(apro).-El terremoto de Japón empieza a descubrir poco a poco la
personalidad de su política basada en el pragmatismo eficaz y ha
reactivado los viejos debates de siempre: la parálisis económica, el
problema demográfico y la energía nuclear.
El experto Ken'ichi Ikeda, del Departamento de Psicología Social de la Universidad de Tokyo, explica en entrevista para Apro que los políticos japoneses harán algunos reacomodos.
“Primero, una posible coalición amplia como alternativa de gobierno
para superar la crisis nacional; segundo, un posible cambio de
generación para darle más poder a nuevos políticos y, tercero, una
organización sistémica de gobierno, especialmente para construir una
fuerte relación entre la burocracia central y los políticos bajo un
liderazgo más consistente”, enumera.
La primera medida ya camina. El 19 de marzo, el gobierno de Naoto
Kan, del Partido Demócrata Japonés (PDJ), convocó a una reunión de
gabinete (donde se le unieron incluso los comunistas y los
socialdemócratas) para superar la crisis. Si bien el Partido Liberal
Democrático (PLD) rechazó entrar en cualquier colación de gobierno con
el PDJ, expresó su disposición a cooperar para la reconstrucción.
Esto se puede explicar, dice Ikeda, por el hecho de que realmente no
hay mucha diferencia entre estos dos partidos, los más importantes de
Japón.
“A pesar de que el PDL es conservador y el DPJ es liberal, hay mucho
empalme de posiciones en la Dieta (las cámaras), “las nuevas
generaciones de miembros de la Dieta del PLD comparten mucho en común en
sus posiciones políticas con la joven generación del PDJ”, explica.
En sus páginas de Internet, los partidos de Japón muestran las
medidas que, junto al gobierno, comienzan a tomar para superar la
crisis. Poco antes, en la editorial que lanzó después del terremoto (13
de marzo) el periódico liberal Asahi Shimbun hay una fuerte
crítica hacia el partido en el poder y la oposición por enfrascarse en
“batallas partisanas” sobre el gasto y los escándalos sobre el
financiamiento de la política.
Pocas horas antes del terremoto, el mismo 11 de marzo, este diario
publicó una entrevista con los expertos estadunidenses en política
japonesa, Sheila Smith y Michael Green, quienes señalaron que desde hace
tiempo se presenta un deseo de cambio en la sociedad, a consecuencia
del estancamiento en la política.
“Durante el movimiento de reforma política de 1993, muchos pensaron
que un debate amplio sería el resultado de la emergencia de dos grandes
partidos en Japón (PLD, PDJ), pero hoy no existe esta discusión en la
Dieta (congreso japonés)”, dijo Sheila Smith.
“El último asunto (la renuncia del ministro de Relaciones Exteriores
Seiji Maehara) sólo se enfocó en la crítica del individuo, no hubo
discusión alrededor de una opción o un curso político para liderar la
nación”, dijo Michael Green.
Antes del terremoto, el gobierno de Naoto Kan se tambaleaba no sólo
por la renuncia de Maehara, sino por los escándalos de corrupción en su
partido y la presión interna para disolver la Cámara baja y llamar a
elecciones anticipadas.
Esta presión sobre la figura del Primer Ministro no es actual; desde
1990 han desfilado14 dirigentes que fracasaron al tratar de revertir el
estancamiento económico de 20 años. Aunque este cambio de dirigentes no
significa cambio, sino continuidad, pues los elementos más destacados de
los principales partidos desciendan de antiguas generaciones de la
aristocracia política y económica. Por ejemplo, Yukio Katoyama, Primer
Ministro de 2009 a 2010, es descendiente de Ichiro Hatoyama, quien ocupó
el puesto en 1955.
La familia Hatoyama está vinculada a la creación de universidades y
se ha granjeado el mote de la “familia Kennedy japonesa”. Su
predecesor, Taro Aso, es descendiente de un prominente samurai de la
restauración Meiji, de un Primer Ministro y de hombres de negocios
propietarios de la Aso Mining Company.
El tambaleante poder del premier japonés no se compara con la fuerza
de la burocracia central, el motor que realmente echa a andar el país
(Apro, Japón: los olvidos del Halcón Aso, 2008). La burocracia japonesa
recluta sus miembros de las mejores universidades del país, como la de
Tokio; controla los negocios y la economía mediante la “guía
administrativa”, una facultad otorgada por La Ley de Procedimientos
Administrativos de 1993 que le da la facultad de dar guía y
recomendaciones a los políticos sobre asuntos públicos. Diversos
especialistas han dedicado a la burocracia japonesa amplios estudios que
examinan su poder, como Sociedad en camisa de fuerza, de Masao Miyamoto, de 1993, y El bizarro mundo del servicio público, escrito por Aki Wakabayashi en 2009.
