La guardia indígena quema armas
requisadas a las FARC durante un ritual comunitario realizado el pasado
21 de julio en el norte de Cauca (Toribío). Foto: Nuria Morello
Indígenas del Cauca exigen la retirada de las FARC y del Ejército de
sus territorios. Hablamos con los protagonistas de este proceso de
autonomía, clave en el inicio del reciente proceso de paz.
Era un domingo por la mañana cuando
el tatuco, un artefacto explosivo conocido por su poca precisión,
reventó el puesto de salud indígena. El ataque de las FARC al pueblo de
Toribío, en el departamento del Cauca, dejó siete personas heridas el 8
de julio. A la enfermera jefe hubo que cortarle una pierna. “Fue el
último hecho que llena la copa”, explica a DIAGONAL Jesús Chávez,
consejero mayor del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). Las comunidades decidieron hacer lo que habitualmente hacen: expulsar a los actores armados de sus territorios para que “se lleven su guerra a otra parte”. Pero esta vez lo hicieron de forma “más contundente”, cuenta Chávez.
Dos mil guardias indígenas subieron el
pasado 17 de julio al cerro Berlín y obligaron a los soldados del
Batallón de Alta Montaña número ocho a desalojar el lugar. El cerro
Berlín, como parte de las tierras indígenas, es territorio colectivo.
Además, es un lugar sagrado. Contra lo que dicta la Constitución de
1991, el Ejército se había instalado allí sin haber consultado a la
comunidad. Custodiaban dos torres de comunicaciones, una de ellas de
Telefónica. Las imágenes de la Guardia Indígena sacando a los militares
en volandas ocasionaron un revuelo mediático. Trascendió, por encima de
todo, la fotografía de un militar llorando. Menos repercusión tuvo la destrucción por parte de los comuneros de un campamento de las FARC.
Experiencia para la paz
Tras varios asesinatos, y entre una
militarización creciente, el presidente Juan Manuel Santos viajó al
Cauca para pedir perdón por las violaciones de los derechos humanos que
se habían producido en julio y agosto. “Santos sabe jugar con todas las
fichas y busca su reelección. Su discurso es diferente al de Uribe, pero
sus órdenes son las mismas”, expone Jesús Chávez. En la mesa de
concertación que se ha abierto con el Gobierno se hablará de la tan
demandada paz en Colombia. “Nosotros no podemos esperar a ver cuándo les
da la gana a los dos actores armados de retirarse de los territorios
indígenas. Es urgente hablar de salir del conflicto por la vía
negociada. Hay experiencias en otros pueblos de que cuando no hay
guerrilla, ni hay fuerza pública, se ha garantizado la tranquilidad y la
paz. Queremos aportarle a Colombia una experiencia desde la población
civil para la construcción de la paz”, añade el consejero mayor del
CRIC.
15.000 guardias indígenas
Con su distintivo pañuelo rojo y verde, y
armados sólo con un bastón de mando adornado con cintas de colores,
15.000 hombres y mujeres de todas las edades forman la Guardia Indígena
del Cauca. Cuando las comunidades quedan en el fuego cruzado, la Guardia
se encarga de protegerlas en los lugares de asamblea permanente. Cuando
encuentra armas o plantaciones de cultivos ilícitos, las destruye. Así
hizo el pasado julio con los fusiles que le requisó a las FARC. La
Guardia no es una estructura policial, sino una herramienta de resistencia civil que ha evolucionado con el proceso de autonomía iniciado en 1971 por el CRIC.
Guillermo Tenorio nació en 1941 y formó
parte del proceso de creación del CRIC. Describe los años de “terraje”,
la relación feudal que existía todavía en los ‘60: “Muchas familias
estábamos en la misma situación, trabajándole al patrón, sin
remuneración, solamente por vivir en su hacienda”. En los más de 40 años
de movimiento indígena en el Cauca, el CRIC consiguió abolir el
terraje, recuperar más de 544.000 hectáreas de territorio ancestral y
echar a andar un sistema educativo, judicial y de salud propio. Hoy,
320.000 personas, en su mayoría indígenas nasa, se coordinan en esta
institución a través de un sistema tradicional de democracia
participativa: los cabildos indígenas. Las asambleas llegan a ser de
7.000 u 8.000 personas.
