PARECIERA QUE EN definitiva muchos de nuestros
políticos deberían aplicar esa línea escrita por Violeta Parra en su
canción ‘Volver a los 17’, que dice: “mi paso retrocedido cuando el de ustedes avanza”, porque
grafica a la perfección el ideario conceptual que ellos tienen de la
vida ‘moderna’ y de este siglo veintiuno, el cual desean llevar de
vuelta al tribunal inquisidor cuyas hogueras ardieron durante más de un
siglo deteniendo la civilización a nombre de un Dios que, estoy cierto,
jamás pensó de la misma forma que sus ‘pastores’ y monarcas.
Ha
habido una arremetida mediática de piadosos congresistas, dirigentes
políticos e incluso simples militantes de tiendas partidistas otrora
aliadas del progreso y el laicismo, en orden a condenar cualquier atisbo
de libertad sexual que pudiese ganar adeptos en la sociedad, llegándose
a extremos como el escuchar la opinión de un amanerado dirigente
derechista que llamó a los chilenos a “renunciar drástica y
permanentemente a toda acción que importe un miligramo de posibilidad
erótica”.
Es aquel, en palabras simples, un grito desesperado del ultra fundamentalismo que impetra –incluso de los adultos- oponer severa resistencia a besarse, a abrazarse, a tocarse y, por cierto, a caer amarraditos con su pareja sobre una cama, sobre el pasto o sobre un sillón.
Es aquel, en palabras simples, un grito desesperado del ultra fundamentalismo que impetra –incluso de los adultos- oponer severa resistencia a besarse, a abrazarse, a tocarse y, por cierto, a caer amarraditos con su pareja sobre una cama, sobre el pasto o sobre un sillón.
Grito inútil el anterior,
extemporáneo y, peor aun, dirigido a verdaderos sordos ya que cada fin
de semana las discotecas, los pubs, moteles, parques y asientos de
automóviles son ocupados por centenares (quizá miles) de parejas que
muestran disposición a disfrutar del gozoso movimiento llamado coito.
Asunto que por cierto va in crescendo cada año. Además, si
observamos las playas del litoral central o del norte del país para
constatar estas situaciones, comprobaremos que el número de pecadores se
duplica.
Incluso en las aglomeraciones de
adolescentes que marchan con alegría en procesiones rindiendo culto a
una santa, un santo o un iluminado, con mochilas a las espaldas y
cánticos de fe, más temprano que tarde muchos de ellos, en la quietud
del cansancio nocturno, desoyendo las prédicas de sus pastores, se
dedican afanosa y libremente al “dale que dale matraca mete y saca”.
Que
la curia eclesiástica, hipócritamente, se haga la de las chacras y opte
por pasar silbando un ritmo gregoriano junto al lugar donde la juventud
levantó campamento en su travesía rumbo a una reunión mística, no
significa que nada haya acaecido…pues, en estricto rigor y verdad, lo
que hemos descrito sucede siempre, en cada fin de semana y también en
cada marcha juvenil hacia cualquier parte o a cuenta de cualquier santo.
Los asistentes sociales tienen larga
experiencia en atención de casos de adolescentes mujeres, menores de
edad, que buscan tardío apoyo frente a sus padres y ante la sociedad
nada solidaria, pues han quedado embarazadas…¿dónde ocurrió
ello?...ah…en tal o cual encuentro juvenil para honrar a este venerable
santo o a esta milagrosa santa, y que significó marchar uno o dos días
(noche incluida) junto a miles de jóvenes que traqueteaban cantando,
riendo y pasándolo estupendamente bien, como si estuviesen en uno de
esos mega eventos musicales que congregan masivamente a los muchachos.
¿Feo,
horroroso, condenable? Muy posiblemente así sea desde la óptica
medieval inquisidora que distingue a una parte de la sociedad chilena,
mas, tal como resulta imposible tapar el sol con un dedo, es también de
difícil pronóstico el esfuerzo profesional de lucha contra los signos de
la época, y ello lo ha comprobado mil veces la propia iglesia católica,
pues a pesar de sus prohibiciones, amenazas de torturas infernales,
excomuniones y sermones urbi et orbi, los jóvenes se sentaron en las
‘enseñanzas’ de los curas y usaron a destajo bikinis, colaless, tangas y
zungas, así como llenaron cines para asistir a filmes “terminantemente
prohibidos” por el arzobispado, y también dieron origen a fiestas de la
espuma, de la cerveza y del baile desenfrenadamente erótico, los que
comienzan cuando la mayoría de los adultos se encuentra ya en su segundo
sueño, asunto que es aprovechado por los jóvenes para “conversar uno o
más porritos de marihuana”.
