Democracy Now
¿En qué se
relacionan 500 millones de huevos y la democracia? El masivo retiro del
mercado de huevos infectados con salmonelosis, el retiro más grande en
la historia de Estados Unidos, nos permite ver el poder que las grandes
corporaciones tienen, no sólo sobre nuestra salud, sino también sobre
nuestro gobierno.
Aunque son muchas las marcas que han sido
retiradas del mercado, todas pueden rastrearse hasta llegar a sólo dos
granjas de producción de huevos. Cada vez más, la provisión de alimentos
está en manos de compañías cada vez más grandes que ejercen un enorme
poder sobre nuestro proceso político. Así como pasa con la industria
alimenticia, sucede también con las petroleras y los bancos:
corporaciones gigantescas (algunas con presupuestos más grandes que el
de la mayoría de los países) están controlando nuestra salud, nuestro
medio ambiente, nuestra economía y, cada vez más, nuestras elecciones.
El
brote de salmonelosis es sólo el más reciente de una serie de episodios
que muestra a una industria alimenticia desenfrenada. Patty Lovera,
subdirectora del grupo por la seguridad alimentaria Food & Water
Watch, me dijo: “Históricamente, siempre ha habido resistencia por parte
de la industria a todo tipo de norma de seguridad alimentaria, ya sea
dictada por el Congreso o por otros organismos gubernamentales. Existen
grandes asociaciones comerciales para cada sector proveedor de nuestros
alimentos, desde los grandes productores agroindustriales hasta las
tiendas de comestibles.”
Los huevos contaminados con salmonelosis
provenían de sólo dos granjas factoría, Hillandale Farms y Wright County
Egg, ambas de Iowa. Detrás de este brote está el emporio del huevo de
Austin “Jack” DeCoster. DeCoster es propietario de Wright County Egg y
también de Quality Egg, proveedora de pollos y de alimentos para pollos
de las dos granjas de Iowa. Patty Lovera afirma que: “DeCoster es un
nombre que se escucha mucho cuando uno empieza a hablar con conocedores
de la industria del huevo o con personas que provienen de los estados de
Iowa, Ohio o de los otros estados en que DeCoster opera. Por eso
creemos que DeCoster es el claro ejemplo de lo que sucede cuando tenemos
este tipo de concentración y producción a gran escala. No se trata sólo
de seguridad alimentaria o sólo de daño ambiental o del trato que
reciben los trabajadores. Cuando estamos frente a este tipo de
producción masiva, responsable de tantos de nuestros alimentos, se trata
de un paquete completo de efectos colaterales negativos.”
La
agencia de noticias Associated Press brindó un resumen de las
violaciones a las normas sanitarias, de seguridad y laborales presentes
en las operaciones de DeCoster con huevos y cerdos en varios estados. En
1997, la empresa DeCoster Egg Farms acordó pagar una multa de dos
millones de dólares luego de que el entonces Ministro de Trabajo Robert
Reich calificara su granja de “tan peligrosa y opresora como cualquier
empresa maquiladora.” En 2002 la compañía de DeCoster pagó un millón y
medio de dólares para llegar a un acuerdo en referencia a una demanda
legal presentada por la Comisión Federal de Igualdad de Oportunidades
Laborales en representación de mujeres mexicanas que informaron haber
sido sometidas a acoso sexual, incluso violación, abusos y represalias
por parte de sus supervisores. Este verano, otra compañía vinculada a
DeCoster pagó ciento veinticinco mil dólares al Estado de Maine por
acusaciones de trato cruel a los animales.
A pesar de todo esto,
DeCoster ha prosperado en el negocio de huevos y cerdos, lo que lo pone a
la altura de otras grandes corporaciones, como BP y los grandes bancos.
El derrame de petróleo de BP, el más grande en la historia de este
país, estuvo precedido por una larga lista de hechos criminales y graves
violaciones de las normas que datan de varios años, una de las más
conocidas: la gran explosión de la refinería de la ciudad de Texas que
se cobró la vida de quince personas en el año 2005. Si BP fuera una
persona, habría ido a prisión hace mucho tiempo.
La industria
financiera es otra delincuente crónica. Poco tiempo después del mayor
desastre financiero mundial desde la Gran Depresión, bancos como Goldman
Sachs, llenos de dinero tras el masivo rescate financiero
gubernamental, interfirieron en el proceso legislativo que intentaba
controlarlos.
El resultado: un nuevo y ampliamente ineficaz
organismo gubernamental de protección del consumidor, además de una
implacable oposición a la designación, para la dirección de este
organismo, de la defensora de los derechos del consumidor Elizabeth
Warren, quien supervisaría a los bancos tanto como el nuevo organismo se
lo permitiera. Este es el motivo por el cual se oponen a su designación
los banqueros, entre ellos, Timothy Geithner y Larry Summers, a quienes
el Presidente Obama nombró como Secretario del Tesoro y Asesor
Económico, respectivamente.
Se permite a las corporaciones
internacionales operar prácticamente sin supervisión ni regulación. Se
permite que el dinero de las grandes empresas ejerza influencia sobre
las elecciones, y por ende, sobre la conducta de nuestros
representantes. Luego de la decisión de la Corte Suprema en el caso
presentado por el grupo de derecha Citizens United, que permitirá
donaciones corporativas ilimitadas a las campañas, el problema va de mal
en peor. Para ser elegidos y mantenerse en el poder, los políticos
deberán satisfacer más y más a sus donantes empresariales. Se podría
decir que el zorro vigila al gallinero (y a los huevos podridos que hay
en él). Sin embargo, hay esperanza. Existe un creciente movimiento para
reformar la constitución de Estados Unidos, para quitar a las
corporaciones el estatus legal de “persona jurídica”, concepto por el
cual las corporaciones tienen los mismos derechos que las personas
normales.
Esto haría que las corporaciones estuvieran sujetas a la
misma supervisión que existió durante los primeros cien años de la
historia de Estados Unidos. Pero para que las personas sean las únicas
con derecho a la participación política será necesario un verdadero
movimiento de base, dado que el Congreso y el gobierno de Obama parecen
no ser capaces de implementar ni siquiera los cambios más básicos. Como
dice el refrán: “si quieres hacer una tortilla, tienes que romper
algunos huevos”.
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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2010 Amy Goodman
Amy
Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional
que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en
inglés y en más de 250 en español. Es co-autora del libro "Los que
luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios
en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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