lunes, 22 de febrero de 2010

Tras la huella del trabajo esclavo en las granjas avícolas. Argentina

Por: Marcelo Maggio (BIODIVERSIDADLA)

Niños de 4 ó 5 años trabajando como recolectores de huevos de gallina, familias enteras cercadas por una alambrada eléctrica, jornadas laborales de sol a sol sin franco ni reconocimiento legal. A estos graves hechos, por los que es denunciada la empresa Nuestra Huella, se suma una serie de complicidades dentro de los entes estatales de control y del sindicato de los trabajadores rurales (UATRE).

“Fuimos el día del niño disfrazados de Boy Scouts para comprobar si era como nos contaban. La realidad superaba lo relatado: todo un sistema de producción diseñado para que lo hagan chicos, desde juntar huevos y revolver el guano hasta manipular agrotóxicos”, recuerda Juan Grabois. Esa visita fue registrada con una cámara oculta y las imágenes son una prueba contundente. Desde aquel día de agosto de 2008, las familias trabajadoras vienen tratando de reclamar condiciones justas de empleo a la empresa Nuestra Huella en sus diferentes granjas y con la ayuda de la Fundación Alameda y del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), donde participa Juan Grabois.

Según cuenta Grabois, los Luaces, propietarios de Nuestra Huella, son “una familia muy poderosa en Pilar. Por ejemplo un ex intendente es abogado de la empresa. Tienen fuerte vinculación con el establishment político y judicial de la zona”. Carlos Luaces es también conocido por haber sido piloto de Turismo Carretera. Como corolario de su ideario poseen un colegio religioso que se llama Nuestra Señora del Pilar.

A mediados de 2009 un grupo de trabajadores se organizó para reclamar condiciones dignas de empleo (blanqueo y derechos básicos como el descanso semanal) y para pedir que cese la utilización de mano de obra infantil. Agustín Navarro, pese a ser elegido delegado, encabezó la lista de los despidos sin causa realizados por Nuestra Huella a partir de ese reclamo. Le siguieron seis despidos “aleccionadores” más. Pese a que en los juzgados laborales se ha ordenado la reincorporación y a que Nuestra Huella acumula 14 causas judiciales y multas por trabajo infantil, la empresa insiste en continuar con su modus operandi.

Para que todo no quede empantanado en los cajones de los juzgados, el pasado lunes 8 un grupo de trabajadores de las granjas junto a La Alameda y el MTE realizaron una acción de bloqueo al Molino de Nuestra Huella. En ese predio la empresa tiene tres silos donde almacena la materia prima que abastece a las decenas de galpones. “Es uno de los puntos neurálgicos, de ahí sacan el alimento para las gallinas, entonces era un punto simbólico, porque los siete trabajadores despedidos son de distintas granjas”, explica Grabois. Tras nueve horas de bloqueo y con una larga fila de camiones esperando, se hizo presente en el molino Marcelo Martino, del ministerio de Trabajo de la provincia de Buenos Aires. Tanto él como Jorge Matos, inspector de la misma cartera, se negaban a tomar registro de las denuncias por trabajo infantil que allí mismo le hacían los menores presentes junto a sus familias. Luego de una discusión febril, accedieron tomar algunas notas (1).

Métodos decimonónicos

Juan Grabois fue testigo del funcionamiento de una de las granjas de Nuestra Huella, llamada La Escondida, en la localidad de Pilar, donde asegura que “tenían cercas electrificadas y el trabajo infantil era masivo”. “Algo que pone en evidencia que esto no era algo episódico, y yo lo planteo en mi declaración judicial, es que las canaletas de los huevos estaban a la altura de un chico de 5 años y el nivel de precisión con el que los pibes los juntaban y ponían en los palets era tal que quedaba excluida la posibilidad de que lo habían hecho dos o tres veces solamente, eran chicos ya capacitados en la tarea”. Grabois habla del trabajo de niños con edades que iban de los cuatro a los doce años aproximadamente y que trabajaban junto a su familia dentro de un galpón lleno de polvo, excrementos y agrotóxicos. ¿Cómo hacía Nuestra Huella para ocultar este sistema? “En cada granja puede haber entre 4 y 5 galpones y contratan una familia para cada galpón. Sólo le pagan y reconocen al jefe de hogar y tienen trabajando a toda la familia”, detalla.

