Sólo los ruines disculpan a los miserables, sólo los ladrones secretos del dinero público absuelven a los ladrones del dinero público, sólo los que no se refrenan comprenden a los violadores.
¿Cómo es posible que desde el papa hasta los arzobispos españoles, todos relativicen la pederastia y hayan arropado, encubierto o exculpado a los pederastas, sin que todos ellos no sean pederastas por acción o por omisión, por comportamiento, tendencia o intención?
Podemos estar de acuerdo en que no todos los clérigos y seminaristas son igualmente abyectos. Pero es inconcebible que un pecado (en su doctrina) y al tiempo un delito (en la sociedad civil) sea visto por el papa y los purpurados con condescendencia cuando la pederastia es una conducta que deja casi siempre terribles secuelas en el niño. ¿Cómo se puede decir, como dijo un obispo de Canarias, que las víctimas de pederastia a veces “provocan”?
Y por si fuera poco ese desatino despreciable, resulta repulsiva la cansina preocupación de los clérigos por el embrión humano, llamando asesinos a quienes dan legalmente la opción a la mujer de no permitir su desarrollo completo, pero callando cobardemente ante las invasiones armadas y demás monstruosidades a cargo del imperio y de sus acólitos acerca de los que nada dice la Iglesia y si algo dice, sería con tibieza cómplice.
Para defender la siniestra causa de la pederastia de los clérigos, se alega que ellos también son “humanos”. Bien, pues júzguenseles como humanos que son, y con la agravante del código penal aplicable a todo humano que abusó teniendo ascendiente sobre la víctima, pero no sustrayendo al clérigo al juicio de la sociedad civil, que es lo que ha estado haciendo la Iglesia en todos los casos. ¿Cree la Iglesia católica a cuyo frente está un personaje que ya ha dado muestras de extravagancia y de insensatez impropias de un representante de su Altísimo, que no se va a ir muy pronto a pique? Vaya, vaya el papa otra vez a América Latina, a África y al mundo entero, y comprobará con sus propios ojos cómo el mundo le va dando la espalda rápidamente; cómo se ha percatado el mundo de que la católica Iglesia no hace más que mercadear con la doctrina de su Fundador y prostituirla. Da la impresión de que entre toda la clerigalla sólo contados sacerdotes son cabales, y de que, gracias a ellos, sus jerarcas pueden alardear de sensatez y santidad.
fuente, vìa:
http://www.kaosenlared.net/noticia/todos-pederastas
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