Tras la
operación militar de despedazamiento de Libia, con Kadafi aún en la resistencia
y con la perspectiva de
un guerra de "todos contra todos"
protagonizada por los grupos de mercenarios de la CIA que hoy tienen el control
político, los socios imperiales USA-UE ya están intentando aplicar su propia
agenda de apoderamiento del petróleo de ese país.
Este es, en
síntesis, el elemento central (la guerra intercapitalista por el petróleo) que
va definir el desenlace imperial y el futuro de Libia en la era post-Kadafi.
Por
Manuel Freytas
(*)
manuefreytas@iarnoticias.com
manuefreytas@iarnoticias.com
|
Después
de fracasar en febrero con la "revuelta popular" (Plan A), y con la
puesta en marcha de la "revolución libia" (Plan B) ejecutada por
grupos operativos de la "hermandad musulmana" y tribus libias financiadas,
armadas y entrenadas por la CIA y la inteligencia británica en Egipto, EEUU
avanzó hacia la ejecución de una intervención armada (Plan C)
que terminó con los
mercenarios USA-OTAN controlando el petróleo libio y Kadafi resistiendo por
medio de una guerra asimétrica.
La balcanización petrolera de
Libia marca el emergente principal de esta guerra de intereses estratégicos
entre EEUU y las potencias de la OTAN que lanzaron una operación militar para
derrocar a Kadafi e integrar a Libia sin fisuras en el mercado capitalista
internacional.
Como lo señaló Fidel Castro: Libia
muestra en toda su crudeza la impunidad del poderío militar imperial para
destrozar a un país soberano, pero también muestra en grados superlativos la
hipocresía de un sistema capitalista decadente cuyas potencias centrales llaman
"operación humanitaria" a una masacre ininterrumpida del pueblo libio durante 6
meses.
Pero además, la destrucción y
control de Libia se proyecta como "gran negocio" donde participan las
grandes corporaciones financieras, comerciales y de servicios, junto con
armamentistas, petroleras y seguridad privada que contratan tanto con las
potencias involucradas en la invasión como con el Pentágono.
EEUU, Gran Bretaña, Francia, Alemania,
Italia, Rusia y China
ya
iniciaron una guerra de posiciones para colocarse en las mejores
condiciones posibles para ganar los contratos millonarios que surgirán de la
reconstrucción del país, la redistribución de las concesiones petroleras y la
apertura de nuevos negocios.
Tanto el Consejo Nacional de Transición (órgano
representativo de los grupos de mercenarios que tomaron el poder político) así como
EEUU y las potencias aliadas,
saben que la reactivación de las exportaciones de petróleo y la reconstrucción
del país arrasado por la OTAN, es el objetivo central del nuevo polo de
rentabilidad capitalista en el país invadido.
La producción de petróleo, que cayó por debajo del 4% de su nivel anterior al conflicto (1,6 millones de barriles por día), representa el 95% de los ingresos por exportación de Libia. Esto explica porque el país acumuló reservas por US$ 168.000 millones.
La producción de petróleo, que cayó por debajo del 4% de su nivel anterior al conflicto (1,6 millones de barriles por día), representa el 95% de los ingresos por exportación de Libia. Esto explica porque el país acumuló reservas por US$ 168.000 millones.
El control de estas reservas y de la
producción y comercialización petrolera, y el negocio de la "reconstrucción" y privatización de Libia moviliza una naciente guerra de
las petroleras, armamentistas y corporaciones financieras y de servicios
por controlar a la nueva administración e incidir en las decisiones económicas
de la era post-Kadafi.
Algunas potencias salieron ganando y
otras terminaron perdiendo tras la huida de Muamar Kadafi y el posterior control de
los rebeldes de la mayoría del territorio libio. Entre los primeras figuran
EEUU, Francia,
Italia y Gran Bretaña y entre las segundos, Rusia, China y quizás
Alemania.
El manotazo imperial contra Libia
forma parte de un plan global diseñado para Medio Oriente, Africa y Asia
Central. Su objetivo es el control geopolítico y militar de más del 60% de
las reservas mundiales de petróleo y gas natural, incluidas las rutas de
oleoductos y gasoductos.
Se estima que los países árabes y
musulmanes (tanto los que están en la agenda de las "revueltas populares" o los
"aliados" al eje USA-UE ) entre los que se encuentran Arabia Saudí, Iraq, Irán,
Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Yemen, Libia, Egipto, Nigeria, Argelia,
Kazajstán, Azerbaiyán, Malasia, Indonesia, Brunei, poseen entre el 66,2% y el
75,9% del total de las reservas mundiales de petróleo, de acuerdo a
distintas fuentes de evaluación.
