MÉXICO, D.F., 14 de julio (Proceso).- Para el investigador Edgardo
Buscaglia, es “inaudito” que las instituciones responsables del combate
al crimen organizado carezcan de instrumentos para desmantelar las
redes patrimoniales y financieras de los cárteles de la droga; máxime
que, sostiene, casi el ochenta por ciento de los sectores económicos
del país están infiltrados por el narco. En estas condiciones, afirma
el asesor del Instituto de Entrenamiento para el Mantenimiento de la
Paz de la ONU, el gobierno de Felipe Calderón no tiene con qué
sostener, con posibilidades reales de éxito, el combate al
narcotráfico.
Los cárteles de la droga y sus redes patrimoniales y financieras, que
son base de su expansión y su capacidad de respuesta frente a los
embates del gobierno federal, permanecen intocadas, y mientras no se
destruyan las cadenas de testaferros y complicidades entre políticos y
capos, “la guerra contra el narcotráfico puede darse por perdida desde
este momento”.
Quien sustenta esta tesis es Edgardo Buscaglia, profesor visitante y
coordinador del Programa Internacional de Justicia y Desarrollo del
Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
El también catedrático de la Universidad de Columbia y asesor del
Instituto de Entrenamiento para el Mantenimiento de la Paz de la ONU
puntualiza: El gobierno de Felipe Calderón no se preparó para enfrentar
la guerra contra el narcotráfico. Y considera inaudito que las
instituciones responsables del combate criminal no cuenten con
instrumentos para desmantelar las redes patrimoniales y financieras
extendidas dentro y fuera de México.
Esa es la razón, explica el investigador, de que más de la mitad de
los casi 2 mil municipios del país estén “completamente feudalizados”
por el crimen organizado y de que sus figuras simbólicas –Joaquín El
Chapo Guzmán Loera, Ismael El Mayo Zambada, Ignacio Coronel, Eduardo
Costilla, El Coss, entre otros– ejerzan no sólo el poder criminal, sino
que hayan construido andamiajes muy sólidos para que sus cómplices se
posicionen en las estructuras del poder político y empresarial del país.
Especialista en el estudio del crimen organizado a escala
internacional, Buscaglia señala que la banca mexicana está infiltrada
por el dinero de la delincuencia y es cómplice de los grupos
delincuenciales “por omisión”; el motivo: no cumple con las
recomendaciones del Grupo Financiero Internacional (Gafi) para prevenir
el lavado de dinero, ni utiliza el instrumental técnico y legal del que
dispone para impedir que el dinero sucio circule por las arterias del
sistema financiero”, pues en muchos casos –dice Buscaglia– los
banqueros argumentan que estas medidas les elevan los costos de
operación.
–¿La pasividad de la banca mexicana para actuar en materia de lavado
de dinero y otros delitos financieros se traduce entonces en una
abierta complicidad? –se le inquiere.
–El sector financiero debe transformarse en un partícipe activo que
apoye al gobierno federal. Lamentablemente no vemos este apoyo operativo
hasta hoy. Lo veo paralizado, pasivo, se arrastra de los pies. Debería
de haber mucho más activismo en ese sentido.
Explica: “Cuando por omisión o porque estás arrastrando los pies no
estás implementando las mejores prácticas internacionales que la banca
de la Unión Europea está aplicando de manera efectiva, pues no hay duda
de que (quiérase o no) se está siendo cómplice de una situación
catastrófica de delincuencia organizada y de corrupción política que le
cuesta al país miles de muertos al año y deriva en una ingobernabilidad
que ya parece irreversible”.
A poco más de tres años y medio de que el presidente Felipe Calderón
lanzó su cruzada contra el narcotráfico, es evidente que la política
criminal del régimen carece de instrumentos eficaces para desarticular
los esquemas financieros del crimen organizado. Según Buscaglia, esta
tarea es muy importante porque se trata de “quitarle el dinero a los
narcos” para descapitalizarlos y vencerlos. Pero “eso no se ha hecho,
por desgracia”, afirma.
