La suprema corte de Estados Unidos emitió
esta semana un fallo favorable a la corporación Wal-Mart en su disputa
con un millón y medio de trabajadoras que la acusaron de discriminación
sexual en las condiciones de trabajo, específicamente en su política
salarial y oportunidades de ascenso. La decisión de la corte se dividió
en dos partes: en la primera fue unánime en contra del derecho de las
trabajadoras a demandar a la empresa conjuntamente (“class action”);
en la segunda, el asunto específico de la discriminación sexual, no
hubo unanimidad. En esta parte los cuatro jueces liberales, de los nueve
que integran la corte, dieron la razón a las demandantes, y los cinco
jueces conservadores concedieron la razón a la empresa.
El antecedente de la demanda se remonta a 2001, cuando siete
empleadas de esa empresa se quejaron ante las autoridades laborales
porque, no obstante realizar el mismo trabajo que otros empleados del
sexo masculino, sus salarios y las oportunidades de ascenso habían sido
escasos. En Wal-Mart 70 por ciento de los empleados son mujeres y sólo 3
por ciento de ellas han alcanzado puestos directivos. Una de las
demandantes, cuyo número aumentó hasta llegar al millón y medio, jamás
ha recibido un ascenso en los 17 años que tiene de trabajar en esa
empresa.
De acuerdo con los especialistas, el fallo es histórico por tres
razones diferentes: por el extraordinario número de demandantes, más de
un millón y medio; porque con en el fallo se incluyen una serie de
taxativas que hacen casi imposible entablar demandas colectivas en el
futuro, y porque los cinco magistrados que desecharon la demanda
específica de discriminación sexual consideraron que no hay una base
para considerar que en Wal-Mart hay una política corporativa diseñada
para discriminar a las mujeres en su cadena de tiendas en Estados
Unidos. No hubo mención a la forma en que esta situación afecta a las
mujeres que trabajan para esa cadena en otros países como México.
Como resultado de esta decisión, con la que se imponen una vez
más las chicanerías jurídicas sobre las de carácter moral, será muy
difícil entablar demandas colectivas, y su resultado práctico es que las
corporaciones tendrán una ventaja evidente frente a las demandas que
trabajadores o consumidores hagan en forma individual. Este asunto es
sólo la punta de un iceberg en cuya base subyace un sistema jurídico que
favorece a las grandes corporaciones, cuando están en juego importantes
asuntos de carácter económico, como en el caso de Wal-Mart.
Es curioso cómo en los países occidentales se critica la opresión de
la mujer en los países musulmanes, pero abierta o subrepticiamente se
violan sus derechos elementales. Tal vez se crea que, por ahora, es
suficiente no obligarlas a usar burka en público y concederles el
derecho a conducir vehículos.
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/06/27/opinion/016a1pol
http://www.jornada.unam.mx/2011/06/27/opinion/016a1pol
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