La imagen de la burocracia emerge por la alianza que debe hacer con
el ejecutivo para superar la crisis, y por las noticias del 22 de marzo
publicadas por Times, que denuncian: Esta la burocracia japonesa ahorcando la ayuda humanitaria?
En el artículo se describen los miles de trámites que deben hacerse
para que se pueda organizar la ayuda y las trabas que los voluntarios
deben sortear para ayudar, además de la lentitud de la respuesta por el
intrincado mundo de burócratas a quienes hay que pedir autorización.
Estas élites y su cerrazón movieron a Japón a cambiar después de 53
años de hegemonía del conservador PLD a una nueva opción: el PDJ; sin
embargo, los dos gobiernos del PDJ se tambalean como todos sus
predecesores, pues el Primer Ministro Naoto Kan cuenta con sólo 20 % de
popularidad y, según Ikeda, no ha logrado manejar bien ningún aspecto de
la economía. A esta situación se le ha suma la creciente popularidad
del presidente del PLD, Sadakazu Tanigaki, y lo que él mismo admitió
como “la peor crisis de Japón desde la Segunda Guerra Mundial”.
El estancamiento
Masami Imai, experto en economía y Director del Centro Mansfield Freeman de Estudios del Este Asiático, refiere en la entrevista que el tema más espinoso de la política en Japón es la economía.
“Hay muchos ejemplos de cómo el partido en el poder pierde su
mayoría por la recesión”, explicó. “El más reciente es la pérdida de la
mayoría del PLD en la Casa de Representantes durante las elecciones que
tuvieron lugar en la severa recesión del 2009”, dice Imai.
La recesión hizo que en los primeros dos meses del 2011 Japón cediera
a China su segundo lugar tradicional como potencia económica mundial.
De acuerdo con el documento Propuestas, publicado tras la dimisión de Yukio Hatoyama en junio de 2010 por el periódico conservador Yomuri,
Japón no se ha estancado en los 500 trillones de yenes anuales. Esto se
debe a la caída del índice de nacimientos y el envejecimiento de la
población, pues la población económicamente activa bajará de 87 millones
en 1995 a menos de 80 millones en 2012, y se estima que llegará a 70
millones en el 2027, lo cual tendrá enormes consecuencias para el
consumo y la producción.
El bajo crecimiento del PIB, afirma el documento, se agrava por la
deuda del gobierno que sube a 200% del PIB. Deuda que es manejada de
forma irresponsable por los gobiernos del PDJ, por tomar medidas
“populistas” como las pensiones para las familias que tengan niños y
para los campesinos, que tacha de “limosna” e insiste en “revivir la
economía y promover el crecimiento”.
El PDJ, sin embargo, enfrentará grandes retos para continuar con estas políticas. En un artículo del 23 de marzo, el Yomuri reportó
que, tras el terremoto, la reforma fiscal que el PDJ diseñaba para
financiar sus planes de seguridad social, además de la participación
japonesa en un pacto de libre comercio trans-Pacífico, no será viable.
Para iniciar la reconstrucción, añade el artículo, el partido en el
poder y la oposición piensan ya en subir los impuestos (especialmente al
consumo).
En entrevista para el periódico Asahi, el 24 de marzo el
economista japonés Yasunari Ueno advierte que una medida efectiva será
redibujar el gasto fiscal del 2011 tanto como sea posible para cancelar
eventualmente un aumento en el dinero que se da a las familias que
tienen niños y mantener el impuesto al ingreso corporativo. Y recomienda
subir el impuesto al consumo y no al ingreso, medida antipopular que,
para aplicarse, requiere muchos procedimientos políticos.
Además, dice Ueno, la nación enfrenta una crisis sin precedentes,
pero habrá una oportunidad para alcanzar una drástica revisión de las
prioridades de las medidas políticas para restaurar la salud fiscal y
reconstruir las comunidades después de dejar atrás el pensamiento
tradicional de peleas entre los ministerios del gobierno central.
"Los planes de reconstrucción implicarán tomar fuertes decisiones que traerán un costo político", advierte a Apro
Imai. "Si las situaciones del gasto público mejoran, el gobierno
simplemente puede emitir un amplio conjunto de bonos para financiar el
gasto de reconstrucción, pero con poco margen fiscal el gobierno estará
forzado a hacer ajustes fiscales que tendrán costos.
“Aún así —explica Imai—, el electorado japonés pondrá una especial
atención en el desempeño del gobierno durante un desastre natural”.
Especialmente cuando se recuerda todavía la tardanza que el Primer
Ministro Tomiichi Murayama tuvo cuando se registró el terremoto de
Kobe, y cuando las imágenes muestran que los ancianos fueron los más
afectados por el terremoto del 11 de marzo; un tema que, según Imai,
llama mucho la atención al electorado, pues en las zonas rurales más de
la mitad de la población tiene más de 65 años.