Todo un sistema que resulta en la implementación de un “trabajo infantil masivo, con migrantes en situación irregular que fueron traídos con engaños y destinados al medio del campo, sin comunicación con el resto de la sociedad, muy vulnerables a las maniobras de las empresas”, afirma Grabois. Como consecuencia de esta explotación económica, el conflicto ha tomado dos vías judiciales vinculadas. En primer lugar queda en exposición toda una serie de denuncias por violación de derechos humanos. Se trata de delitos penales gravísimos como la explotación infantil, trata de personas y reducción a la servidumbre. En segundo lugar está lo estrictamente gremial, que implica tanto los reclamos por despidos y blanqueo como el no reconocimiento por parte de la empresa de los derechos sindicales fundamentales.

Como el caso tomó estado público y los abogados de los trabajadores intimaron repetidas veces a Nuestra Huella, la empresa se ocupó de blanquear al jefe de hogar a cargo del galpón. Pero, explica Grabois, “en cada galpón hay miles de gallinas y cada gallina pone un huevo por día y tiene sus necesidades alimentarias e higiénicas, por lo que es un trabajo para 4, 5 o incluso más personas. Entonces contrataban familias numerosas, le pagaban el sueldo al jefe de hogar y tenían trabajando en forma gratuita a la mujer y a sus hijos, sin importar la edad, de los 4 años para arriba todo les sirve. Esta situación calamitosa se da en una de las principales empresas avícolas del país”. Gustavo Vera, de la Fundación Alameda, espera que pronto se inicie el juicio a los dueños de Nuestra Huella por las causas de reducción a la servidumbre y trata de personas. Esta fundación viene trabajando en Argentina fuertemente en la denuncia de estos delitos cometidos por los propietarios de talleres textiles clandestinos (tráfico y esclavización de personas, de origen boliviano principalmente) y por proxenetas que regentean prostíbulos y generan una red de trata y desaparición de jóvenes mujeres. Los delitos de trata y reducción a la servidumbre ahora se hacen evidentes también en el trabajo rural (2).

Un negocio redondo, casi como un huevo

Nuestra Huella le vende casi el 80% de su producción a la empresa austríaca Ovoprot. Esta compañía procesa en plantas que posee en Argentina la materia prima que le compra a los Luaces y exporta gran parte de los productos que derivan del huevo. Polvo de la cáscara de huevo, yema en polvo y albúmina (clara) en polvo, son los principales derivados que obtienen a partir de un proceso de deshidratación similar al de la leche en polvo.

“Ellos compran a precios muy baratos acá, basados en el trabajo esclavo”, denuncia Grabois, y luego venden el producto principalmente a Europa a un precio de mercado internacional. Según un informe del diario La Nación, Ovoprot “exporta el 80% de su producción, y sus ventas representan más del 70% de lo que la Argentina exporta de huevo en polvo a multinacionales alimenticias como Kraft, Unilever, Danone y Nestlé” (3). En la página web de Ovoprot se afirma: “¿Puede el huevo hacerse perfecto?

Uno puede. Nosotros podemos. Nosotros lo hacemos. 100% huevos puros y frescos se producen diariamente con los standards tecnológicos mas altos” (4).

