miércoles, 24 de noviembre de 2010

Mundo : Vibrio cholerae Javier Flores. A pesar de que las características principales de la bacteria y el tratamiento de la enfermedad son bien conocidas, es muy triste que todavía gran número de personas puedan verse afectadas e incluso mueran por un padecimiento que debería estar erradicado del planeta. La razón principal es la pobreza

El final de la primera década del siglo XXI se caracteriza por grandes avances en el conocimiento, pero también por la desigualdad. A la tragedia ocurrida en Haití a consecuencia del terremoto que cobró la vida de más de 150 mil personas, destruyó viviendas y gran parte de la infraestructura de esa nación, se suma ahora una epidemia de cólera. Las cifras que se han dado a conocer hasta ahora son provisionales, pues cada minuto se incrementan. Hasta ayer había 50 mil casos registrados en la isla, 21 mil personas hospitalizadas y mil 250 muertos. Una auténtica tragedia sanitaria provocada por el Vibrio cholerae, bacteria con potencial pandémico que, para ser enfrentada eficazmente, requiere de la mayor atención de los países de la región y de la más amplia solidaridad mundial.
Más allá de las definiciones técnicas, las enfermedades de la pobreza pueden entenderse como aquellas ante las cuales ya existe un remedio, es decir, se cuenta desde hace muchos años con los conocimientos y los elementos técnicos para su prevención, diagnóstico y tratamiento, pero se siguen presentando entre los grupos humanos y las regiones del planeta más pobres. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el número de casos reportados se ha incrementado en los años pasados a escala global. Entre 2000 y 2004 fueron notificados 676 mil 651 casos, y entre 2004 y 2008 se contabilizaron 838 mil 315, es decir, hubo un aumento de 24 por ciento. Lo anterior puede ser indicativo de la forma en que evoluciona la desigualdad en este siglo.
El vibrión colérico fue aislado por primera vez por Robert Koch en el siglo XIX, y ha sido la causa de al menos siete pandemias en los 170 años pasados. La primera ocurrió en 1817 y se originó en India. Uno de los episodios más recientes ocurrió en 1991 y afectó a varios países, incluido México. Los registros de las mismas se encuentran no sólo en las publicaciones científicas, sino también en diversas obras literarias como la célebre novela de Thomas Mann La muerte en Venecia –que fue convertida luego en una extraordinaria película por Luchino Visconti–, o la gran joya de Gabriel García Márquez: El amor en los tiempos del cólera, cuya historia la ubica el autor precisamente en el Caribe.
Pero la enfermedad en sí misma dista mucho del romanticismo. El cólera es una enfermedad diarreica aguda causada por el Vibrio cholerae. Usualmente se presenta una súbita y masiva diarrea acuosa, que puede acompañarse de náusea y vómito y puede causar la muerte por deshidratación en más de 50 por ciento de los casos severos que no son tratados de forma adecuada. La infección se produce por la ingestión de agua o alimentos contaminados con la bacteria, o por contaminación directa oral-fecal. En particular se considera de alto riesgo el consumo de pescados y mariscos crudos o poco cocidos, así como algunos granos sometidos a un insuficiente proceso de cocción.
Si bien el conocimiento sobre la estructura y funciones de los agentes infecciosos es siempre una tarea inacabada, es mucho lo que se sabe acerca de Vibrio cholerae. Han sido identificados cerca de 200 subgrupos de esta bacteria, a partir de las características de algunas proteínas (antígenos) presentes en la pared celular, pero sólo dos de ellos (los serogrupos O1 y O139) son los causantes de cólera epidémica o pandémica. La bacteria produce sus efectos nocivos sobre el organismo a través de dos factores de virulencia: la toxina corregulada (TCP) y la toxina colérica (CT), cuya estructura molecular ya ha sido determinada. El tratamiento consiste en la oportuna reposición de líquidos y electrolitos y el empleo de antibacterianos. El vibrión es susceptible a los antibióticos convencionales, pero son particularmente útiles la eritromicina y la doxiciclina. Para la prevención, se cuenta con medidas de higiene bien conocidas, como lavarse las manos, hervir el agua y consumir alimentos en buen estado. Además se cuenta ya con algunas vacunas.
A pesar de que las características principales de la bacteria y el tratamiento de la enfermedad son bien conocidas, es muy triste que todavía gran número de personas puedan verse afectadas e incluso mueran por un padecimiento que debería estar erradicado del planeta. La razón principal es la pobreza. El terremoto llevó a millones de seres humanos a la miseria y dañó gravemente la infraestructura sanitaria en Haití, lo que constituye el mejor caldo de cultivo, para ésta y otras plagas.
Se han reportado en los días recientes algunos casos aislados en Estados Unidos y República Dominicana, lo que muestra el riesgo de que la epidemia pueda extenderse. México debe comprometerse y brindar la mayor ayuda posible a Haití, incluso por su propia seguridad.

Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2010/11/23/index.php?section=opinion&article=a03a1cie

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