El último conflicto entre Venezuela y Colombia nos
permite comprobar la adhesión incondicional de la prensa española con el
gobierno de Uribe frente al de Chávez. Analizaremos cómo informan y se
posicionan tres periódicos españoles (ABC, La Vanguardia y El País) que
supuestamente responden a perfiles ideológicos distintos.
Tras
las recientes acusaciones del gobierno colombiano de colaboración del
gobierno de Chávez con las FARC, y las supuestas pruebas que presentan,
estos tres diarios publican el 24 de julio de 2010 los correspondientes
editoriales.
Las supuestas pruebas
Veamos qué clase de información está al alcance del lector a partir de lo que se publica en estos periódicos:
“En
declaraciones a Efe, una portavoz del Departamento de Estado recordó
que las pruebas mostradas el jueves por Bogotá en una sesión
extraordinaria del Consejo Permanente de la Organización de Estados
Americanos (OEA) incluyeron fotografías, mapas y vídeos que
"presuntamente" prueban la presencia en Venezuela de campamentos de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).” (1)
En
los mapas por supuesto no se ve nada, salvo localizaciones de puntos
concretos donde si dice que hay algo. Los vídeos no se publican en los
medios, y en cuanto a las fotografías, aquí podemos ver un ejemplo,
El pie de foto dice,
“Guerreros de las FARC en un campamento en suelo venezolano, una de las pruebas aportadas a la OEA”.
Efectivamente,
cualquier lector puede ver que esos hombres son “guerreros de las
FARC”, que el paisaje sólo puede ser de Venezuela y que, por tanto, la
foto constituye una “prueba” del apoyo de Chávez a las FARC. Periodismo
serio.
En La
Vanguardia del 23 de julio encontramos un escueto párrafo parecido al
anterior donde se habla de las “pruebas”, añadiendo aquí unos
“testimonios” de los que no se concreta nada:
“Hoyos
habló durante dos horas y denunció que en el lado venezolano de la
frontera con Colombia hay 39 lugares que serían bases de las FARC. El
representante colombiano presentó fotografías, vídeos y testimonios,
además de ofrecer las coordenadas de los supuestos campamentos
guerrilleros.”
Y finalmente en El País, también del 23 de julio, en texto destacado habla de “pruebas”, no supuestas pruebas,
“Bogotá presenta en la OEA las pruebas de la presencia de las FARC en Venezuela”
Este diario se explaya algo más sobre el tema, añadiendo a lo anterior un supuesto “ordenador requisado”,
“el
embajador colombiano ante la OEA, Luis Alfonso Hoyos, presentó
fragmentos de vídeos, fotografías y mapas que, según él, demuestran la
existencia de esos refugios terroristas en Venezuela. Esas pruebas
gráficas provienen de diversas diversas fuentes, principalmente de 20
terroristas desmovilizados y de un ordenador requisado al líder de la
guerrilla Jaime Manuel Lara,”
Observamos
la mezcla de elementos objetivos (“prueba”) con subjetivos (“según
él”), lo cual crea cierta confusión al lector. Es decir, lo que aporta
el representante colombiano, ¿son elementos que “prueban” algo o caben
otras interpretaciones? El caso es que las acotaciones como “según él”
en general escasean, siendo más frecuente leer que lo que enseña
Colombia son “pruebas”, a secas, ni siquiera “supuestas pruebas”,
“presuntas pruebas” o “indicios”.
Además,
el lector no tiene prácticamente ninguna información de lo que enseñó
el gobierno de Colombia, por lo que no puede hacer un juicio personal.
Quienes sí hace esos juicios, tanto en los apartados de opinión como en
los de información, son los propios diarios, y a poco que el lector
confíe en ellos, su opinión coincidirá con las respectivas líneas
editoriales.
Por
último, es fundamental señalar que en ningún lugar de las informaciones
se habla del apoyo del gobierno de Chávez a las FARC, sólo de la posible
presencia de éstas en territorio venezolano. A pesar de esto, veremos
cómo los periódicos asumen tendenciosamente lo primero.