En comunidad se decide qué hacer para
preservar los recursos naturales, expulsar a los actores armados y
luchar contra la pobreza extrema. Según explica el analista Juan Carlos
Houghton, esa autonomía, que consiguió plena cobertura legal con la
Constitución de 1991, se ha convertido en “un desafío abierto ante los proyectos territoriales de la insurgencia, del Estado y de los paramilitares”.
Casi a las afueras de Caldono, una
comunidad organizada en el CRIC, hay un pequeño cerro. Desde ahí se ven
las montañas, la vegetación exuberante y las casas bajas de colores,
algunas todavía con agujeros en los tejados. El guardia indígena Pedro
Huete señala la estación de la policía militar, que está junto a la
plaza y la iglesia, en el centro de la comunidad. “La policía tiene
miedo y ahí se siente más protegida. Cuando las FARC se despliegan a las
afueras –señala hacia todos lados– intentan darle a los soldados, pero
las pipetas que tiran caen en medio del pueblo. Siempre hay dos o tres
heridos civiles”, explica Huete. El puesto de policía de Caldono está
resguardado por las omnipresentes trincheras hechas de bolsas de
plástico verde. “Éste es el puesto más seguro de la zona”, asegura con
orgullo y diplomática placidez el oficial al mando.
Pero para los comuneros la presencia militar no conlleva mayor seguridad. Al contrario, “los
militares han sido actores intelectuales y físicos de masacres
perpetradas en alianza con el paramilitarismo y con el narcotráfico:
han asesinado a muchos compañeros”, explica Chávez. Tampoco trae
seguridad la presencia de las FARC. Para Edison Peña, consejero nasa del
CRIC, “las FARC dicen tener una política de defensa del pueblo, pero no
están defendiendo, están atacando al pueblo. Ya dejaron la política
revolucionaria y se convirtieron en hombres bélicos”. Peña tiene muy
presente el atentado del 9 de julio de 2011, en el que la guerrilla hizo
estallar una chiva [autobús] bomba frente a la estación de Policía de
Toribío en pleno día de mercado, con un resultado de 103 heridos y tres
muertos.
Al margen del mercado
A unos 600 metros de la estación de
Policía de Caldono ha aparecido un objeto que parece fuera de lugar. Se
trata de una retroescavadora de unos 20 metros de largo. La mole
amarilla está aparcada junto a una humilde casa de porche demadera. Su
imponente pala descansa sobre un prado verdísimo. Saltándose las leyes
de las autonomías indígenas, que obligan a realizar una consulta previa,
el gigante minero Anglo Gold Ashanti, empezó en 2010 una explotación en
un río de Caldono. La comunidad se lo advirtió, varias veces. La minera
hizo oídos sordos. Así que los indígenas expulsaron a los trabajadores y
requisaron lamaquinaria. “La retro ahora sirve para hacer trabajo comunitario”, explica a DIAGONAL Albiro Calambás, consejero mayor de Caldono.
Sobre el Cauca pesa su importancia
geoestratégica: es paso de droga para los narco, tierra fértil para los
monocultivos de caña para biodiesel y golosos cerros para las empresas
mineras. A mediados de 2011, más del 50% del departamento estaba
solicitado para realizar explotaciones mineras. Pero para los indígenas
las zonas altas donde nacen los ríos son sagradas. Y no sólo porque es
el lugar donde se realizan los rituales. De los ríos depende la vida de
las comunidades.Hasta ahora no han permitido que las empresasmineras ni
las cañeras entren en sus tierras. Para Juan Carlos Houghton, la apuesta
indígena por ejercer la soberanía ha resultado ser “la más exitosa
estrategia” para impedir que el territorio se convierta en un
“supermercado dematerias primas”.