El desenlace petrolero
Libia es considerada por distintas
fuentes occidentales como la mayor economía petrolera en el continente
africano, seguida por Nigeria y Argelia. Y como se sabe, el petróleo es el
recurso esencial (cuyas reservas se agotan) para la supervivencia no solo del
planeta sino de las potencias centrales.
En el complejo "tablero" que emerge
de la conquista y la destrucción de Libia , EEUU intentará imponer su hegemonía
militar para reposicionar a sus petroleras y controlar la mayoría de los
contratos y fondos destinados al macronegocio de la reconstrucción y al nuevo
equipamiento militar del país.
Hasta ahora la Compañía Petrolera
Nacional de Libia otorgaba los contratos de servicio para antiguos y lucrativos
campos petroleros esencialmente a las subsidiarias nacionales libias.
Ahora los pulpos petroleros USA-UE
como BP, Total, Exxon Mobil y la compañía petrolera de Qatar (principal
aliado árabe de la invasión militar) quieren involucrarse activamente en
nuevos yacimientos y acuerdos para participar de la privatización del
petróleo libio que posibiliten ingresos leoninos.
Y como ya fuera anticipado por
WikiLeaks comenzará una guerra feroz entre compañías estadounidenses y
europeas por la hegemonía de los mejores contratos.
El objetivo, tanto para EEUU como
para las potencias centrales de la UE, es controlar la comercialización y las
reservas de petróleo de Libia, terminar con la National Oil Corporation (NOC)
de Kadafi, privatizando la industria y la riqueza petrolera de Libia.
La NOC, controlada por el gobierno de Kadafi, figuraba en el puesto 25 entre las grandes corporaciones petroleras del planeta, según estimaciones de fuentes occidentales.
La NOC, controlada por el gobierno de Kadafi, figuraba en el puesto 25 entre las grandes corporaciones petroleras del planeta, según estimaciones de fuentes occidentales.
Washington busca que, como en
Irak, los grandes beneficiarios del apoderamiento de Libia sean Wall
Street, los gigantes petroleros anglo-estadounidenses, además de las
armamentistas y empresas de servicios del Complejo Militar Industrial del
Pentágono.
La destrucción y control de Libia se
proyecta como "gran negocio" donde participan las grandes corporaciones
financieras, comerciales y de servicios, junto con armamentistas, petroleras y
seguridad privada que contratan con el Pentágono.
Desde Wall Street y el sector de
Defensa (y posibilitado por la relación comercial Pentágono-contratistas del
Complejo Militar Industrial), se desprenden todas las líneas de decisión y
ejecución del macro-negocio con el armamentismo, el petróleo, la
"reconstrucción" y la infraestructura operativa de las invasiones y
ocupaciones (como Irak, Afganistán y ahora Libia) agregadas las bases
militares norteamericanas (se calculan en casi 1000) diseminadas por todo el
planeta.
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Como
sucedió con el régimen de Saddam Hussein en Irak, al "botín de guerra" petrolero
se suman los activos financieros libios depositados en bancos extranjeros.
Miles de millones de dólares que serán confiscados por los invasores
USA-europeos.
WikiLeaks ya había adelantado que la
privatización del banco central de Libia podría ser una “oportunidad”
única para los bancos de EE.UU. Y es muy probable que el Banco Central de
Libia (gerenciado por los "rebeldes"), termine alineado con el Banco de
Pagos Internacionales (BIS) radicado o en Suiza, el banco central de los
banqueros centrales.
Europa es totalmente dependiente del
petróleo externo, y EEUU solo cubre un 25% de sus necesidades y el resto tiene
que importar. Con una dato clave: La UE, antes del bombardeo a Libia,
recepcionaba el 80% de las exportaciones del petróleo libio.
Este es el
punto central que va definir el desenlace de la operación militar para derrocar
a Kadafi.
Probadamente, el objetivo central de
la operación imperial que hoy está destruyendo Libia y asesinando en masa a su
población, está determinada por el petróleo y el control geopolítico y
militar de las regiones petroleras (mayoritariamente situadas en países
árabes o islámicos) en manos de regímenes no dóciles a las potencias centrales.
Dentro de este escenario central,
EEUU y la UE desarrollan estrategias diferenciales y confrontan en una guerra
encubierta por el control de las reservas, las rutas y los oleoductos en Eurasia,
Medio Oriente y África.