En consecuencia, reitera, los cárteles de la droga se desplazan
impunes por todo el territorio nacional, desde Tijuana hasta Quintana
Roo; incluso en Centroamérica, Sudamérica, Europa, Asia y África. Por
todos lados corre el dinero sucio de las drogas, y muchas de esas
fortunas están en manos de políticos, empresarios y de una red de
testaferros que, dice Buscaglia, “son actores intocados en México”.
Políticas fallidas
Cuando se le pregunta si el gobierno federal cuenta con instrumentos
para investigar las redes patrimoniales y financieras de las
organizaciones criminales, Buscaglia afirma: “Sí los hay, pero no se
utilizan en forma adecuada.”
Y se explaya: “Ahí están los registros públicos de la propiedad
mercantil, que contienen una mina de oro donde se puede comenzar a
implementar lo que se llama una ‘minería de datos’ para poder vincular
patrimonios con testaferros, patrimonios con personajes políticos o
accionistas que están ligados a la delincuencia organizada.”
Dice Buscaglia que lo grave de todo es que el gobierno ni siquiera ha
comenzado a recabar esa información para analizarla y así respaldar la
Ley de Extinción de Dominio, aprobada por el Senado de la República el
2 de abril de 2009.
Además, insiste, esa ley, básica para despojar al narcotráfico de sus
bienes y mermar su fuerza, carece de un instrumento clave: el insumo
de la información sobre los personajes que administran, desde la
política o desde el sector empresarial, el patrimonio de la
delincuencia.
Para explicar cómo funciona una Ley de Extinción de Dominio en forma
eficaz el especialista alude al caso colombiano, tan exitoso como
cuestionado. En la década pasada ese país, como ocurre ahora en México,
fue devorado por el narcotráfico; incluso la campaña de un candidato a
la presidencia, Ernesto Samper, fue financiada por el cártel de Cali,
según denunció el periodista Alberto Giraldo en su libro Mi verdad
(Planeta 2005).
El reportero, ya fallecido, fue amigo y publirrelacionista de los
hermanos Rodríguez Orejuela. Dice en su texto: “Desde 1979 los hermanos
Rodríguez, con el apoyo financiero de (sus socios) José Santa Cruz
Londoño y Hélmer Herrera participaron financieramente en las elecciones
presidenciales”.
Buscaglia sostiene que, a diferencia de México –donde la Ley de
Extinción de Dominio carece de respaldos informativos–, en Colombia los
fiscales tenían el mapa patrimonial y criminal cuando decidieron
enderezar una causa penal.
“Cuando el fiscal quiere impulsar una causa penal en contra de una
persona, le solicita a las unidades de inteligencia o le solicita (a lo
que en México sería la Secretaría de Hacienda) los insumos del mapa
patrimonial para que se puedan seguir líneas de investigación que vayan
más allá de la persona física que están deteniendo”, explica el
investigador.
–¿Se actúa de oficio? –le pregunta el reportero.
–Lo más interesante es que en Colombia la Ley de Extinción de Dominio
no es un instrumento reactivo, sino proactivo: se actúa de oficio para
poder desmantelar el mapa patrimonial, el cual debe ser delineado
previamente al impulso de la causa penal.
“En México, por el contrario, no hay mapas patrimoniales o no se
quiere investigar al respecto. Esa ley tiene sus ventajas porque las
investigaciones se pueden encauzar incluso por la vía no penal y se le
baja la carga de la prueba al Estado. Pero insisto: en México esos mapas
(financieros y patrimoniales del narcotráfico o de la delincuencia en
general) todavía no están delineados.”
Estudioso del fenómeno de la delincuencia en 150 países, Buscaglia
sostiene: “Un insumo para apoyar la aplicación de la Ley de Extinción de
Dominio es precisamente intervenir el Registro Público de la
Propiedad, sacar escrituras, analizar la información que existe. Ese
trabajo debe hacerse en cada una de las entidades para identificar el
mapa patrimonial y criminal que obviamente se extiende mucho más allá
del país.”
Y añade: “Honduras y Guatemala tendrían que hacer lo mismo, para
después cruzar información a nivel regional. El poder de la delincuencia
organizada mexicana llega a esos países, a pesar de la supuesta
guerra, y más allá de esos territorios. Sin embargo, es muy importante
comenzar por casa e identificar ese mapa patrimonial en la economía
legal.”