Así, también la reconstrucción será un tema de
política, dice Ikeda, en el que la eficacia política y la capacidad de
conseguir consensos será básica para el éxito.
“Creo que la recuperación económica continuará siendo lo
más importante. En particular, será el asunto central en las áreas
afectadas”, opina Imai.
Memoria
Aunado a la reconstrucción, la economía y la cuestión demográfica, el
debate nuclear fue abierto por los intelectuales japoneses ante las
radiaciones de Fukushima. En una entrevista a Le Monde y EL País
del 18 de marzo, el premio Nóbel de literatura Kenzaburo Oe puso el
dedo en la llaga de los capítulos traumáticos en la historia de su país.
Al igual que los activistas de Fundación de Apoyo a los Supervivientes
de la Bomba Atómica de Hiroshima, reclama ya la urgencia de revisar la
política nuclear.
Tanto el escritor como los activistas apelan a la memoria histórica,
al respeto por los muertos no sólo de Hiroshima, sino de los accidentes
en las centrales nucleares y a los afectados por las pruebas de bombas
de hidrógeno en el Atolón de Bikini.
La Asociación Médica de Hiroshima envió una carta a Naoto Kan el 19
de marzo, donde le advierte sobre los riesgos de la construcción de
plantas nucleares en un país con alto grado de sismisidad.
El desastre se ha prestado para que, de nuevo, los intelectuales
cuestionen la pertinencia del Tratado de Seguridad con Estados Unidos
(que el año pasado cumplió medio siglo) y el que no se respete el
pacifismo estipulado en el artículo 9 de la Constitución.
A raíz de la toma de conciencia de estos problemas, Kenzaburo Oe
concluye en la entrevista que Japón se acerca a una “nueva era”, la que
parece comenzar con el pánico, pues muchos japoneses han huido de las
áreas rurales e incluso de la capital.
Los medios nacionales y los canales de televisión muestran imágenes
que parecen evocar la cultura popular japonesa del ánimo que
recurrentemente emplea imágenes de un Japón distópico, traicionado por
su tecnología y amenazado por los desastres. Sin embargo, Ken'ichi Ikeda
piensa que no debe haber alarma, pues hay un consenso en el tema
nuclear.
Hasta antes del 11 de marzo el PLD apoyaba la construcción de más
plantas, pero a raíz del desastre de Fukushima ha puesto mayor énfasis
en fuentes alternativas. Ahora, su política es similar a la que sugiere
el PDJ sobre energías alternas.
“El gran asunto es en qué tipo de poder alternativo puede
ser”, dice Ikeda, “y cómo podemos obtener este poder (60,000,000 kw en
verano para todo el área de Kanto, incluyendo Tokyo) sin mucho aumento
en las emisiones de Co2”, dice Ikeda.
Nueva era
La columna Vox Populi, Voz Dei del 23 de marzo, publicada en el periódico Asahi,
decía que el terremoto de Ansei Edo, registrado en 1855, condujo a una
crisis parecida a la actual, que fue superada revitalizando la
economía, especialmente en las zonas de desastre. La columna llama a
“concentrar los fondos públicos en las áreas afectadas”. Y recuerda
cómo durante este terremoto los periódicos de madera comenzaron a pedir
“cambios sociales” que derivaron en la caída del shogunato y la
restauración Meiji (1868-1912).
“No importa qué le pase a la actual administración, no
tenemos más opción que subir los gastos de la reconstrucción a más de
123 mil millones de dólares (10 trillones de yenes)”, publica el diario.
De acuerdo con Ikeda, los japoneses gustan
de “gobiernos grandes” a pesar de la enorme deuda. Eso implica que
esperan que del gobierno redistribución de ingreso, seguridad social,
cuidado de las personas mayores, atención médica, infraestructura social
en desarrollo, regulación de amplios negocios y control de
importaciones y exportaciones. Pero, a la vez, no tienen mucha
confianza en él.
Recuerda cómo en 1995, durante el terremoto de Kobe, miles
de voluntarios ayudaron a levantar la ciudad. Ahora, los habitantes
compran la comida en las calles para no gastar energía eléctrica y para
levantar la economía nacional. El gobierno de Naoto Kan, dice Ikeda, ya
tiene problemas para coordinar a los voluntarios que se han inscrito
para ayudar en las zonas devastadas, y el optimismo parece encendido,
pues el 17 de marzo el canal Fuji reveló en un sondeo que el 94,6 % de
la población cree que se reconstruirá el país, sólo 2,6% lo duda.
“La dirección es muy clara. Creo que muchos japoneses ahora sienten
su identidad más que nunca y están mucho más orientados socialmente a
ayudar al otro y creer en el otro, creo que este pensamiento está en su
punto”, menciona,“tenemos sólo un camino: ir hacia arriba de nuevo”.
Fuente, vìa :
http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/89544
http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/89544
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