jueves, 27 de mayo de 2010

Chile: 21 de mayo de 2010. El primer gran test de la Centro-Derecha Por: Juan Francisco Coloane

El presidente Sebastián Piñera encabezando una coalición de la centro derecha, pronunció un discurso lanzando un programa que involucra un considerable riesgo político por la dimensión ambiciosa de la agenda y su escasa relación con los programas de las anteriores administraciones.

Tomemos apenas tres ejemplos para sustentar lo anterior. Dos revoluciones mayores, en educación y en Salud, y la modernización del estado, son desde ya metas ambiciosas a más no poder para cualquier nación y está bien que lo sean. El presidente que reemplaza a 20 años de presidentes de una misma coalición debe marcar la diferencia radical en el enunciado de transformar un país, independiente de que existan las condiciones para hacerlo.

La pregunta que podría formular cualquier ciudadano preocupado de su bienestar y de la salud del país es: ¿Cuánto de lo planteado es factible?

John Shawcross un alto ejecutivo de UNICEF Dacca (Bangladesh), me advertía en 1976 que “lo mejor era concentrarse en hacer a lo máximo tres o cuatro cosas bien y evitar la dispersión”. Al final se dispersó el discurso. Por el apremio de la hora, al describir los siete ejes del programa alcanza a nombrar el primero y continúa, sin nombrar el segundo, el tercero, el cuarto y así sucesivamente. Parecía discurso de campaña. Es apenas un discurso, y sería inapropiado pensar que es una tendencia de gobernar, sin embargo quién haya estructurado el discurso debió anticipar una jerarquización diferente de ideas en relación al tiempo.

El discurso tuvo reminiscencias de los pronunciamientos del ultra neoconservador Dick Cheney en la disputada elección del 2000 en EEUU, insinuando un corte en la historia al posicionar un antes y un después a partir de la nueva administración que asume.

Al final de una solemne intervención en el congreso nacional conteniendo una mixtura de fervorosa arenga política de la campaña y el anuncio de las tareas principales de su administración, una pregunta quedó girando: ¿ Los 20 años de gobierno de la coalición de centro izquierda llamada Concertación fueron dos décadas perdidas respecto a los 16 años de dictadura militar?

En el caso de que hubiera sido el mismo Sebastián Piñera parte de la audiencia, con su pragmatismo y sagacidad de empresario lo habría percibido como una exageración, al menos que lo planteado deliberadamente esté apuntando hacia la refundación de una nación.

Es así que al pronunciar a menudo el concepto de –“Generación del Bicentenario”- reafirma ese objetivo velado (de refundar) en su formulación directa, para no dañar el protocolo, aunque expresado en un gigantesco programa. Para alguien con poca o nula información sobre Chile, le habría parecido que más allá del terremoto, poco y nada ha sucedido en la construcción de una nación moderna.

Como son apenas cuatro años para comandar ese ambicioso proceso, queda claro que la coalición de centro derecha con este programa ambiciona quedarse por varios períodos presidenciales.

No es de extrañar esta idea de la centro-derecha de permanecer un tiempo largo en el poder con la idea de llevar a cabo profundas transformaciones. La nación chilena ha vivido entre refundación y refundación desde “la revolución en libertad” del presidente demócrata cristiano Eduardo Frei Montalva (1964-1970) de la década de los años 60. El gobierno de Frei Montalva claramente sucedía a una administración que se había derechizado hasta los límites de la gobernabilidad. Después emerge otra refundación con el proyecto socialista de Salvador Allende que terminó en un golpe de estado incitado y apoyado por EEUU, que a su vez da pie a la dictadura militar de Pinochet. Este gobierno también entregó una perspectiva refundacional con el objetivo de erradicar cualquier vestigio de doctrina socialista durante los 16 años en que se mantuvo en el poder.

Al gobierno militar le sucede una coalición de centro izquierda –La Concertación de Partidos por la Democracia- que excluye la participación de la izquierda comunista, la izquierda cristiana y los socialistas allendistas, inaugurando un período político denominado de los consensos con el objetivo de refundar la democracia. Una democracia, digámoslo claro, bajo la amenaza permanente en los primeros 9 años de un golpe militar, mientras el general Augusto Pinochet se mantuvo activo como senador designado. La Constitución promulgada por el gobierno militar en Chile, permitió hasta la reforma de 2006, que los ex -presidentes y otros miembros de la cúpula del poder del estado accedieran a los cargos de senador sin elección popular.

Aunque muy presionada por la oposición de derecha, los gobiernos de la Concertación también manifestaron en diversos tonos la idea de refundar. Si se analizan los discursos presidenciales en los comienzos de todas estas administraciones, el sabor es a una nación joven que no está satisfecha con lo hecho y que promete a sus ciudadanos un mejor futuro a través de una profunda transformación.

La Concertación con sus 20 años en el poder pudo haber refundado esta nación, sin embargo la pregunta clave que se debe hacer es prácticamente inocua: ¿Refundar qué? La Concertación no arrastra en su interior ni la convicción, ni la sustentación para refundar la nación chilena formulando propuestas como las que se están intentando hacer en Bolivia, Ecuador o Venezuela. Los valerosos esfuerzos de la Concertación apuntaron principalmente a disminuir las desigualdades, mejorar la situación de los derechos humanos y perfeccionar la democracia. La fuerte oposición de derecha, muy similar a la derecha republicana que le hace la vida imposible a Barack Obama para implementar reformas, no dio respiro a la Concertación - hay que decirlo- para adoptar una agenda más agresiva que permitiera reformular las determinantes económicas y hacer que el sistema adquiera una fisonomía más humana.

El único gobierno realmente refundacional que ha habido en Chile fue el que formó el radical Pedro Aguirre Cerda (1938-1941) en alianza con comunistas y socialistas hace más de 70 años bajo el Frente Popular entregándole un sello de modernización institucional al país y haciendo un giro hacia la industrialización. El retrospección, es el único gobierno del siglo pasado que podría definirse como el que le aplica una reingeniería al país.

Los gobiernos que le sucedieron hasta el del conservador Jorge Alessandri R. (1958-1964), impulsaron iniciativas más bien accesibles y moderadas con menos ambición de objetivo y dimensión. El advenimiento de las comunicaciones y la publicidad afectó la conducta en las esferas de la conducción de la política, imponiéndose la fuerte dominación de la mercadotecnia en la estrategia política. Lo importante es quién lo dice y cómo lo dice, es menos relevante lo que se dice.

El defecto del discurso presidencial del 21 de mayo de 2010 no es un defecto del presidente Piñera. Pertenece al menú de sistemas precarios en el país y en continuar con una cuenta anual presidencial que está mal planteada en su origen. Lo administrativo invoca lo político, y esto último no alcanza para contextualizar lo administrativo, terminándose en generalidades sin especificidad.

La cuenta, o es política destacando líneas gruesas a seguir en la conducción administrativa. O, en vez, es una acotada cuenta del funcionamiento del país seleccionando los temas políticos de más relevancia. La mezcla es nociva como documento útil, considerando que la solemnidad le resta espacio para la especificidad.

En esta primera cuenta se cruzó el terremoto y obligó a la mezcla. Había que demostrar que se estaba haciendo algo, y como el período era corto había que mostrar la agenda.

Si fuera por este discurso, el gobierno demuestra que no está funcionando en algo esencial: explicar con claridad.

fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2010/05/chile-21-de-mayo-de-2010-el-primer-gran.html

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