Dice Buscaglia que esta labor serviría para neutralizar la corrupción
que existe tanto en el Distrito Federal como en los estados: “Lo ideal
sería una colaboración operativa entre la Secretaría de Hacienda, la
Unidad de Inteligencia Financiera, así como entre las unidades de
investigación patrimonial del Distrito Federal (que existen desde hace
dos años) y la PGR.”
Sostiene que es difícil saber a cuánto ascienden las ganancias
anuales generadas por el tráfico de drogas, pero, con base en la
información que posee sobre el modus operandi de los cárteles, él
calcula que el 78% de los sectores económicos del país están
infiltrados.
Por eso lamenta que la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA, por
sus siglas en inglés) “caricaturice” a la delincuencia organizada y la
considere una actividad ilegal dedicada exclusivamente al
narcotráfico.
Según Buscaglia, a las fuentes de ingreso de los grupos criminales se
suman actividades delictivas como la trata de blancas y la piratería,
que generan altas sumas de dinero.
Una propuesta
Edgardo Buscaglia refiere que la información publicada en marzo de
2009 pasado por la revista Forbes sobre la fortuna de El Chapo Guzmán,
jefe del cártel de Sinaloa, calculada en mil millones de dólares, fue un
golpe mediático que se halla muy lejos de la realidad.
“No tiene un fundamento técnico porque no se tomaron en cuenta otros
tipos de delitos, enormemente importantes, que no están considerados
como fuentes de ingreso”, sostiene.
El dinero del narcotráfico florece en México, y aunque no se puede
todavía acreditar, es “muy visible” en la economía legal: en empresas y
sindicatos, así como en giros que sirven para lavar dinero, como los
bienes raíces (uno de los más boyantes) y la compra de tierras, agrega
el investigador.
Además de la violencia, que cada vez es más exacerbada, el gobierno
de Felipe Calderón enfrenta otro problema: el lavado de dinero, quizá el
delito más difícil de acreditar, pues son pocos casos en los que la
Procuraduría General de la República ha logrado sentencias en firme,
dice Buscaglia.
Lo anterior se agrava debido a un hecho: desde hace varios meses la
Unidad Especializada en Investigación de Operaciones con Recursos de
Procedencia Ilícita de la PGR tiene problemas para sostener un fiscal a
la cabeza.
En esta área se ha observado un manejo irregular al menos desde el
año pasado y ejemplo de ello es que hasta el 15 de junio de 2008 José
Luis Marmolejo fue responsable de investigar el lavado de dinero. Tras
su salida, la dependencia se quedó sin titular durante tres meses y 15
días. Luego fue nombrado César Augusto Peniche, quien posteriormente
dejó el cargo, pero el entonces procurador Eduardo Medina Mora, quien
decía preocuparle el problema del blanqueo de capitales en el país, no
designó un nuevo titular en esa unidad investigadora.
Esto explica en buena medida por qué las investigaciones más serias
relacionadas con el lavado de dinero del narcotráfico en México derivan
de indagatorias realizadas en Estados Unidos.
Por ejemplo, el pasado 12 de junio la Oficina de Control de Bienes
del Departamento del Tesoro de Estados Unidos congeló bienes y activos
de 15 empresas y nueve personas en México, Colombia y el Caribe
presuntamente relacionadas con el capo colombiano Fabio Enrique Ochoa
Vasco, quien inició su carrera delictiva en el cártel de Medellín.
La investigación puso al descubierto –según la OFAC, por sus siglas
en inglés– una red de empresas afincadas en Guadalajara, Jalisco, que
eran manejadas por Luis Pacheco Mejía, presunto prestanombres de Ochoa
Vasco. Las compañías operan en dos ramas de la economía mexicana: el
campo y la industria de la construcción; de hecho, ésta última ha sido
la más socorrida por los narcotraficantes para lavar dinero en México.
Las empresas cuyos activos fueron congelados por la OFAC son
Granoproductos Agrícolas, SA de CV, Grupo GLP Constructora, SA de CV,
Grupo Constructor Inmobiliario Pacar, SA de CV, y Cimientos La Torre, SA
de CV.
