto que hoy van a la baja.
Pero siguiendo con la agencia Bloomberg,
ésta sostiene en su reportaje que el alza en la inflación, provocada
por el asedio del crimen organizado en las zonas de cultivo, fue lo que
llevó al gobierno federal a actuar y enviar cientos de efectivos
militares para poner orden convirtiendo a Michoacán en un polvorín.
De nueva cuenta, el vacío de poder, el
Estado fallido en diversas regiones, la inoperancia de las instituciones
han hecho reaccionar a las comunidades directamente afectadas, y sólo
cuando el gobierno federal ve amenazada su política nacional, es decir,
el aumento de la inflación, decide actuar, aunque ya quedó claro que no
es con más efectivos militares como se acaba con el crimen organizado.
Me pregunto qué hará el gobierno federal
cuando los entre 25 y 40 mil millones de dólares que se lavan en México
que, según el investigador Ramón García del Instituto Nacional de
Ciencias Penales (Inacipe) circula por el sistema bancario nacional, se
haga incontrolable, ¿acaso llamará al Ejército para que apoye a la
Comisión Nacional Bancaria y de Valores?
Este gobierno, que funciona entre vacíos
de poder y el Estado fallido, lo que debiera hacer es poner en marcha
programas sociales para atender zonas que están en la miseria y
reactivarles su economía sin necesidad de que éstas creen su propia
moneda, que a final de cuentas eso sí asusta al Banxico.
¿Por qué no crea ya el reglamento contra
el lavado de dinero para cortar de tajo el único fin que persigue el
crimen organizado: el dinero negro?; ¿por qué no capacita y crea
verdaderos sistemas de seguridad y deja de obligar a poblado enteros a
crear su propia sistema de defensa que, dicho sea de paso, están en todo
su derecho de buscar la manera de brindarse seguridad?
Sólo esperemos que la incapacidad e
insensibilidad de quienes están al frente de Banxico no los empujen a
llevar a El Espinal las tropas del Ejército y busquen encarcelar a
comerciantes y habitantes que ya usan orgullosamente el túmin.
Ojalá y quienes están en el gobierno
entendieran todas estas alertas; de lo contrario, la población seguirá
organizándose, lentamente, paso a paso, para hacer por mano propia lo
que el gobierno no ha podido: darse gobernabilidad, crecimiento
económico y seguridad.
Comentarios: mjcervantes@proceso.com.mx
Twitter: @jesusaproceso
- See more at: http://homozapping.com.mx/2013/07/entre-estados-fallidos-y-tumines/#sthash.grHT423T.dpuf
No hay comentarios:
Publicar un comentario