La valoración de las supuestas pruebas en los editoriales
Los
tres diarios asumen que lo enseñado demuestra que las FARC operan desde
Venezuela y que además eso significa que reciben el apoyo del gobierno
de Chávez,
“Lo
que Colombia ha llevado por primera vez al seno de la OEA son pruebas de
que, además de este apoyo dialéctico y moral, los terroristas
colombianos han recibido ayuda material por parte de las autoridades
venezolanas.” (ABC)
“el representante de Bogotá ante la OEA ha presentado pruebas de la relación entre Caracas y las FARC” (La Vanguardia)
“LAS
RELACIONES entre la Colombia de Álvaro Uribe y la Venezuela de Hugo
Chávez han sido malas desde hace años, pero han ido empeorando a medida
que Bogotá adquiría la certeza del apoyo, plenamente documentado, del
populista líder venezolano a las muy debilitadas guerrillas de las
FARC.” (El País)
Así
pues, lo que ni siquiera aparece en las informaciones de los propios
diarios se constituye en la línea editorial de éstos. Hay, pues, un
posicionamiento claro a favor del gobierno colombiano, que merece toda
credibilidad para estos diarios.
Como
consecuencia de este crédito, aun cuando no se ha demostrado que las
FARC tengan bases en Venezuela, y mucho menos que reciban el apoyo
material de Chávez, los periódicos consideran que es ahora Chávez quien
debe probar que allí donde se dice no están las FARC. En otras palabras,
enviar alguna comisión a las decenas de lugares señalados en los mapas
para verificar si está o no la guerrilla. El País sólo lo menciona este
punto,
“nuevas
pruebas de que dirigentes de las FARC, al frente de cientos de
insurgentes, operan desde campos en el interior de Venezuela y pidiera
una comisión internacional de verificación. Caracas ha vuelto a negar
enfáticamente lo primero y rechazado lo segundo.”
pero los otros dos periódicos lo piden de manera explícita,
“conviene
que la comunidad internacional intervenga entre los dos países para
investigar qué hay de cierto y qué no en las denuncias y actuar en
consecuencia.” (La Vanguardia)
“lo que debería hacer Chávez es desmentir las acusaciones con pruebas” (ABC)
La “buena fe” que hubo con las “pruebas” de armas de destrucción masiva en Irak
El
embajador de Venezuela en Estados Unidos, Bernardo Álvarez, ha visto un
paralelismo de este caso con las tristemente famosas “pruebas” de las
armas de destrucción masiva en Irak, poco antes de que Estados Unidos se
embarcara en la matanza que todos conocemos. (2)
Ahora
sabemos que no había tales armas y muchas más cosas del montaje y la
propaganda que llevó a la invasión de Irak, pero en 2003 la prensa
también dio cierta credibilidad a las fotografías y dibujos que enseñó
el entonces Secretario de Estado de Estados Unidos, Colin Powell, el 5
de febrero de 2003. El día siguiente los tres periódicos que analizamos
también publicaron editoriales sobre ese tema y concedieron crédito a
Powell,
“De los
documentos que Washington ha decidido finalmente compartir con la
comunidad internacional se desprende para un observador de buena fe que
Bagdad se ha embarcado antes de la llegada de los inspectores de la ONU
en un plan de ocultamiento y traslado de agentes químicos y biológicos,
que sigue fabricando en laboratorios móviles. Los datos —grabaciones
telefónicas, imágenes de satélite— sugieren el camuflaje de lugares de
producción, el ocultamiento de archivos informáticos o el maquillaje de
antiguos emplazamientos de esos arsenales.” (El País)
Obsérvese
que para El País, supuestamente opuesto a esa guerra, la “buena fe”
consiste en creer la propaganda de Estados Unidos. Más contradictorio
aún fue el discurso de La Vanguardia, que también se opuso a la guerra,
“Naturalmente,
hay que partir de las bases del rigor y de la buena voluntad. Si, como
en algún momento se insinuó desde la tribuna de oradores del Congreso de
los Diputados en España, las pruebas presentadas por Powell están
manipuladas, no hay discusión razonable posible, porque todo se reduce a
una cuestión de fe.”
