De todas las explicaciones del origen de la crisis mundial actual, la
más generalizada es la que la atribuye a la crisis financiera que ha
creado una enorme inestabilidad del sistema financiero, en la que los
mercados financieros, extremadamente cautelosos por el temor de salir
quemados, no están ofreciendo crédito o no compran deuda externa. En
parte, esto es cierto. Pero esta situación es un síntoma de un problema
mayor, no la causa. Ésta es la enorme concentración y polarización de
las rentas, un tema tabú que no se discute y que no aparece en los
medios. Pero, a no ser que se actúe en corregirla, poco se adelantará en
la resolución de la crisis. Veamos los datos.
En el año 1928, el año en que se inició la Gran Depresión en EEUU, un
1% de la población estadounidense recibía el 24% de toda la renta
nacional. En 2007, año en el que se inicio la crisis en EEUU, el 1% de
la población recibía también un 24% de toda la renta nacional. Este
porcentaje descendió marcadamente con las reformas del New Deal, que
fueron continuadas con las reformas realizadas después de la II Guerra
Mundial, y con las reformas de la Great Society, alcanzando un 9% en los
años setenta. A partir de entonces se inició la respuesta del capital
(que había estado a la defensiva durante todo aquel periodo) a través de
las políticas neoliberales del Presidente Reagan. Tales políticas (que
fueron seguidas por Bush senior, Clinton y Bush hijo) revertieron
aquella concentración alcanzando, de nuevo, un 24% en 2007. ¿Por qué
esta concentración es un problema?
El hecho de que haya tal concentración de las rentas implica que
disminuye el porcentaje de la renta que va a la mayoría de la población
(clase trabajadora y clases medias) y ello como consecuencia de que el
crecimiento de la productividad no se distribuye equitativamente. En
lugar de repercutir en mejorar los salarios, tanto individuales como
colectivos (es decir, el gasto en protección social y estado del
bienestar), tal incremento de la productividad beneficia primordialmente
a las rentas del capital que crecen en una proporción, sin precedentes.
Del 1980 al 2005, el 80% del incremento de la renta en EEUU se desplazó
al 1% de la población. Ello creó las condiciones para las crisis. La
disminución de las rentas del trabajo significó el empobrecimiento de la
gran mayoría de la población, creando un grave problema de demanda. La
población no tenía la suficiente capacidad adquisitiva que le permitiera
comprar y, con ello, estimular la economía. Esta pérdida de la
capacidad adquisitiva se resolvió temporalmente mediante el crédito y de
ahí el enorme endeudamiento, también facilitado por los bajos intereses
del capital, necesario para mantener la demanda.
Pero llegó un momento (año 2007) en que aquella manera de mantener la
demanda se interrumpió. ¿Por qué? Ahí está la otra cara de la moneda,
es decir, de la enorme concentración de las rentas y de la riqueza.
Cuando esta concentración ocurre se dan las bases que se creen burbujas
especulativas. Si la gente puede ir comprando sus viviendas, sin
requerir grandes endeudamientos, las casas se irán construyendo en la
medida que haya demanda para tales viviendas. Pero, cuando hay un
desfase entre la productividad y la distribución de las ganancias de
este aumento de productividad, el capital, que encuentra mayor
rentabilidad en actividades especulativas que en las actividades de la
economía productiva (consecuencia de la baja demanda de productos y
servicios), invertirá en actividades especulativas, como las
inmobiliarias, bajando a su vez los intereses bancarios para estimular
la demanda de viviendas. Pero así se alcanza un desequilibrio entre la
cantidad de viviendas y su precio (enormemente inflado) por una parte, y
la capacidad de compra por la otra, que explica que llegue un momento
en que la burbuja explota. ¿Y por qué explotó en 2007? Pues, porque la
banca, que había estado invirtiendo, además de en actividades
inmobiliarias, en otros instrumentos especulativos, se vio que había
alcanzado sus límites especulativos. No podía continuar un sistema
basado primordialmente en especulación, facilitado por unas políticas
desreguladoras de la banca que le permitió hacer lo que quería. Y así se
colapsó, afectando a todo el sistema financiero.
El sistema bancario europeo, centrado en la banca alemana, tuvo, y
continúa teniendo, un problema gravísimo. Además de estar contaminada
con productos tóxicos derivados de su conexión con la banca
estadounidense, ha prestado mucho dinero a los bancos españoles y
griegos, habiendo también comprado mucha deuda pública de éstos y otros
países, que ahora no pueden recuperar. De ahí que la banca de los países
centrales (Alemania y Francia principalmente) dejaran de prestar
dinero, con lo que se creó el colapso del sistema financiero, originando
un gravísimo problema. No sólo debido a la falta de crédito (que
también) sino porque las burbujas crean una riqueza artificial (es decir
el país se cree más rico de lo que es) y cuando explotan crean un
problema enorme de demanda. Las personas están súper-endeudadas y no
pueden pagar sus hipotecas.
Y por otra parte, los precios de la vivienda siguen tan elevados –un
30% por encima de lo que deberían estar- que la gente no puede comprar. A
no ser que bajen para ubicarse en una situación más acorde a los
salarios, no veremos una solución. Y esto es lo que ocurre también en
España. Existe en nuestro país un excesivo desfase entre salarios y
precios del consumo, que explica el enorme endeudamiento. Los países más
desiguales en la UE-15 (los PIGS: Portugal, Irlanda, Grecia y Spain)
son los que están más endeudados (tanto privada como públicamente). Y
ello se debe precisamente a lo bajos que son los salarios tanto los
individuales como los colectivos (es decir, el estado del bienestar). No
es de extrañar, pues, que sean los países más afectados por la crisis.
La solución es fácil de ver. Una gran redistribución de la riqueza
(con recuperación de las políticas fiscales progresistas) y un gran
aumento del gasto público que permita sustituir la demanda que se ha
perdido y así estimular la economía y crear empleo en áreas como los
servicios públicos del estado del bienestar, que están subfinanciadas.
Que sea fácil de ver no quiere decir que se haga, ya que la enorme
concentración de las rentas y de la propiedad determina una enorme
influencia política que condiciona el comportamiento de los gobiernos, y
muy en particular de los países, como España, en que las desigualdades
son enormes y la influencia del poder económico en las instituciones
políticas es desmesurada. Véase la resistencia del gobierno Zapatero,
que no se atreve a recuperar la progresividad fiscal, subiendo los
impuestos a los ricos. No tienen el valor político de tomar medidas
impopulares entre los que más tienen. Y ahí está parte del problema.
Artículo publicado en Sistema Digital.
Fuente, vìa :
http://www.attac.es/de-lo-que-no-se-habla-sobre-la-crisis/
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