“Somos incómodos porque estamos golpeando un modelo”,
cuenta a contraluz la exconsejera mayor del CRIC Aída Quilcué, que
lideró en 2008 la Gran Minga por la Vida, una de las mayores
movilizaciones en la historia reciente de Colombia. “Demostramos al
mundo indígena, y al mundo nacional e internacional, que no siempre hay
que obedecer, que se trata de construir un proceso conjunto. Nuestro
proyecto de vida es transformar el modelo de los pueblos indígenas y
sectores sociales en una realidad, que se combata la extrema pobreza y
el hambre”, explica Quilcué. En las tierras indígenas 6.000 familias no
tienen tierras para producir sus alimentos.
Vacuna frente al desplazamiento
En agosto, se han sucedido las amenazas
del grupo paramilitar Águilas Negras a los líderes del CRIC. “Aunque el
Gobierno insiste en que los paramilitares se desmovilizaron en 2006, acá
siguen actuando”, explica Ana Deida Secué, especialista nasa en el área
jurídica. En Colombia más de cuatro millones de personas han dejado sus
casas, sus tierras y a menudo todos sus bienes, para escapar de los
ataques, propios del cine gore, de los paramilitares. Una vez
desplazadas, sus terrenos no tardan en ser aprovechados por parte de
grandes empresas para monocultivos de exportación, explotación petrolera
y minera o, simplemente, fines especulativos, según describe el
historiador y experto en movimientos sociales Frank Molano.
Pero, en el territorio organizado en el
CRIC, el binomio desplazamiento- apropiación de tierras se encuentra con
el obstáculo del proceso de autonomía. Gilberto Yafué es experto nasa
en tierras. Para él, las raíces con las que cuenta el movimiento
indígena en el Cauca es la mejor vacuna frente al desplazamiento, el
robo de tierras y el empobrecimiento de la población: “Frente al ruido
de la armas, frente al cruce de los disparos, hay miedos. Pero cuando
hay sentido de la identidad y sentido de pertenencia no hay
posibilidades de desalojo, no hay posibilidades de desplazamiento”.
DIÁLOGOS DE PAZ
Tras una semana de rumores, el
presidente Juan Manuel Santos confirmó el lunes 27 de agosto que se han
iniciado conversaciones con las FARC para construir un proceso de
negociación. “Santos hasta ahora no había hablado de la paz. Ahora, con
la movilización del movimiento indígena, se vio obligado. La estaba
guardando como estrategia para la campaña de reelección, pero le tocó
avanzar en ese escenario”, declara a DIAGONAL Jesús Chávez, consejero
mayor del Consejo Regional Indígena del Cauca.
A la presión del movimiento indígena se
le ha sumado, particularmente en los dos últimos años, la de otros
sectores sociales. Entre ellos, La Marcha Patriótica, que agrupa a un
sector campesino que presiona por la paz, el Congreso de los Pueblos y
Colombianos y Colombianas por la Paz, con Piedad Córdoba como una de sus
cabezas más visibles. Según explica el historiador Frank Molano, Santos
representa los intereses de inversionistas estadounidenses y europeos
y, con un proceso de paz, avanzaría en un ordenamiento político y
jurídico que beneficiaría a estos sectores económicos.
LIBERACIÓN DE LA MADRE TIERRA
Ante la falta de una reforma agraria, el
CRIC empezó en 1971 a realizar recuperaciones de tierra en las grandes
haciendas. Hoy cuenta con 544.000 hectáreas. Constitución del ’91 no
sólo reconoce esa propiedad, sino que recoge el derecho a desarrollar
una legislación indígena propia en los resguardos. “Fue la primera vez
que esto ocurría en América Latina”, explica el líder nasa Ezequiel
Vitonás. El investigador Juan Carlos explica a DIAGONAL que el concepto
de autonomía o territorio se toman de occidente: “Antes no existía la
propiedad sobre la tierra, era al revés, la tierra no tiene dueños y por
eso hay que quitárselos. El concepto de liberación de la madre tierra
es eso [hoy se les llama así a las tomas]. Pero para que no tenga dueño
tenemos que ser los propietarios nosotros. Cuando se dice que la
Amazonía es patrimonio de la humanidad, es que se la van a dar a
Novartis o a Monsanto, pero cuando los indígenas dicen ’esto es mío’
realmente están diciendo que es de la humanidad”.
