Fueron las movilizaciones más grandes desde 1992 (affaire Collor de
Mello) y la falta de banderas, canciones conocidas por todos, camiones
de sonido, vendedores de bebidas, puntos de concentración y caminos de
desconcentración establecidos mostraban eso.
Salvador Schavelzon
Rebelión
No fue un “cacerolazo brasileiro” contra un gobierno progresista o de
izquierda, como algunos que ven a Dilma aliada de Cristina se apresuran a
clasificar. Tampoco una primavera árabe tropical, ni una protesta
convencional por un aumento. Dejó a todos “aturdidos”, decían analistas
en los medios.
Fue algo nuevo. Fue política. Fue grande. Con respeto de su singularidad
digamos que más que cacerolazo destituyente hubo mucho de Que Se Vayan
Todos contra un gobierno autista, alejado de la gente, un sistema de
partidos allá en lo alto y que no presenta (¿más?) ninguna alternativa o
causas para endosar desde abajo... Fueron movilizaciones con mucho
abierto todavía, mucho por descubrir por la gente que ganó la calle
después de mucho tiempo y que seguirá dándole sentido desde dentro.
El escenario donde ocurre: 15 mil millones gastados para organizar la
copa del mundo en un país que continua teniendo decenas de millones de
pobres, mala educación y salud, pésimo transporte y los bancos como
mayores beneficiarios de todo el dinero que está entrando. No es un
detalle el dato del Mundial… quizás los 30 mil millones de Belo Monte
sean aún más escandalosos, pero la organización del mundial y olimpiadas
trae al Brasil un clima de megalomanía y entusiasmo totalmente
comercializado, chauvinista y imperial. Y en la calle de 11 ciudades, el
17 de junio, este delirio parecía estar siendo realmente cuestionado.
Un aumento de 20 centavos en el pasaje de colectivo y subte de San
Pablo, y de otro tanto en el resto de las ciudades (decidido por cada
gobierno) fue la chispa. “El pueblo despertó” cantaba la gente. “Venga a
la calle contra el aumento” invitaban mientras circulaba sin rumbo
pre-definido por la ciudad. En otra se le preguntaba a Dilma si Neymar
valía más que la salud y la educación, no me acuerdo bien...
Fueron las movilizacion es más grandes desde 1992 (affaire Collor de
Mello) y la falta de banderas, canciones conocidas por todos, camiones
de sonido, vendedores de bebidas, puntos de concentración y caminos de
desconcentración establecidos mostraban eso. Se cantaban canciones de la
cancha, o inventadas en el momento. La concentración fue en una zona
recientemente reurbanizada de la ciudad, redescubierta. Como no había
recorrido establecido los automovilistas debieron esperar muchas horas
en las esquinas de las avenidas tomadas, sentados al lado o dentro de
sus autos. La movilización se dispersó por lo menos por tres caminos en
San Pablo, ciudad donde participamos y desde donde escribo. Unos fueron
para el palacio del gobernador del Estado (Provincia), que fue uno de
los que decretó el aumento, otras dos columnas fueron para la Av.
Paulista a donde la policía no había permitido entrar el jueves pasado,
en la ya quinta movilización por el mismo tema en pocos días (desde el 6
de junio).
El grupo que organiza es el Movimiento Passe Livre, que en distintos
estados organiza de forma horizontal y apartidaria la lucha por un
boleto estudiantil, pero también por “tarifa cero” para todos y que
viene poniendo nerviosos a gobernantes que no encuentran interlocutores,
líderes o procedimientos previsibles.
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La indignación brasileña toma las principales ciudades del país con un grito apartidista
Bernardo Gutiérrez
ElDiario.es
Jóvenes bailando sobre el techo del Congreso Nacional en Brasilia.
Multitudes rodeando la Asamblea legislativa de Río de Janeiro (Alerj).
Ríos de gente dirigiéndose hacia el Palacio Bandeirantes (Parlamento del
Estado de São Paulo). Miles de personas colapsando la gigantesca
avenida Paulista. Banderas brasileñas. Máscaras de Anonymous. Gritos
apartidistas. Eslóganes globales. "Somos el 99%". Gritos locales.
