La guerra del capital contra el trabajo necesita de
más guerras para producir las necesarias devastaciones nacionales
ocasionando la destrucción de los estados con la clara intencionalidad
de dominar a través de las corporaciones. Un grupo de estas venden las
armas, otras financian los lobbys para que los gobiernos caigan bajo el
dominio de los organismos multilaterales, otras diseñan el plan de
recontracción de los países destruidos, otras privatizarán los servicios
públicos, otras se adueñarán de los recursos naturales del territorio,
otras de la mano de obra esclavizada en empresas bajo su tutela, y
finalmente el resultado será más miseria, más pobreza, más esclavitud
silenciada por los privados medios a sus servicios, y más muerte de
seres humanos sometidos a la plutocracia universal jamás antes conocida
por la historia humana.
Las consecuencias de estas maniobras siniestras ha sido la crisis actual que sobrevive la gente hoy bajo el caos ecológico, la devastación de bloques de naciones enteras por una sola de estas corporaciones imperiales, el masivo desempleo, la carga de millones de hombres bajo el yugo de la enfermedad, la guerra, el hambre, la miseria y el olvido. Todo este caos mundial con el único fin de conservar el sistema más destructivo que la satánica menta humana ha desarrollado. Nada importa a las elites que gobiernan imperialmente a través de las corporaciones al mundo de hoy. Ni el agua, ni el aire, ni la tierra, ni el fuego. Jamás antes han muertos tantos niños en tan poco tiempo. Nunca se había encontrado la humanidad tan muerta de sed y hambre que hoy.
Pero ellos, las pequeñas cantidades de grupos humanos multimillonarios, sólo piensan en las ganancias, siempre en más y mayores ganancias, como en una pesadilla, acuciados por un demonio maligno, adictos al flujo de capital en acumulación y aumento, no tienen más sensibilidad que para el interés y la deuda, todos arropados por la corrupción que mantiene al sistema sobreviviendo de los restos, de los cadáveres por naciones, pueblos, civilizaciones enteras, y el mundo aumenta en caos, diseña nuevas confrontaciones, y educa a través de las pantallas de televisión a nuevos zoombies que nunca podrán entender que están al servicio de los pocos poderosos.
Las consecuencias de estas maniobras siniestras ha sido la crisis actual que sobrevive la gente hoy bajo el caos ecológico, la devastación de bloques de naciones enteras por una sola de estas corporaciones imperiales, el masivo desempleo, la carga de millones de hombres bajo el yugo de la enfermedad, la guerra, el hambre, la miseria y el olvido. Todo este caos mundial con el único fin de conservar el sistema más destructivo que la satánica menta humana ha desarrollado. Nada importa a las elites que gobiernan imperialmente a través de las corporaciones al mundo de hoy. Ni el agua, ni el aire, ni la tierra, ni el fuego. Jamás antes han muertos tantos niños en tan poco tiempo. Nunca se había encontrado la humanidad tan muerta de sed y hambre que hoy.
Pero ellos, las pequeñas cantidades de grupos humanos multimillonarios, sólo piensan en las ganancias, siempre en más y mayores ganancias, como en una pesadilla, acuciados por un demonio maligno, adictos al flujo de capital en acumulación y aumento, no tienen más sensibilidad que para el interés y la deuda, todos arropados por la corrupción que mantiene al sistema sobreviviendo de los restos, de los cadáveres por naciones, pueblos, civilizaciones enteras, y el mundo aumenta en caos, diseña nuevas confrontaciones, y educa a través de las pantallas de televisión a nuevos zoombies que nunca podrán entender que están al servicio de los pocos poderosos.
La
guerra del capital contra el trabajo ha producido la más grande miseria
de la historia, y genera el mayor desequilibrio en el cosmos, más allá
del obre terrestre, allende las galaxias, se expande un humo negro que
proviene de sus industrias para la muerte. Ya nada importa en este
planeta que no sea el interés, la usura, la deuda, la corrupción para
sostener al monstruo que se come la cola, pero que se alimenta del
cadáver de las civilizaciones, ningún valor, ninguna ética tiene
supervivencia en un mundo donde el principio fundamental es la
competencia, para ganar, y ganar sin importar a costa de quiénes ni de
cómo. Es la materialización del egoísmo llevado a la potencia más alta,
sin tomar conciencia de que este es el resultado de un estado mental
atrofiado y suicida.
Todas las manifestaciones
de individualidad e independencias son ficticias ante el imperio de las
corporaciones sobre el mundo de los teledirigidos seres humanos de hoy
en día. Nadie tiene más poder que las abstractas marcas de productos que
son las verdaderas individualidades que chupan, absorben, captan, el
ser del ser humano, y disuelven su naturaleza esencial en una
cosificación absoluta que manejarán con dígitos, los productos son la
significación de una personalidad, y no su ser natural, dime lo que usas
y te diré quien eres, o mejor dicho, qué consumes y te diré quien eres.
O mejor aún consumo, luego existo.
La guerra
del capital contra el trabajo ha disuelto las fronteras nacionales y ha
creado un nuevo mapa mundial de relaciones humanas a través de un
sistema que es manejado por las corporaciones que utiliza a su vez un
orden mundial guiado por organismos multilaterales. Son estos los que
han conformado un único estado cuyo organismo de defensa y seguridad
proviene de los EEUU y sus más de 800 bases militares rodeando al globo.
