La imagen idealizada que se había
construido tiene como fuentes principales a los medios de comunicación
y, en particular, a la educación chilena. Los relatos que la historia
oficial ha construido no son otra cosa que propuestas interesadas y que
omiten la visión que los propios habitantes de la isla tienen de su
relación con Chile.
Para demostrar lo anterior podemos
considerar una de las fuentes que de forma sacrosanta se ha instalado
como la voz de lo que el Estado, mediante nuestro sistema educativo,
quiere que los jóvenes conozcan sobre este tema y respecto de lo cual se
espera que los profesores sean meros facilitadores obedientes: los
textos escolares.
El texto escolar oficial que actualmente es usado en Segundo Medio, al momento de enfrentar el tema de Isla de Pascua
y su anexión al territorio chileno nos pasea por una versión bastante
conocida. En una página, la 178, se construye un panorama bastante
condescendiente de lo que caracterizó a este proceso.
En dicho texto escolar, si bien en un
inicio se asume claramente que la anexión se debió esencialmente a
intereses de carácter estratégico, al desarrollar el tema termina
identificando esta acción con una actitud casi humanitaria del Estado,
relacionada con el hecho de que parte importante de la población Rapa
Nui estaba siendo esclavizada y era llevada a trabajar en faenas
agrícolas y mineras a Perú. Pero si algo de esa actitud
humanitaria es verosímil, al seguir leyendo descubrimos una serie de
omisiones que siembran una dudara razonable a este respecto.
El texto escolar continua y plantea que
en 1888 los jefes de la isla cedieron “la soberanía plena y entera de la
Isla de Pascua, y se reservaron los títulos de jefes de que estaban
investidos (…) Las tierras fueron entregadas en una concesión a una
empresa británica”. Esto que parece un acuerdo ordenado y beneficioso
para los isleños en realidad no resulta tan cierto. En el texto La memoria olvidada, Historia de los Pueblos Indígenas de Chile,
publicado el año 2004, que es un trabajo que intenta fijar algunas
certezas respecto a la desastrosa relación que el Estado Chileno ha
mantenido con sus pueblos originarios, y cuyo editor es José Bengoa,
se plantea que si bien esta cesión ocurrió, los sucesivos gobiernos no
cumplieron con su parte del acuerdo, que entre otras cosas incluía un
compromiso para proporcionar educación y desarrollo a los isleños.
Además, la entrega de la isla en arriendo a una empresa británica para
que la usara como hacienda ovejera vino a desmejorar aún más la
situación de los rapa nui, de hecho esto generara una serie de
cambios brutales en la isla, reordenando gran parte de sus costumbres y
cosmovisión, además del ecosistema de la isla (pág. 610-612).
A lo anterior se sumó la despreocupación
del Estado por la isla hasta la década de 1930, cosa que cambió ante el
temor de que la empresa inglesa inscribiera a su nombre las tierras,
frente a lo cual el Estado decide registrar de forma ARBITRARIA la
totalidad de las tierras en el Conservador de Bienes Raíces a nombre del propio Fisco (pág.
641). El texto escolar aludido omite este detalle de desafección del
Estado hacia la isla y sus habitantes, y sus resultados finales.
Ahora, cuando el texto escolar menciona
que recién en 1966 la población isleña obtuvo sus plenos derechos no
aclara que previo a ese momento, como lo plantea Bengoa, “no tenían la
nacionalidad chilena, eran apátridas, calidad jurídica que no solo les
prohibía viajar al continente, salvo raras excepciones, sino que tampoco
podían hacer abandono del país al no tener derecho a la obtención de un
pasaporte” (pág. 612)
Para coronar todo esto, hoy muchas veces
presentamos a la población rapa nui como verdaderas reliquias vivientes
de un pasado glorioso, pero que ya se fue y que bajo ninguna
circunstancia se espera que vuelva.
La visión que entrega el texto escolar
que hemos citado necesariamente debe ser revisada y contextualizada
adecuadamente. Así mismo, no se debe entender que los autores de dicho
texto sean responsables por si solos de construir esta visión acrítica.
Necesariamente estamos en presencia de algo mucho más complejo, estamos
hablando de una forma de construir nuestra sociedad y la memoria que la
sostiene de forma autoritaria y sin la más mínima participación de sus
protagonistas.
En conexión con esto mismo, en estos días hemos sido testigos de cómo se busca acorralar la enseñanza de la Historia al
disminuir parte de su disposición horaria. Claro, resulta evidente que
si como profesores estamos dispuestos a releer nuestra Historia,
disminuir horario suena más a querer instalar una conformidad con la
versión oficial que a intentar que nuestros niños, niñas y jóvenes
aprendan de verdad sobre la(s) Historia(s) y sus procesos de
construcción.
Por Carlos Garrido González
Profesor de Historia y Ciencias Sociales
Magíster en Educación
Magíster en Educación
Vìa :
http://www.elciudadano.cl/2010/12/21/%C2%BFla-providencial-anexion-de-isla-de-pascua-al-territorio-chileno/
http://www.elciudadano.cl/2010/12/21/%C2%BFla-providencial-anexion-de-isla-de-pascua-al-territorio-chileno/
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