(APe).-
-Está bien que pueda votar a partir de los dieciséis años. Pero yo
necesito trabajar. ¿Por qué no puedo elegir dónde trabajar? – dice la
dulce niña de la zona oeste rosarina, muy cerca de una de las tantas
esquinas donde un enfrentamiento entre grupos narcotraficantes terminó
con la sangre derramada de dos personas menores de 35 años hace un par
de semanas atrás.
En la zona sur, en tanto, en el corazón del
barrio Las Flores, aquel epicentro de los saqueos de 1989 y los
comegatos de 1996, las vecinas y los vecinos señalan al periodista
forastero la mansión de los Cantero, la principal familia que hasta hace
un mes manejaba la mayor porción del negocio del narcotráfico que,
según señalan algunos papeles oficiales, tiene una dimensión de dos mil
millones de pesos anuales, un poco menos, sólo un poco, que el
presupuesto del municipio para atender las necesidades existenciales de
un millón de personas por año.
-Usted está en la boca del lobo – le dice
una señora al cronista, al mismo tiempo que en la escuela donde fueron
por mucho tiempo algunos de los familiares de los Cantero advierten que
el asesinato del jefe generó una gran tristeza en el barrio porque
siempre encontraban el peso que suele faltar de forma cotidiana. Aunque
también son conscientes que la dependencia los convertía en soldaditos
que rápidamente podían ser inmolados en el altar del despiadado dios
dinero.
La comisaría 19, en el corazón de Las
Flores, era una dependencia más del grupo “Los Monos”, como también se
la conoce a la familia Cantero y durante mucho tiempo hubo complicidad
política y fuerzas de seguridad nacionales para explicar semejante
desarrollo económico, territorial y ese reconocido poder de fuego que
los hizo temibles en toda la región sur de la provincia de Santa Fe.
Los Cantero, en realidad, eran oriundos del
barrio La Granada, al oeste de Las Flores y durante años mantuvieron
una guerra contra Los Rivero, más conocidos como Los Garompas, hasta que
la sangre derramada dirimió el pleito. La policía, acompañaba. El poder
político miraba para otro lado y los poderes judiciales, federal y
provincial, apenas registraban ingresos y egresos.
El barrio La Granada hoy es el patio
trasero de uno de los tantos negocios de Cristóbal López, el casino
rosarino que, como casi todas las últimas inversiones, no tuvieron mayor
inconveniente de afincarse en la geografía donde naciera el Che
Guevara.
Pero tanto “Los Monos” como “Los Garompas”
fueron la consecuencia del saqueo de la matriz productiva de la ciudad.
La Granada, Las Flores, Tablada y la vecina Villa Gobernador Gálvez eran
regiones donde las pibas y los pibes encontraban trabajo en el puerto,
los frigoríficos, los talleres metalúrgicos y otras industrias. Hasta
que los años noventa trajeron el impune agujero negro de la desocupación
y la mayoría del pueblo enfrentó con lo que pudo cada una de sus
urgencias. El capitalismo, entonces, eligió los actores para montar su
doble estrategia de circuito de dinero fresco y dependencia mental, el
narcotráfico. Los sectores políticos mayoritarios, peronismo,
radicalismo y socialismo jamás le pusieron palabras al dolor del pueblo,
de los padres y las madres de estos chicos que hoy son cuidadores de
bunkers, guerreritos rantifusos que encontrarán la muerte mucho antes de
tiempo.
Ahora ese silencio estalla y se lleva
puesta la hipocresía. En las últimas horas el ministro de Seguridad,
Raúl Lamberto, y el juez de instrucción, Juan Carlos Vienna, recibieron
amenazas muy concretas por intentar desmontar este dispositivo de poder
paralelo alimentado en los últimos veinte años. Ninguna provincia
argentina tiene como blancos a un ministro y un juez: la tremenda
demostración del desarrollo de aquel huevo de la serpiente.
Por eso, ante el miedo y la angustia del
pueblo, surgió la necesidad de conformar una multipartidaria y
multisectorial –cosa que no surgía desde los tiempos de los atentados
contra la Embajada de Israel, la AMIA y los intentos de golpe de estado-
para decirle a las vecinas y vecinos que no están solos, que hace falta
plantar bandera –una día antes del 20 de junio- para defender la vida,
los pibes y, a pesar de las diferencias, luchar contra la muerte
desbocada y el narcotráfico.
Porque en esta lucha no sobra nadie y hace
falta el compromiso de enfrentar al circuito de dinero fresco que hoy
tiene el capitalismo con la mayor cantidad de gente posible, el martes
25 de junio, a partir de las 17, en la Plaza 25 de Mayo, en el lugar
donde todavía marchan Las Madres de la ciudad, un fragmento del pueblo
rosarino manifestará que no está dispuesto a seguir siendo cómplice del
negocio millonario en dólares y sangre joven derramada en los barrios.
Vía:
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=7817:carlos-del-frade&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=7817:carlos-del-frade&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106
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