Si bien ahora EEUU y las potencias de
la Unión Europea están "formalmente" juntos en la invasión a Libia, el cuadro de
situación tenderá a modificarse por las contradicciones y las disputas que
empiezan a surgir por el control del petróleo libio en la medida que los
mercenarios "rebeldes" se afiancen en el poder político.
Por otra parte, y según consigna el
presidente del Instituto de Oriente Próximo de Rusia, Evgueni Satanovski.“El
triunfo de los adversarios de Kaddafi significará que el país está bajo control
de Al-Qaeda y de los islamistas sunitas".
Para el experto, el futuro desarrollo
de los acontecimientos en este caso seguirá el guión somalí, es decir, habrá
guerra de "todos contra todos” y la desintegración del país".
Para Satanovski, lo único que le
permitiría a Libia mantenerse en forma de un Estado es la ocupación militar de
la OTAN. Si el régimen de Kadafi cae, “Libia dejará de existir en su forma
actual y se dividirá en tres partes”, pronostica. Lo más probable es que surjan
tres Estados que coincidan en territorio con tres regiones históricamente
existentes en el país: Tripolitania (suroeste del país), Cirenaica (sureste) y
Fizzan (sur), añade.
Un soldado islámico reconocido de la
CIA, Abdelhakim Belhadj tomó el mando militar de la capital de Libia. Belhadj es
el antiguo emir del Grupo Islámico Libio de Lucha (LIFG, por sus siglas en
inglés), incluido en la lista de "organizaciones terroristas" tras los atentados
del 11-S en Nueva York.
El propio Belhadj encabezó la toma del palacio presidencial de Kadafi al frente de más de mil hombres del cuerpo de élite de los rebeldes con experiencia en "guerras santas" como las de Afganistán e Irak. Sus primeras palabras tras la toma del símbolo del régimen las dedicó a comparar la toma de Trípoli con la conquista de la Meca.
El propio Belhadj encabezó la toma del palacio presidencial de Kadafi al frente de más de mil hombres del cuerpo de élite de los rebeldes con experiencia en "guerras santas" como las de Afganistán e Irak. Sus primeras palabras tras la toma del símbolo del régimen las dedicó a comparar la toma de Trípoli con la conquista de la Meca.
En su diseño original, la operación
militar presionada por EEUU en la ONU busca la hegemonía norteamericana en el
Norte de África, una región que históricamente fue dominada por Francia y,
seguida en influencia por Italia y España.
Los golpes encubiertos de la CIA (disfrazados de "revueltas populares", en las
regiones petroleras africanas intenta eliminar la influencia de potencias de la
Unión Europea, como Francia, e instalar regímenes políticos "democráticos"
ultra dependientes de Washington. Ese es el objetivo central.
La estrategia global de EEUU en el
Norte de África rediseña una geopolítica de apoderamiento de toda la región,
consolidada en el plano militar por el comando del AFRICOM. Este despliegue
afecta los intereses de China y busca terminar con la influencia de la Unión
Europea en el norte africano, incluida Libia.
Y hay un dato insoslayable a la hora
de proyectar el futuro de Libia. La Unión Europea es ultradependiente del
flujo del petróleo libio. El 85% del crudo de ese país, antes de la
operación militar internacional contra Kadafi, se importaba hacia las potencias
centrales europeas. Además, el gas libio se transporta a través del gasoducto
Greenstream que atraviesa el Mediterráneo.
La lógica del interés económico,
determina el enfrentamiento intercapitalista por el reparto y crea un nuevo
escenario de guerra con las potencias disputando áreas de influencia en el botín
de la ocupación.
Este es el punto donde los intereses
estratégicos de Washington y la Unión Europa, socios habituales en la
depredación capitalista del planeta, chocan en Libia. Tras la operación militar,
y más allá del resultado, los socios imperiales intentarán aplicar su propia
agenda de apoderamiento del petróleo libio y de los negocios emergentes de la
conquista militar.
Tras la operación militar de
despedazamiento de Libia, con Kadafi aún en la resistencia y con la
perspectiva de un guerra de "todos contra todos" protagonizada por los
grupos de mercenarios de la CIA que hoy tienen el control político, los socios
imperiales USA-UE ya están intentando aplicar su propia agenda de apoderamiento
del petróleo de ese país.
Este es, en síntesis, el elemento
central (la guerra intercapitalista por el petróleo) que va definir el
desenlace imperial y el futuro de Libia en la era post-Kadafi.
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
Ver sus trabajos en Google y en IAR Noticias
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