Un
párrafo que se da patadas con la lógica, empezando porque las “bases”
son contradictorias. El rigor exige no tener buena voluntad sino ser
escéptico y admitir que las pruebas pueden estar manipuladas (como luego
se demostró). La diferencia con el caso colombiano es que ahora ni se
menciona la posibilidad de manipulación.
El
ABC no rechazó la guerra, aunque pidió que se aprobara por la ONU, como
si eso supusiera alguna diferencia para las víctimas. Este diario
asumía que Irak representaba una “gravísima amenaza para la seguridad de todos” y describía la intervención de Powell en los siguientes términos:
“una sesión informativa de Powell que resultó aleccionadora y algo más que indiciaria del potencial letal de Sadam”
Así que lo que hizo Powell entonces fue “informar”, como se supone que hace también el ABC.
Espías colombianos y fosas comunes en Colombia, temas que no interesan
Para
valorar el diferente rasero con que se miden las acusaciones
colombianas o venezolanas, veamos el caso de los supuestos espías
colombianos que han entrado en Venezuela. En el último año hubo al menos
dos ocasiones en que las autoridades venezolanas detuvieron a
individuos colombianos con acusaciones de espionaje y propósitos
subversivos. (3) Fueron acusaciones graves que crearon cierta tensión
diplomática y por supuesto con los rituales desmentidos por parte de
Colombia. ¿Qué cobertura se dio de esos hechos? Nada, silencio absoluto.
¿Qué
habría ocurrido si hubiera sucedido al revés? Imaginemos que el
gobierno colombiano detiene a unos venezolanos con la acusación de
espionaje e intento de sabotaje del sistema eléctrico. Eso en plena
crisis eléctrica, cuando se estaba racionando el uso de la energía y el
agua a causa de una grave sequía. ¿Es concebible que la prensa no
hubiera dicho absolutamente nada?
Otro
hecho mucho más grave y reciente ha sido el descubrimiento de una
enorme fosa común en Colombia con más de 2 mil cadáveres. (4) En los
mismos días en que el gobierno colombiano acusaba a Venezuela de
albergar guerrilleros de las FARC, una misión de la Unión Europea y
Estados Unidos ha certificado la existencia de esta fosa, atribuyendo
los muertos al ejército colombiano y los paramilitares. ¿Qué han dicho
los tres periódicos que analizamos? Nada, ni una palabra. ¿Podemos
concebir que de encontrarse una fosa en Venezuela, con miles de muertos
atribuidos al ejército venezolano, y certificada por la UE y Estados
Unidos, habría tal silencio mediático?
Conclusiones
El
sesgo mediático entre Colombia y Venezuela opera a dos niveles. Primero
está la selección de los hechos noticiables, los que se considera que
deben publicarse. Hemos visto un caso muy grave, el de la fosa común,
que coincide temporalmente con las acusaciones de Colombia hacia
Venezuela, y otros, los de los presuntos espías colombianos, en que las
acusaciones son las inversas. Pues se habla extensamente de los hechos
que pueden perjudicar al gobierno de Chávez y se calla totalmente con
los que perjudican al de Uribe.
El
segundo nivel es el del discurso. Lo que procede de fuentes oficiales
colombianas (o estadounidenses) tiene credibilidad, hasta el punto de
convertirse en “pruebas”. En cambio, las negaciones del gobierno
venezolano no tienen ningún valor, proponiéndose incluso la inversión de
la carga de la prueba, esto es, que Venezuela tiene que demostrar que
las FARC no están en su territorio (como Saddam Hussein tenía que
demostrar que no tenía armas de destrucción masiva)
Por
último, existe una práctica de antiética periodística. En vez de
proporcionar al lector abundantes datos y pocas opiniones, con el fin de
que éste pueda formarse una opinión propia, hay una ausencia casi total
de datos y una saturación de opiniones en la misma línea. Esto se llama
propaganda.
Notas:
No hay comentarios:
Publicar un comentario