MÉXICO, D.F., 15 de septiembre (apro).- Con tristeza y miedo, México
celebra los 100 años de la Revolución y los 200 de haber logrado su
Independencia.
El mismo día de las fiestas patrias, ocho ciudades del norte del país
cancelaron los festejos, mientras que en el Zócalo del Distrito Federal
–el centro histórico y político de la nación– miles de policías,
francotiradores y soldados, más que desfilar, vigilaron que no ocurriera
algún atentado por parte de la delincuencia organizada, convertida en
un grupo de poder capaz de poner en entredicho al presidente de la
República y al propio Estado mexicano.
El recuerdo que los mexicanos tendrán de esta celebración es que fue todo lo contrario a lo que se esperaba.
“No hay nada que celebrar”, fue el comentario que por semanas se
escuchó entre la gente, desalentada por los años violentos que se han
vivido, sobre todo en algunos estados en los que el crimen organizado ha
desplazado a las autoridades de gobierno y de seguridad pública,
irguiéndose aquel como única autoridad.
Aunque el mandatario de Estados Unidos, Barack Obama, rectificó días
después, las palabras de la secretaria de Estado de ese país, Hillary
Clinton, quedaron retumbando en el gobierno de Felipe Calderón cuando
dijo que en México los grupos del narcotráfico tienen tintes de
“insurgencia”.
Y no es la primera vez que desde el gobierno de Washington hacen una
declaración de ese tipo en torno de la situación que priva en México. En
enero de 2009, J. N. Mattis, general, US Marine Corps Commander y US
Joint Forces Command del Departamento de Defensa de Estados Unidos, se
refirió a México como “Estado fallido”.
Los principales dirigentes políticos del gobierno y del Congreso, así
como articulistas oficiales, salieron en defensa de la patria, pero
nadie pudo rebatir los datos que sostenían esta percepción: 28 mil
muertos en la lucha por el control del narcotráfico por parte de los
principales cárteles, decenas de zonas controladas por estos últimos,
ciudades al borde de la ingobernabilidad --Tijuana, Ciudad Juárez,
Culiacán, Monterrey, Saltillo, Nuevo Laredo, Reynosa y Chihuahua--,
miles de familias emigrando a Estados Unidos y miles de desaparecidos.
Además de toda esta violencia, la situación se agrava con la
corrupción en todos los niveles de gobierno. Tanto, que policías,
jueces, ministerios públicos, sacerdotes, gobernadores, militares y
funcionarios están comprados por el narcotráfico.
Si en 1810 México vivió una lucha por la Independencia y en 1910
enfrentó una Revolución, en este 2010 sufre una “guerra” perdida contra
el narcotráfico, que ha sumido a la población y al gobierno en el
terror.
Felipe Calderón ya no realiza actos al aire libre por temor a un
atentado y la residencia presidencial, conocida como Los Pinos, es una
fortaleza cubierta por francotiradores, soldados, vallas de acero y
policías antimotines.
Días antes del famoso “Grito de Independencia”, en el Zócalo
capitalino, las propias autoridades desalentaron a la gente a que
asistiera y que mejor siguiera por televisión el festejo. Y es que el
miedo se ha apoderado de los mexicanos y de su gobierno.
Y más: En los diarios mexicanos, los nombres de los próceres de la
Independencia y de la Revolución –Hidalgo, Morelos, Villa, Zapata,
Madero– han sido desplazados por los de los jefes de los principales
cárteles --El Chapo, El Azul, El Mayo, El Lazca, La Barbie, El Barbas, El JJ,
etc.-- , quienes ahora encabezan los nuevos cambios del país en la
formación de una “sociedad narca” que comparte sus nuevos códigos de
superación personal mediante el trafico de drogas, el trasiego ilegal de
mercancías, la extorsión y el secuestro.
Se trata de la “nueva revolución” encabezada por estos personajes que
en 10 años han transformado al país, sumiéndolo en un estado de ánimo
sombrío, pues han demostrado que tienen más poder e influencia social
que los diputados, senadores, presidentes municipales y gobernadores
juntos.
Son los nuevos líderes que se protegen con sus propios ejércitos de
sicarios, armados con equipo comprado en Estados Unidos, país donde
tienen sus negocios financieros.
Después de 200 años de gestas independentistas y revolucionarias,
México ha sido sorprendido por una nueva guerra de guerrillas que ya ha
cobrado miles de muertos y desaparecidos, y la formación de una
generación de jóvenes que prefieren morir a los 20 años como sicarios,
que abandonados, ya viejos, en sus pueblos.
Este es el nuevo drama que vivimos los mexicanos, una situación a la
que no se le ve una salida y que provoca un desánimo generalizado. El
Grito de Independencia, pues, no será de mucha alegría y júbilo, sino
más bien de protesta por la incompetencia de todas las autoridades,
empezando por la presidencial.
Fuente, vìa :
http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/83427
Carton :magu@jornada.com.mx
http://www.jornada.unam.mx/2010/09/15/index.php?section=cartones&id=0
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