Mi
nombre es Angélica Sotelo Valbuena, vengo de Bogotá, Colombia. Mi
ciudad es la capital del país y puede compararse con una metrópoli, es
muy grande, tiene variedad de personas y de cultura.
¿Cómo te enteras de la existencia de una beca en Cuba?
Me
entero porque mi mamá pertenece al Partido Comunista, provengo de una
familia que tuvo una militancia política muy activa. Ella fue quien me
comentó de la posibilidad de una beca en Cuba antes de yo graduarme de
bachiller. Vi que en Colombia no podía continuar mis estudios, si optaba
por trabajar no sería rentable porque aún no tenía los 18 cumplidos y
el que me contrataba lo hacía por la mitad del salario que le paga a un
trabajador normal. O sea, el pago sería mínimo. Entonces le dije a mi
mamá que hiciéramos los trámites para la beca. Hicimos la petición al
Partido y luego formalizamos los documentos, hasta que me salió la beca.
¿Por qué no podías continuar estudios en Colombia?
Mi
familia es de un status de ingresos financieros muy bajo. Mi mamá es
enfermera y hace más de dos años que está desempleada. Se dedica a
realizar trabajos eventuales cuando la llaman. Mi papá trabaja en el
campo y es agricultor de café. Somos tres hermanas hembras, yo soy la
mayor, la que me sigue tuvo que pedir un préstamo a una institución para
realizar estudios en un técnico. O sea, se pasa la petición a un
Instituto de que quieres estudiar y comunicas las dificultades, ellos
evalúan el caso. Lo aprueban, si le es conveniente. Ellos prestan un
dinero que al terminar la carrera se tiene que pagar del salario
devengado con altas sumas de intereses. Mi otra hermana, la más pequeña
se quedó sin estudiar, ahora trabaja.
¿Qué conocías de Cuba?
Mi
familia me habló bien de Cuba. Mi mamá viajó dos veces aquí invitada
por la Federación de Mujeres Cubanas. Vino en la década de los 80 y
quedó maravillada de este país. Ella si pudiera venir cada año lo hacía.
También lo visitó en la década del noventa, su pensamiento y admiración
es por Cuba. Mis papás, los dos me han inculcado esa mentalidad de amor
por Cuba.
¿Qué ocurrió en los primeros años de tu llegada a Cuba?
Matriculo
en la ELAM (Escuela Latinoamericana de Medicina). Para empezar no traía
una buena base docente de Colombia. Me vine y fue un choque entre los
estudios que realizaba allá y los que tuve que emprender aquí. También
nunca estuve separada de la familia y eso repercutió en que me sintiera
muy deprimida. Otros compañeros míos lo tomaron de otra forma pero a mí
me influyó mucho.
En vuelo hacia La Habana, qué pensaste que pudieras encontrar en Cuba?
Lo
que mi mamá me contó de su viaje, me imaginé un país muy parecido al
paraíso. Todo estaba resuelto, no había dificultades y la economía era
muy estable. Yo no conocía que los cubanos pasaron por un Período
Especial tan fuerte y que el bloqueo hiciera tanto daño. Lo que se
cuenta en Colombia de Cuba, es paisaje turístico, ron, tabaco y ya. Pero
llegar aquí y convivir con el pueblo es conocer a mucha gente con buena
formación. Saber que un trabajador de la calle pueda tener muchos
títulos, como los pueda tener el gerente de cualquier empresa. Esa
igualdad de condiciones es lo que me gusta de Cuba.
¿Qué te disgustó?
Me
chocó, estar lejos de mi familia y el cambio cultural. En tres horas de
vuelo te encontrabas con un lugar totalmente diferente.
¿Se nota la diferencia entre el nivel académico concluido allá y el que debía empezar?
Mucho,
considero que yo no estaba preparada para iniciar estudios superiores.
