Reconocemos que no somos novedosos cuando hacemos
la crítica de la cobertura mediática (supuestamente especializada) de la
economía.
Reconocemos que el tema es algo
redundante y justo por eso vemos su importancia. Tampoco se trata de una
novedad mostrar el uso de eufemismos y del empleo del argot “técnico”
como forma de enmascaramiento de situaciones de hecho, por cuenta de los
agentes económicos. Tratándose de grandes inversores de base
especulativa, comprando, vendiendo y repasando productos financieros,
muchas de las veces aquello que es mediatizado encubre actos criminales.
En este texto, abordamos ese entrecruzamiento, cuando la producción de
sentido generada a través de los informativos de la economía,
naturaliza, enmascara o alivia la letalidad de los actos premeditados de
los especuladores considerados como grandes e importantes y los efectos
que causan en la vida cotidiana de poblaciones enteras. Tal es el caso
hoy de los más de 10 millones de ciudadanos griegos. En la actualidad,
la lucha entre los efectos de ese enmascaramiento, con la complicidad de
la industria de los medios de comunicaciones y la perspectiva del
pueblo en movimiento, tiene su campo de batalla en las calles y plazas
de Grecia.
La hipótesis que establecemos es
simple. Afirmamos que la mayor parte de la cobertura periodística en
economía, oficia más como portavoz del capital financiero que como
intérprete de sus acciones. Y, por elegir los puntos de vista de la
complicidad, los especialistas, columnistas y fuentes de la industria de
la comunicación casi nunca narran el “juego” como un casino de ruleta
viciada. La contrapartida es desigual. A veces, la teoría de la brecha
periodística se evidencia en las excepciones. Es cuando especialistas
que trabajan con una postura crítica exponen sus puntos de vista,
denunciando a través de una base factual irrefutable, el salvajismo
criminal de los agentes económico-financieros.
En
teoría, el acto de especular deriva de las informaciones fragmentadas y
del riesgo. De ese modo, un gerente de operaciones de un Fondo de
Inversión (hedge fund) tendría la capacidad de anticipación, vendiendo
títulos y acciones en alza y comprándolos en baja. En este juego, la
aleatoriedad es la regla para evitar los fraudes. Luego, el accionar
fraudulento es la combinación de ventas y compras en conjunto,
manipulando el llamado comportamiento de manada, cuando en teoría todos
los inversores se moverían en la misma dirección.
Además de la conspiración, son formas típicas de
burlar las reglas: obtener información privilegiada (inside
information), anticipándose a los demás especuladores; “maquillar”
balances para elevar la apreciación de los papeles; rebajar a de forma
intencional los títulos de un país para que le cueste más caro al Estado
financiar su deuda a corto plazo; negociar de forma “expuesta”, cuando
la capacidad de pagos está comprometida al punto de no realizarse. Todas
estas “técnicas” de enriquecimiento ilícito son ampliamente practicadas
y por su parte, aunque usuales, casi nada mediatizadas.
Para quien no recuerda, la primera crisis del Euro
tiene su origen en el accionar fraudulento de las ventas y reventas, en
la escala mundial, de los activos tóxicos o sub-primes. Estos
“productos” financieros son nada menos que hipotecas cuyos titulares no
pagarán, porque no podrían pagar. Los duplicados de estas bolsas sin
apoyo, clasificados como “productos de riesgo”, fueron (y son)
comercializados mundialmente, y casi sin ningún control. Ahora, si en la
base no hay apoyo, luego no hay dinero para remunerar. Eso es
clásicamente conocido como Esquema Ponzi, y también llamado en términos
contemporáneos, como el juego de la pirámide. La hipótesis de acto
criminal generado por la burbuja inmobiliaria, que llevó a la crisis del
capitalismo, primero en la economía estadounidense y hoy en la Zona del
Euro, no es sólo nuestra. Decenas de especialistas difundieron esta
visión, lo que podría haber provocado centenares de reportajes
investigativos. Estos hubieran textos de carácter ejemplar, como las
materias clásicas de Bob Woodward y Carl Bernstein en la cobertura del
escándalo Watergate. Los dos reporteros, munidos del deber de
investigadores públicos y empujados por el coraje de sus autoridades
directas, denunciaron un esquema también criminal, lo que llevó a la
renuncia de un presidente de los Estados Unidos, el republicano Richard
Nixon el 8 de agosto de 1974. Infelizmente, este caso fue una excepción
honrosa y heroica, y no la regla de comportamiento de la industria de la
comunicación y de sus trabajadores.
En vez de
exagerar, también aquí estamos empleando eufemismos para atenuar la
contundencia verbal del texto. Cualquier operador o analista sabe que
cuando hay información perfecta, no puede haber equívoco en el error y
sí premeditación. Esta tesis es corroborada por el francés Jean-François
Gayraud, comisario divisional para crímenes financieros (equivale al
puesto de coronel) de la Direction de La Surveillance Du Territoire
(DST) la agencia de contra-espionaje de Francia. Gayraud sostiene que
la “crisis” de la burbuja estadounidense fue un acto criminal de
empresas especuladoras. Sus enunciados fueron publicados en la
contratapa de la edición de 25 de septiembre de 2008 del periódico La
Vanguardia, de Cataluña.
Así la posible fuente
para investigar y denunciar mundialmente el crimen de la mayor
transferencia de renta colectiva hacia cofres privados fue enunciada en
un conglomerado mediático y, luego después de haber quedado
expuesta,arrojada al limbo de las pautas inconclusas.
Es la propia industria de los medios la que amortigua
la posible ira popular frente a la acción cómplice entre mandatarios de
gobiernos en función-llave y criminales de cuello blanco, operando con
la especulación fraudulenta.
Bruno Lima Rocha -
politólogo (phd), docente universitario y periodista profesional;
milita en el frente de medios del Elaopa.org
Email:
blimarocha@gmail.com / www.estrategiaeanalise.com.br
/ http://twitter.com/estanalise
/ skype: bruno.lima.rocha / msn: blimarocha@hotmail.com
Rafael Cavalcanti - Estudiante de Periodismo e
investigador de la comunicación popular, también es parte del frente de
medios del Elaopa.org
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