El pasado 15 de junio, el secretario de Hacienda y Crédito Público,
Ernesto Cordero, reconoció que la banca en México capta más de 10 mil
millones de dólares “excedentes”, es decir, cuyo origen no se explica
dentro de la dinámica de la actividad económica del país, por lo que
presumiblemente tienen un origen ilícito.
Por ello, el funcionario llamó a la banca mexicana y a las
instituciones financieras en general a frenar la entrada masiva de
dólares en efectivo al sistema bancario nacional.
La medida ya se puso en marcha: los bancos restringieron las
operaciones con esa moneda en las ventanillas, aunque sólo las relativas
a la compra de dólares. La venta de esta divisa no fue restringida,
así que cualquier persona o empresa puede comprar los dólares que
quiera en el momento en que lo desee.
Pero ante el flagelo del lavado de dinero, que según Buscaglia goza
de impunidad en México, la PGR carece de instrumentos legales eficaces,
si bien en septiembre de 2008 un grupo de expertos presentó a esa
dependencia el proyecto Mejoramiento en el marco jurídico y su
implementación contra la delincuencia organizada. Muchas de las reformas
en la materia aún no se discuten en el Congreso pese a la emergencia
que enfrenta el país en materia de seguridad y en su economía formal,
que se ve perforada por los llamados narcocapitales.
De acuerdo con ese estudio, el país no cumple con sus compromisos
internacionales. En el proyecto referido se expone: “México ha
promulgado instrumentos jurídicos cumpliendo con el 87% de las cláusulas
de la Convención de la ONU contra la Delincuencia Organizada (Palermo)
y con el 46% de las cláusulas de la Convención contra la Corrupción
(Mérida).
“Sin embargo, a través del análisis de expedientes judiciales se
observa que, en la implementación práctica de estos instrumentos, México
cumple sólo con el 64% de las cláusulas de la Convención de Palermo y
con el 23% de las de la Convención de Mérida contra la Corrupción. A
diferencia de México, Colombia ha alcanzado a implementar un 100% de las
cláusulas de ambas convenciones de la ONU en sus instrumentos
jurídicos e implementan activamente el 94% de ellos.”
En el caso de México, la ineficacia para combatir a la delincuencia
organizada y el lavado de dinero es crítica: en las instituciones
responsables del combate criminal existe “desempeño heterogéneo e
incertidumbre jurídica en la aplicación de las normas legales a la
Convención de la ONU de Palermo”, según el estudio.
Según el estudio, la atrofia institucional es más aún más crítica. En
los organismos que “luchan” contra el crimen organizado hay “ausencia
de programas de prevención de la delincuencia y asociaciones
delictuosas”.
Para enfrentar con efectividad al narcotráfico y a la delincuencia en
general, los investigadores proponen a la PGR, entre otras, las
siguientes medidas: reformar el artículo 400 bis del Código de
Procedimientos Federales para tipificar la “conversión de activos
patrimoniales en lavado de dinero.
Tipificar la manipulación de mercados por parte de accionistas o
empresarios en posesión de información confidencial; que la Unidad de
Inteligencia Financiera, la Unidad de Investigación Patrimonial y una
unidad específica dentro de la PGR coordinen y compartan sus bases de
datos con la Secretaría de la Función Pública y el Servicio de
Administración y Enajenación de Bienes (SAE) para cruzar información con
mayor efectividad y abrir líneas adicionales de investigación
patrimonial.
Otra propuesta, que al igual que las anteriores no se aplica –lo que
demuestra la atrofia institucional frente al narcotráfico–, es la
expansión y cruce de información a través de una mayor “minería de
datos” patrimoniales ligados a indiciados y personas jurídicas
vinculadas que involucra las bases de datos de los entes reguladores del
sistema financiero como la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, la
Comisión Nacional de Seguros y Finanzas, la Comisión Nacional del
Sistema de Ahorro para el Retiro y el Banco de México.
–Si existe todo este arsenal contra del crimen organizado, ¿por qué
no se usa? –se le pregunta a Buscaglia.
–Hace falta voluntad política y, en mayor medida, compromiso con el
país. Si no se implementan estas y otras medidas, México puede ser
devorado por el crimen junto con todo su sistema político infiltrado; y
algo peor: el país seguirá exportando violencia e ingobernabilidad al
resto del mundo.
fuente, vìa :
http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/81378
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