Algunos seguro que recordáis aquella época en la que nos apostábamos con el dedo preparado en la tecla Rec
del radiocassette para pillar en la radio el momento justo en que se
anunciaba nuestra canción favorita y el pesado del locutor de turno
dejaba de pisarla. ¿Pasaba algo? Además de aquella estúpida campaña de “Home taping is killing music“
que a España prácticamente ni llegó, no tenías ni el más mínimo
problema, ni remordimiento, ni sensación de estar haciendo nada malo…
obviamente, porque no estabas haciendo nada malo.
Ahora, en pleno 2011, Michael Robertson, la persona que ya irritó poderosamente a la industria de la música en 1997 con el lanzamiento de MP3.com y en 2007 con MP3Tunes.com, lanza un nuevo servicio, de nombre DAR.fm (Digital Audio Recorder), con la idea de hacer lo mismo que hacíamos con el radiocassette, pero en digital. La noticia la he leído en GigaOM y en Business Week,
y es de una lógica aplastante: con más de diez mil radios solo en los
Estados Unidos emitiendo música digital en la red a todas horas,
conseguir la música que quieres es tan sencillo como pedir a una
aplicación que escuche y grabe en un espacio destinado a tal efecto en
la nube.
La radio tiene el problema de que si no estás escuchándola justo en
el momento adecuado, te pierdes lo que querías escuchar. Lógica
aplastante: grábala. Y hazlo en un espacio personal en la red al que
puedas acceder desde donde quieras, desde cualquier dispositivo con
conexión. Grabaciones para uso estrictamente personal, como los
cassettes de antes, obtenidas de la radio. Tiene un identificador de
canciones individuales en una grabación, una aplicación que te permite
descargarlas a cualquier dispositivo, y hasta un recomendador que, según
escuchas canciones de tu repositorio, te ofrece otras parecidas.
¿Modelo de negocio? El lógico: almacenamiento. Dos GB gratuitos para
empezar, y si quieres más, servicio premium. ¿Algún problema?
Por supuesto, para una industria de la música que se niega a aceptar
que ya no vive en la era de la escasez sino en la era de la abundancia
ilimitada, el invento de Robertson supone un problema. De hecho, supone
el enésimo hueco por el que ven escurrirse su insostenible y absurdo
modelo de negocio. ¿Batalla legal? Posiblemente, pero en eso, Robertson
tiene también su experiencia, sus cicatrices y sus batallas ganadas, y
parece complicado que un juez impida que hagas algo que tiene un
precedente tan sumamente arraigado como el hacer grabaciones personales…
Afrontémoslo: el modelo hace aguas por todas partes. ¿Nos dejamos de
estupideces y planteamos su obviamente necesaria reconversión?
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