Ello ocurre a cada
rato, en todos los lugares y en todas las clases sociales. Forma parte
del escenario ‘normal’ de la juventud hoy día. Puede ser una moda, y
como tal pronto dejará espacio a una distinta; puede ser el inicio de un
sistema valórico proveniente del extranjero y que a muchos chilenos
mayores de ‘titantos’ años les parece criticable; puede ser eso y mil
cosas más, pero lo que realmente debemos considerar es que el problema
–o realidad- existe, está, se produce a diario y no se vislumbra ni
atisba un acción que retrotraiga a los jóvenes, y a los no tan jóvenes
también, a tiempos ya idos cuando incluso el besarse en la calle podía
provocar presencia policial, amén de las amenazas infernales que el
curita de turno prometía desde el púlpito de la iglesia en la misa
dominical (no olvidemos que muchos de nosotros, más que por fe, íbamos a
misa específicamente a contemplar a la muchachita de nuestros sueños).
Así
era, así es y así seguirá siendo siempre, por los siglos de los siglos.
Pero, ahí están los paniaguados predicando moral en el desierto con las
braguetas abiertas. Doy fe que muchas esposas de esos mismos guarapos
decimonónicos buscan placer y emoción en camas ajenas…y ello lo aseguro
porque algunos de mis viejos amigos tuvieron que proporcionar –en un
pasado no tan distante como para haberlo olvidado- apoyo erótico y
sexual a esas desesperadas féminas que sufrían lo indecible, ya que sus
mariditos juraban que el coito debía efectuarse solamente cuando se
había acordado tener un hijo, o cuando El Vaticano lo permitiera
oficialmente, y sólo si había amor, mucho amor y total enamoramiento.
Hoy,
pese a que estamos en la era de la tecnología y la globalización,
sabemos de la existencia de algunos colijuntos (mojigatos) que ofician
de parlamentarios, políticos o periodistas, que se oponen a cualquier
acto erótico, sexual e incluso romántico, basándose en lo que ellos
estúpidamente llaman “defensa de la familia”. ¿Sabrán estos trogloditas
que personas como las descrita –y otros centenares parecidos a ellas-
en más de una oportunidad tuvieron que meterse en la cama con la esposa
de alguno de esos ‘santones’ y de los ‘defensores de la fe y la
familia’ para, precisamente, darles a esas mujeres horas de felicidad y
placer que en las íntimas sábanas matrimoniales nunca encontraron? Si
no lo sabían, ahora ya lo saben…y es oportuno avisar que sigue
sucediendo, pero cada día con mayor asiduidad, según me confiesan los
hijos de mis amigos.
Sin embargo, los
santurrones de a chaucha insisten en pontificar exactamente lo que sus
cónyuges no aceptan en los hechos concretos. Creen que defienden la
ética, mientras sus esposas se desnudan defendiendo su normal derecho al
placer. Esos santurrones van al baño a orinar y miran hacia el techo,
pues consideran pecado el observar –aunque sea de reojo- su propio
‘pajarito’.
Todos estos poetas de la
moral, templarios del medioevo, se niegan a reconocer que Chile es el
país latinoamericano que presenta el mayor porcentaje de hijos nacidos
fuera del matrimonio, así como también somos la nación que poseemos el
mayor número de moteles parejeros por habitante. ¿Quién dijo que no
éramos campeones en algo? Este es el reino de los amantes a escondidas y
de los amores ilícitos. El libre mercado y el neoliberalismo salvaje
no van de la mano con los requiebros místicos de santones cornudos, que
son precisamente sus más fieles adoradores. He ahí la respuesta.
Pero,
ahí están los colijuntos de siempre –los del típico doble estándar
chileno- tratando por todos los medios de administrarles pene y vagina a
los chilenos, pregonando pertinazmente ilusiones en las que ni sus
propios hijos y cónyuges creen. A esos falsos moralistas los defiende a
brazo partido la iglesia católica apostólica romana…¡¡la iglesia
católica!!...esa misma empresa comercial vaticana donde pululan
pederastas, usureros, sediciosos, e incluso algunos apapayados que
todavía no pispan la realidad.
Sumando ambos
bandos (colijuntos y frailes) logramos un resultado de oprobio para la
inteligencia de los laicos que deben soportar –merced a la masiva
estupidez de un pueblo desinformado y pusilánime- el gobierno o
establishment de esperpentos que en cualquier país civilizado y moderno
estarían en la cárcel o en un hospital psiquiátrico.
En
Chile, tales especimenes deberían decidirse a formar el Partido de los
Colijuntos, ya que este sería de inmediato bendecido por El Vaticano,
aplaudido por El Mercurio y publicitado por los canales de la televisión
abierta.
fuente, vìa :
http://www.kaosenlared.net/noticia/partido-colijuntos-mojigatos
http://www.kaosenlared.net/noticia/partido-colijuntos-mojigatos
Que bastedad
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