Eso lo digo ahora, pero cuando llegué no podía darme cuenta. Tuve el
apoyo de todos los profesores. Mira te pongo un ejemplo. Allá en
Colombia el profesor llega, dicta su clase y se va. Nunca sabe si sus
alumnos aprenden o no, si entendieron bien y, si no, no le importa. Aquí
en Cuba el profesor te sigue, da consultas, repasos, puedes preguntarle
duda a cualquier hora y en cualquier momento. Estaban ahí pendientes,
te motivaban con la bibliografía y te hacían estudiar. Interesados
porque los alumnos aprendan.
Menciona algún grato recuerdo de la ELAM
La
convivencia con personas de muchos países. Eso nos enriqueció
culturalmente. En un cuarto podemos vivir muchachas de varias
nacionalidades. Ahí todos somos familia y sufrimos las mismas
vicisitudes: estamos lejos de la casa, del país y entonces nos volvemos
una familia. Nos apoyamos, convivimos, lloramos, reímos, corremos,
hacemos deportes y estudiamos. Eso nos hizo unirnos a pesar de las
diferencias.
¿Cuál fue la asignatura que te causó problemas?
Bioquímica
Al conocer la noticia de no poder continuar en la ELAM por desaprobar una asignatura por qué decidiste quedarte en Cuba
Sinceramente
por mi familia y por mi sentimiento de superación. Regresar a Colombia
sería buscar trabajo, nada más, sin tener conocimientos, ni título, ni
carrera.
¿Quién te ofreció quedarte en Cuba?
En
la misma ELAM nos propusieron varias especialidades vinculadas a la
medicina. Más o menos unas 14 especialidades, puedo mencionarte
optometría, estomatología, enfermería. Quedaba a decisión personal:
regresar o intentar comenzar desde el principio en otra especialidad. Yo
me quedé y ya concluí el segundo año de traumatología.
¿Ahora donde estudias?
En
la facultad de Ciencias Médicas de Camagüey. Cuando nos dieron la
posibilidad de continuar estudios nos distribuyeron en las distintas
facultades de medicina en toda Cuba, atendiendo a la especialidad que
iniciaríamos. A mí me tocó en Camagüey.
¿Qué te parece la ciudad de Camagüey?
Aquella
ciudad me gusta porque es un lugar muy bonito. Te puedo hablar de su
arquitectura y de la forma colonial en que están distribuidas sus calles
y casas. Incluso te puedo asegurar que los precios de los productos son
más baratos que en La Habana.
¿Los camagüeyanos?
Son gente muy amigable y solidaria. Pienso que es así todo el pueblo cubano.
¿Por qué?
Todos
me dieron aliento cuando desaprobé en la ELAM. A mis profesores y
tutores le importaba que yo continuara y no me desanimara. Por eso me
quedé. A todo el mundo le importó. Nadie me dijo: “Usted no puede y se
va”. Sino que me hicieron ofertas para que continuara. Todos me
aconsejaron y me apoyaron para que intentara nuevamente.
¿Cuánto te costaría la misma carrera en Colombia?
En
este momento por el sistema gubernamental que existe allá y por la
crisis no hay ninguna institución que preste dinero para estudios como
ocurrió con mi hermana. Allá nada es gratuito y todo se tiene que pagar.
Uno saca las cuentas y son millones y millones que tiene que invertir
en educación. Un semestre de medicina saldría en siete millones de pesos
colombianos que equivale a unos tres mil dólares cada semestre. Sólo en
matrícula. No se incluyen los libros, ni el transporte, ni el
hospedaje, ni la alimentación. En Cuba nada de eso se paga, solo el
transporte. Mi beca (el lugar donde resido) queda en la misma facultad
por lo que no necesito transporte para desplazarme y asistir a clase.
Tampoco debo devolver dinero al finalizar mis estudios por deudas
contraídas con alguna institución.
¿Qué mensaje le enviarías al pueblo cubano y en especial a sus jóvenes?
Le
diría que aprovechen el país en el que están y lo que ofrece el estado.
No es fácil tener un gobierno que se ocupe de la salud y la educación, a
pesar de estar bloqueado y no tener acceso al mercado internacional.
