1. Quizá por hacerme ilusiones en el sentido que las luchas de los
trabajadores contra la explotación y la opresión se hacen cada día más
grandes y numerosas, al observar la realidad me deprimo, reniego y
adopto una posición pesimista. Pienso que no tendría razón si partiera
de la idea que en cinco o 10 años deberían cambiar las cosas, pero
después de 50 años de estar viviendo de manera cotidiana esa realidad
pienso muchas veces que en lugar de los movimientos progresivos en
espiral, cada generación gira solamente en círculo que se repite. Al
principio de los sesenta se registraron luchas anticolonialistas,
antiimperialistas, revoluciones, guerrillas y protestas por millares;
la música, el vestido, los procesos de liberación hicieron cambiar el
mundo. ¿Qué pasa 50 años después? Parecería que las cosas se repiten en
otro nivel, más elevado, pero en la realidad los cambios sólo fueron
superficiales, para seguir todo igual.
2. Me detuve horas
frente al amplio campamento electricista donde están en huelga de
hambre unos 50 obreros de los 80 originales. Más de 30 han sido
levantados y llevados al hospital por estar en malas condiciones de
salud. Otras decenas, quizá algunos cientos, rodean en otros
campamentos a sus compañeros con quienes pude hablar y preguntarles. En
la “plancha” del Zócalo de la ciudad de México –de 120 por 120 metros-
parece ya no caberle otro campamento porque también los profesores de
la CNTE de Oaxaca, Michoacán y otros estados lo ocupan hace dos
semanas. Lo condenable es que parecen “vecinos distantes” con objetivos
y políticas diferentes, aunque en el discurso declaren que se apoyan.
Por lo menos es lo que se vio el viernes 28 de mayo en la organización
de la marcha hacia la secretaría de Gobernación: ausencia total de
camaradería hasta entre los contingentes de la CNTE.
3. Al
dividirse la marcha entre la sección 18, que salió del Zócalo sobre 5
de mayo (oeste), y la sección 22 que salió por Pino Suárez (sur), se
observó una gran división; la primera pronto llegó a Gobernación donde
fue recibida, pero la segunda –que logró, derribar las grandes rejas
militarizadas de Televisa y una entrevista televisada con la dirigencia
oaxaqueña- llegó más tarde, bajo fuerte aguacero, a Gobernación. A
ésta última columna se agregó un pequeño contingente de 300
electricistas. Pero además, mientras estas dos marchas se realizaban en
el edificio de la Sección IX del DF la CNTE realizaba un Congreso
educativo con cientos de profesores delegados de todo el país. Por
falta de coordinación se celebraron eventos nacionales a medias. ¿Qué
resultado se podría esperar de las “negociaciones” entre trabajadores
divididos, dispersos y débiles y una secretaría de Gobernación que todo
lo sabe, todo lo vigila y todo lo escucha?
4. ¿Qué resultados?
Una nueva cita para que las autoridades –como lo han hecho durante 30
años- le sigan jugando el dedo en la boca de los profesores de la CNTE.
¿Y los resolutivos del “4º. Congreso de Educación Alternativa de la
CNTE celebrado el viernes, sábado y domingo en salas y auditorio de la
IX? Pronto saldrán publicados para archivarse –como los que salieron de
los tres congresos anteriores- porque para ponerlos en práctica se
requiere tener fuerza y poder con el que la CNTE no ha podido contar.
¿Qué hacían los profesores de Oaxaca mientras marchaban unos y otros
ejercían como delegados en el congreso educativo? Pensando en que el
lunes 31 de mayo tenían que instalarse en el Zócalo de la ciudad de
Oaxaca para iniciar un gran plantón por regiones para concluir –en caso
de no resolvérseles sus demandas- en un paro general. Pude estar
presente y observar desde las seis de la mañana la ocupación.
5.
Mil y una actividades políticas, sindicales, de protesta entre
electricistas, profesores, campesinos, pero sin la menor coordinación
entre ellas y cada una luchando por intereses particulares. Mientras
tanto el gobierno profascista de Felipe Calderón –haciéndose el tonto, o
mejor el inteligente- espera que pasen unos días más para que todos los
electricistas en huelga de hambre pasen por el hospital y se retiren a
su casita; espera que los profesores repitan –hasta cansarse- sus
experiencias en manifestaciones y que los profesores oaxaqueños se
desgasten en su plantón para luego desalojarlos. Ni electricistas, ni
petroleros, profesores, campesinos e indígenas se apoyan, nadie apoya a
nadie. Sin embargo, aunque PRI, PAN y PRD parecen pelear en la luz
pública, en la oscuridad se cogen mucho cariño y, cuando es necesario,
unifican sus fuerzas para condenar y reprimir a los movimientos de
lucha que son realmente de izquierda.
6. Es inconcebible,
increíble o lo que se quiera, pensar que las únicas fuerzas que luchan
contra el gobierno y secuestran empresarios son los llamados
narcotraficantes que, incluso, poseen ya un fuerte ejército llamado los
zetas. Se han confrontado tanto contra el ejército, la policía, los
empresarios y el gobierno que hasta parecen honestos izquierdistas.
Desafortunadamente sus objetivos son otros, coinciden con los de la
burguesía empresarial y gubernamental: acumulan gigantescas riquezas,
obtienen mucho poder, despilfarran esos dineros en diversiones con
“nenas” y someten o asesinan a quienes se les oponen. La realidad es
que no me he metido a estudiar sus actuaciones y sus dinámicas; sólo se
que se han infiltrado totalmente dentro de los funcionarios de
gobierno, del ejército y la policía y que cientos de empresarios viven
asociados con los narcotraficantes poniendo “lavanderías” de dólares y
pesos.
7. ¿Qué trabajador, ciudadano, estudiante, va a apoyar un
movimiento si sabe que no tiene garantías, que es muy fácil que lo
“madreen”, pierda su empleo, lo encarcelen y lo asesinen por el
gobierno? ¿Cuántos miles de movimientos en el país han sido
desbaratados por la clase gobernante para no volverse a levantar? Ni
Marcos hubiera sido silenciado, ni López Obrador hubiera sido
despojado, ni la APPO estuviera destruida, ni el SME hubieran
desbaratado, ni la CNTE estancada, ni el EPR estuviera reclamando
desaparecidos, si hubiera honradez y modestia entre los dirigentes de
movimientos; sin embargo da la impresión de que cada dirigente quiere
conservar su pequeña capilla, su pequeño coto de poder, antes de
ponerlo en juego frente a otros liderazgos. Cuando estudiemos y
pensemos bien esa realidad que vivimos desde hace por lo menos 50 años
quizá encontremos que son los dirigentes los que evitan la unidad y que
las bases no han sido capaces de liberarse de sus caudillos.
Blog:
http://pedroecheverriav.wordpress.com
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