"Despertamos". "Vem Pra a Rua". Flores, muchas flores. No violencia casi
generalizada. Y algunas escenas que los manifestantes querían evitar a
toda costa: gases lacrimógenos, balas de goma, barricadas, fuego. Y una
bomba casera explotando en las puertas de una Asamblea legislativa de
Río de Janeiro (Alerj) absolutamente cercado.
Brasil explota. Hierve. Y en el país del fútbol nadie habla de la Copa
de Confederaciones de la FIFA que se celebra en todo el país. ¿Qué está
pasando en el gigante latinoamericano? ¿Cómo empezó la ya histórica
jornada del #17J en Brasil?
16.00 horas. Largo de la Batata, São Paulo. La quinta gran manifestación
contra el aumento de la tarifa del transporte urbano, convocada por el
Movimiento Passe Livre, calienta motores. La expectativa es gigantesca.
Más de 200.000 personas han confirmado presencia en el evento de
Facebook. Hay manifestaciones convocadas en más de cien ciudades de
Brasil. Y en más de cincuenta de todo el mundo. La jornada, además,
comenzó con la cuenta de Twitter de la ultraderechista revista VEJA
hackeada por Anonymous Brasil.
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Brasil: escuchar la voz de las calles
Question.com
Son días de tensión, convulsión pero también de perplejidad. Partidos
aliados al gobierno y toda la oposición parecen atónitos. Un movimiento
efectivamente espontáneo, nacido de pequeños grupos de estudiantes de
clase media con el apoyo de partidos políticos de representación ínfima,
desató, a partir de San Pablo, una ola de protestas que colmó las
calles de decenas de ciudades.
Y logró, el pasado lunes, poner al menos a 250 mil brasileños
protestando contra todo y contra todos a lo largo y a lo ancho del país.
Desde 1992, cuando centenares de miles de jóvenes se lanzaron a las
calles para exigir la salida del entonces presidente Fernando Collor de
Mello no se veía nada igual.
Hay, sin embargo, diferencias fundamentales con movilizaciones
multitudinarias anteriores. En 1984, millones de brasileños fueron a las
calles a exigir elecciones democráticas. En 1992, lo que se exigía era
que el Congreso suspendiera el mandato de un presidente comprobadamente
corrupto. En ambas ocasiones, partidos políticos, líderes y dirigentes,
además de movimientos sociales, se unieron para perseguir un objetivo
común. Había consignas claras y los actos masivos fueron organizados. O
sea, han sido movimientos orgánicos, con fuerte adhesión popular.
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Brasil cocina su revolución en red
Bernardo Gutiérrez
ElDiario.es
"No están preparados para una democracia participativa". "Todo esto es
sobre el derecho que tenemos a ser consultados". "Como dicen los
indignados de España, vamos despacio porque vamos lejos". Las frases
surgen a borbotones, espontáneamente. El escenario: praça Roosevelt,
centro de São Paulo, sábado pasado, 20.00 horas. Resuenan skates, risas
juveniles. Cae una lluvia fina. Contexto: la asamblea del colectivo
#ExisteAmoremSP discute sobre la gran manifestación de este lunes. En
apenas un día, más de 150.000 personas confirmaron la asistencia al
Quinto grande ato contra o aumento das passagens!, contra el aumento de
precio del transporte público.
Tras la durísima represión policial las manifestaciones de la semana
pasada, ignorada inicialmente por los grandes medios, las redes sociales
brasileñas hierven. Y las protestas se multiplican y exceden las
peticiones iniciales. Unas horas antes de la asamblea, bajo la etiqueta
#OGiganteAcordou (el gigante despertó), un grupo de manifestantes
mostraba en Brasilia su oposición a la Copa de Confederaciones de la
FIFA, justo antes del partido inaugural entre Brasil y Japón. Un
encuentro en el que Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, fue silbada.
¿Qué está pasando en Brasil? ¿Qué relación tienen las diferentes
protestas? ¿Por qué ahora? Alex Antunes, un músico de São Paulo, pide el
turno en la asamblea: "De aquí en adelante, tenemos que ir más allá de
las manifestaciones de la izquierda militante. Algo está pasando. En el
site de O Globo, la encuesta sobre quién ganará la Copa de
Confederaciones, el 87% apostó por Tahití. Algo inédito en el país del
fútbol".
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Vía:
http://www.radialistas.net/noticia.php?id=1000744
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