Esa incertidumbre que vivimos de no tener, hablo de dinero, no se vive
en Cuba. Aquí todo está a la disposición de todos, entonces toca
cuidarlo.
¿Qué les dirías a los colombianos acerca de lo que has vivido en Cuba?
Le
diría todo. Hablaría de la paz y la tranquilidad que se vive aquí. A mí
me sorprende mucho ver un niño jugando en la calle, feliz, sin miedo a
un secuestro o a un problema donde él sería una víctima de una riña con
bala u otra arma. Aquí la familia sabe al niño jugando y vive en total
tranquilidad. Allá los niños juegan en la calle, pero la vigilancia es
extrema y existe un temor muy grande al secuestro o al accidente
provocado por peleas de delincuentes. Se vive stresados para que el niño
no se pierda, y se le aconseja por las calles a tomar para no ser
víctimas de agresiones.
¿Has tenido alguna vivencia negativa en Cuba?
Cuando
llegué a Cuba estaba acostumbrada a cubrirme toda para caminar. Digo
tener la bolsa aprisionada y estar pendiente a quien te sigue o transita
al lado tuyo. En Bogotá caminas con miedo porque cualquiera te puede
meter la mano y sacarte el móvil, la plata (el dinero). Ahora estoy
acostumbrada a caminar con libertad, con las manos libres y no sé si
pueda volver a caminar como antes. Nunca me ha pasado nada. Te lo puedo
afirmar.
Veo
la graduación un poco lejos. Me faltan tres años, pero de lo que estoy
segura es que regresaré a mi país a trabajar. Tomaré mis raíces.
Intentaré servir a mi pueblo con esa voluntad solidaria adquirida en
Cuba.
La vicerrectora académica, Midalys
Castilla aseguró a la prensa que la Escuela Latinoamericana de Ciencias
Médicas (ELAM) de Cuba cumplió diez años y cuenta con una matrícula de
10.000 estudiantes con cinco promociones (que concluyeron el programa de
seis años) lo cual suma 7.248 egresados de 28 países.
En
la actualidad estudian muchachos de 55 países -pues se incorporaron de
naciones africanas y hasta de pequeñas islas del pacífico- y el 75% de
ellos son hijos de obreros y campesinos; además de contar con la
presencia de becarios de 104 comunidades originarias de América Latina.
Lo
único que se les exige a los jóvenes (de entre 17 y 25 años) es que una
vez recibidos regresen a sus localidades o barriadas humildes a ejercer
allí y devolver lo aprendido.
Tal fue la
situación creada a partir de los 34 graduados estadounidenses -
actualmente hay 113- que obligó a la institución a obtener una
acreditación de la Junta Médica de California.
En
Cuba hay además 11.000 becarios del proyecto ALBA, el acuerdo de
integración del Acuerdo Bolivariano de las Américas formado por
Venezuela, Bolivia y Ecuador entre otros.
Inicialmente
“hubo una gran resistencia en algunos países por parte de los Colegios
Médicos”, dijo la vicerrectora académica de la ELAM, pero la
preocupación de las asociaciones de galenos fue disminuyendo en la
medida en que descubrieron que estos colegas regresaban a sus poblados a
donde realmente no les interesaba ir a los otros especialistas.
Incluso
gobiernos de la región que miraron con desconfianza -solapada o no- el
proyecto luego modificaron su percepción, dijo Castilla.
En
lugares como Honduras, México, Brasil y Argentina los propios jóvenes
tienen que batallar para que sus títulos sean revalidados. Sin embargo,
poco a poco las universidades, las asociaciones médicas y los gobiernos
ceden.
Las clases se iniciaron en febrero de
1999 con unos 1.900 jóvenes, especialmente de Centroamérica, ahora
también se cuentan con facultades de medicina en otros países asesoradas
y atendidas por personal cubano.
Si la historia fuera justa, remarcaría este aporte de Cuba a la humanidad.
http://www.argenpress.info/2010/07/de-colombia-cuba.html
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