Nadie puede rebelarse ante la magnitud de esta fuerza destructiva capacitada para poder mantener varias guerras simultáneamente y permitir el control sobre grupos nacionales diversos. Además, existe la planificación para anticiparse a estos intentos de rebeldía, y se ha ubicado en principal instancia los recursos que el sistema necesita para seguir produciendo consumo, estos son la energía necesaria, la fuerza natural que permite mantener al sistema vivo. El petróleo, el agua, el gas, el territorio para el cultivo de drogas, las masas que serán esclavizadas, todo este arsenal configura la energía básica para mantener al sistema vivo.
Nadie puede rebelarse ante la magnitud de esta fuerza destructiva capacitada para poder mantener varias guerras simultáneamente y permitir el control sobre grupos nacionales diversos. Además, existe la planificación para anticiparse a estos intentos de rebeldía, y se ha ubicado en principal instancia los recursos que el sistema necesita para seguir produciendo consumo, estos son la energía necesaria, la fuerza natural que permite mantener al sistema vivo. El petróleo, el agua, el gas, el territorio para el cultivo de drogas, las masas que serán esclavizadas, todo este arsenal configura la energía básica para mantener al sistema vivo.
No hay
límites para mantener controlado al mundo de hoy, y la tecnología, y la
ciencia son armas para mantener al mundo bajo el yugo del imperio de las
corporaciones. Con ambas se ha dominado a la humanidad y se las
mantiene seducidas, sumisas, incapaces de dar un paso adelante para
liberarse de este mal globalizado.
La cultura, la educación, las religiones se han conformado en armas violentas para la esclavitud, y todo forma un solo mecanismo de automatización que los medios masivos diseñan para más y mejores esclavos en el futuro. La mente es el campo de batalla y los medios son los instrumentos de este dominio totalizado. Quien domine la mente dominará al mundo. Y eso es lo que está logrando con eficacia y eficiencia la dictadura mundial de las corporaciones.
La cultura, la educación, las religiones se han conformado en armas violentas para la esclavitud, y todo forma un solo mecanismo de automatización que los medios masivos diseñan para más y mejores esclavos en el futuro. La mente es el campo de batalla y los medios son los instrumentos de este dominio totalizado. Quien domine la mente dominará al mundo. Y eso es lo que está logrando con eficacia y eficiencia la dictadura mundial de las corporaciones.
¿Cómo
cambiar las cosas? ¿Qué podemos hacer para cambiar el rumbo de los
acontecimientos en pleno desarrollo? Dada nuestra indefensión ante tanta
fuerza descomunal puesta al servicio de los pocos poderosos, sólo nos
queda responder mediante la resistencia inteligente. Si logramos
mantenernos fuera del influjo de los mecanismos de sometimiento y
esclavitud del imperio, primero que nada lograremos liberarnos de su
poder sobre nuestras mentes individuales. Luego viene la fase de la
colectivización de esa libertad, es decir, de la socialización de la
resistencia inteligente frente a la todopoderosa fuerza esclavizadora
del imperio de las corporaciones.
Una vez que hemos creado una cadena real de organismos inteligentes y libres del yugo imperial viene por efecto la ruptura con los mecanismos de educación e información que forman parte del sistema, y esta alternativa es la que produce un estado mental resistiendo al influjo imperialista donde quiera que se encuentre.
¿De qué manera podemos resistir al sistema? Pensamos que además de la resistencia inteligente viene a relucir la sistemática desinformación y deseducación para revelar la naturaleza real del sistema, y una vez que la mente humana reconoce la esencia del mismo conviene naturalmente en resistirlo, ya que se trata de una situación de vida o muerte. La diferencia del antes y después consiste en que antes éramos ignorantes de la naturaleza de nuestro destino orientado a la autodestrucción sistemática, y después somos individuos resistiendo una entropía global dirigida a sostener al sistema mediante el caos globalizado. Claro que moriremos, pero conscientes de haber luchado en contra de un sistema inhumano y siniestro, sólo diseñado para sostener una minoría humana a costa del resto de la humanidad indefensa dejando abierta la posibilidad de resistir hasta la victoria final.
Una vez que hemos creado una cadena real de organismos inteligentes y libres del yugo imperial viene por efecto la ruptura con los mecanismos de educación e información que forman parte del sistema, y esta alternativa es la que produce un estado mental resistiendo al influjo imperialista donde quiera que se encuentre.
¿De qué manera podemos resistir al sistema? Pensamos que además de la resistencia inteligente viene a relucir la sistemática desinformación y deseducación para revelar la naturaleza real del sistema, y una vez que la mente humana reconoce la esencia del mismo conviene naturalmente en resistirlo, ya que se trata de una situación de vida o muerte. La diferencia del antes y después consiste en que antes éramos ignorantes de la naturaleza de nuestro destino orientado a la autodestrucción sistemática, y después somos individuos resistiendo una entropía global dirigida a sostener al sistema mediante el caos globalizado. Claro que moriremos, pero conscientes de haber luchado en contra de un sistema inhumano y siniestro, sólo diseñado para sostener una minoría humana a costa del resto de la humanidad indefensa dejando abierta la posibilidad de resistir hasta la victoria final.
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