’TANGAS SÍ, VERDAD NO’
Con este título, el antropólogo Jaime
Arocha denunciaba el tratamiento del conflicto realizado por Caracol
Radio (grupo Prisa). “En Caracol son muy buenos para hallar en la web
estudios sobre tangas y sexualidad”, pero respecto al Cauca omiten datos
relevantes, y sus olvidos benefician al Gobierno, venía a decir Arocha.
Crítica similar hacía la antropóloga Marta Rodríguez al decir “la
sociedad no le ve las lágrimas a los indígenas”, en relación con la foto
de un soldado llorando al ser desalojado de su base. La foto, publicada
también por el diario español El País, levantó rechazo en contra del
movimiento nasa. Frente a estas coberturas, el CRIC opta por una
comunicación propia. “Lo que argumenta el Gobierno, que la
militarización es contra el narcotráfico y la guerrilla, es un pretexto
para militarizar nuestros territorios, que la gente se desplace o que
sean fáciles de manejar.Es allí donde nosotros entramos a contar lo que
realmente pasa”, explica a DIAGONAL la comunicadora indígena Dora Muñoz.
HISTORIA DEL PUEBLO NASA. RECUPERACIÓN DEL TERRITORIO
LA ABUELA WEY TANA La
cacica Gaitana (Wey Tana) es descrita como una mujer viuda, fuerte y
mayor. Se opuso a la invasión en el siglo XVI: apresó al conquistador
Pedro de Añasco y lo paseó por las comunidades, animando a la rebelión. A
“la abuela Wey Tana” le acabaron siguiendo 12.000 guerreros, en una
alianza indígena que combatió a los españoles durante siglo y medio.
EL ALQUILER INVERSO El
terraje era una forma de esclavitud que implicaba, por ejemplo, derecho
de pernada. A principios del siglo XX, el líder Quintín Lame empezó a
recorrer las comunidades: “Le hemos dado posada al blanco, y en vez de
nosotros cobrarle el arrendo a él, él nos cobra a nosotros”. En 1914 se
desencadenó la Quintinada, una revuelta armada frente a los
terratenientes.
LA VIOLENCIA En
1948 asesinan al candidato liberal a la presidencia Jorge Eliécer
Gaitán y se inicia el periodo llamado La Violencia, para la historia
oficial, un conflicto entre liberales y conservadores. El profesor
Molano explica que se trata de un proceso de acumulación: los campesinos
huyen y los grandes comerciantes expropian sus cosechas. El movimiento
indígena es aplastado.
LA EVOLUCIÓN DEL CRIC El
CRIC nace en 1971 con el proceso de recuperaciones de tierra. Durante
los ’80 la violencia de los terratenientes se recrudece y, dentro del
CRIC, surge el Movimiento Armado Quintín Lame, que se desmoviliza con la
constitución de 1991. Desde entonces, el CRIC apuesta por acciones de
resistencia pacífica. Frente al auge paramilitar, optó por reforzar la
Guardia Indígena.
LA GRAN MINGA DE 2008 El
12 de octubre diez mil indígenas bloquean la Panamericana como protesta
frente al TLC, la vulneración de sus derechos y la militarización de
Uribe. La consejera Aída Quilcué lidera una larga movilización en la que
el movimiento indígena se coordina con otros sectores sociales. Poco
después, el Ejército asesina a su marido. Según denuncia el CRIC, creían
que le disparaban a ella.
PROCESO DE PAZ Tras
un recrudecimiento del conflicto en el Cauca durante los meses de julio
y agosto, y en el marco del Encuentro Nacional de los Pueblos
Indígenas, el presidente Santos se desplazó al departamento para iniciar
conversaciones con el CRIC. Una semana más tarde el Gobierno anuncia
que se inicia un diálogo de paz con las FARC.
Vía:
http://www.kaosenlared.net/america-latina/item/29913-colombia-la-autonom%C3%ADa-ind%C3%ADgena-del-cauca-entre-el-fuego-cruzado.html
http://www.kaosenlared.net/america-latina/item/29913-colombia-la-autonom%C3%ADa-ind%C3%ADgena-del-cauca-entre-el-fuego-cruzado.html
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