Las condiciones económicas generales en las que se desarrolla este tipo de trabajo esclavizante son especiales. Según Grabois, “la industria avícola está en expansión, los huevos tienen propiedades nutritivas muy buscadas por los europeos, por eso se exporta en cantidad. Estamos ante empresarios que realizan su acumulación sobre la base de la explotación de los trabajadores para poder capitalizarse, pero que aún así fracasan y terminan vendiendo sus empresas al capital multinacional. Nos vamos a encontrar con que, seguramente en poco tiempo, los siete años de explotación asquerosa que sufrieron los compañeros culmina con una empresa con un alto nivel de producción y un mercado asegurado bajo el mando de un titular de una multinacional. Esta supuesta burguesía nacional que termina entregada al capital transnacional es un ejemplo muy claro y paradigmático”.

UATRE, la fuerza del campo está en el trabajo (esclavo)

Las relaciones entre los trabajadores de granja y el gremio que los debería proteger van de mal en peor. En 2008, cuando aparecieron las primeras denuncias por trabajo infantil, fue gente de la propia UATRE (José Luis Cáceres) la que gestionó una coima para silenciar al trabajador denunciante (Oscar Taboada) y proteger de ese modo a Nuestra Huella. La Fundación Alameda registró todo en grabaciones (5).

Pasado un año, y sin que se registre apoyo sindical alguno, en agosto de 2009 trabajadores de distintas granjas de Nuestra Huella se reunieron en La Mimosa II (una de las granjas) para conformar el gremio Unión de Trabajadores de Granjas Avícolas (UTGA) con trámite de inscripción gremial iniciado. Agustín Navarro, principal activador de aquel nucleamiento sindical, recibe a los cinco días de realizada la reunión una carta en la que se le comunica que “Nuestra Huella Sociedad Anónima prescinde de sus servicios”.

El pasado 10 de febrero se realizó una audiencia en la delegación que tiene el Ministerio de Trabajo bonaerense en Pilar. Y UATRE siguió dando la nota, no sólo por afirmar impunemente allí que “son falsas las denuncias y los dichos públicos sobre trabajo infantil”, sino también por concurrir con una patota de 130 supuestos afiliados a UATRE que amenazaron a los despedidos y a la gente que los apoya. Grabois explica que “nosotros somos respetuosos de la personería gremial de la UATRE pero no podemos convalidar la connivencia que tienen con la empresa. El contacto más estrecho que tuvimos con la UATRE fue en la audiencia del miércoles (10 de febrero) cuando mandaron esa patota y decían que nos iban a pasar a cuchillo a mí y a Gustavo Vera y amedrentaban a los trabajadores que habían realizado la denuncia”.

Todos los caminos parecen cerrados para este sector de trabajadores, vulnerables a todo tipo de arbitrariedad. La participación dentro de UATRE y la protección por parte de este gremio aparece como imposible con la dirigencia actual. La creación de un gremio propio es resistida claramente por la empresa. Los funcionarios del Estado y el poder judicial son dubitativos o directamente están en contra de la libertad gremial. Por el momento la acción en las calles, la difusión de sus reclamos y la solidaridad popular aparecen como el único bastión que mantiene vivos los derechos de estos trabajadores de granjas avícolas.

Notas:
1) Ver el video que ha publicado la Fundación Alameda sobre este bloqueo: aquí
2) El abogado de la causa, Pablo Sernani, explica: “Una jueza ya dictó una reincorporación a uno de los puestos de trabajo por un amparo. En la causa penal el fiscal llamó a indagatoria por trata de personas. La reducción a la servidumbre está próxima a ser elevada a juicio. Hay más causas, pero estas son las tres principales. La reincorporación está siendo tratada en el Laboral 17, la trata de personas en el Federal 2 de Zárate-Campana y la reducción a la servidumbre en el de Garantías 2 de Campana”.
3) “La industrialización de la granja”, en diario La Nación, 2/10/2007.
4) http://www.ovoprot.com/es/home.htm
5) Sobre el final del mismo video citado antes (aquí).


http://www.argenpress.info/2010/02/argentina-tras-la-huella-del-trabajo.html

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