miércoles, 24 de febrero de 2010

¿Cuál destino?


Sobre las ruinas, hambrientos y sedientos en la soledad de las soledades, miles de niños continúan deambulan entre los escombros de Haití.

Los acecha la red de traficantes de criaturas, verdaderos chacales, como los que intentaron sacar silenciosa y clandestinamente una treintena de niños a través de la República Dominicana, con destino incierto, en una operación perversa cuyos actores permanecieron encarcelados unos pocos días.

¿Quiénes son los ladrones de niños? ¿Con qué fines lo hacen? ¿Adopción? ¿Explotación sexual? ¿Esclavitud laboral?, ¿Tráfico de órganos?

Miles de niños, que cada año desaparecen en el mundo, forman parte de las víctimas, sin que, en la mayoría de los casos, se conozca la suerte que han corrido. Detrás de todos y de cada uno de ellos, múltiples historias de dolor y de miseria.

Las guerras mundiales y las localizadas, de ferocidad inaudita, han dejado y continúan dejando en todos los continentes, errantes figuritas que deambulan sin mañana, enterrada su risa por la angustia, el desarraigo, la desesperanza y la miseria.

Los horrores de las masacres interétnicas o religiosas, se dice, pero en verdad motivada por el control de las riquezas materiales, son cotidianas en Burundi, Ruanda, Congo, Nigeria, Sudán, Eritrea, Palestina, la exYugoslavia, etc., etc.

La intervención de las fuerzas de paz de la comunidad internacional, es necesaria, pero esas fuerzas, brutas y sin escrúpulos, llevan en su interior violadores de mujeres y niños, y vulgares rateros que despojan a sus víctimas de todo lo que pueden, aunque al regresar a sus países de origen, se les reciba como héroes en muchos sitios, por la “humanitaria misión” cumplida.

Los niños y jóvenes prisioneros y los hacinados en refugios institucionales, son sometidos a vejaciones cuyas cicatrices las llevarán durante toda la vida. El tristemente médico alemán Joseph Menguele, quien fue protegido por gobiernos sudamericanos, sometía a niños en cautiverio a “experimentos científicos”, como si de conejillos de india se tratara, muerte incluida, para estudios anátomo-patológicos.

El método científico en manos asesinas se transforma en ocasiones en arma letal, como las bombas de micro fragmentación o las barotérmicas o las de baja radioactividad, que utilizan en Medio Oriente las tropas estadounidenses y sionistas.

Menguele tiene sus seguidores. Uno de los eslabones de la gavilla de ladrones de niños está formado por personal médico, de clínicas materno infantiles privadas y también estatales. Pediatras, enfermeras, obstetras, renegados de la profesión, son los que proveen a las redes de recién nacidos. ¿Quién, sino un médico cirujano, puede extraer y conservar los órganos extirpados a las víctimas, asesinadas para tal efecto?

Abismo sin fondo, inconmensurable, de la ruindad humana. La sociedad distraída, deja caer algún lagrimón si se entera, por algún resquicio de su autismo, frente a ese drama humano, sólo si le toca de cerca o si la noticia mediática llega en forma de alud, que a su paso todo lo sepulta, hasta los recuerdos.

Otro hecho que tampoco se debe olvidar, es el robo de recién nacidos de detenidas políticas durante las deleznables dictaduras militares en Sur y Centroamérica.

A las futuras madres gestantes, aprendidas a pesar de su condición, se les preservaba la vida hasta que daban a luz, para luego robarles la esperanza y el llanto del recién nacido, junto con su sonrisa de madre.

¿Qué clase de chacal es capaz de cometer tamaño crimen? Además de torturadores son secuestradores y criminales.

Ese hijo, que sentimos todas como nuestro, para ellos era un botín de guerra, como los bienes y las vidas de sus padres.

Gracias al coraje de las Abuelas de la Plaza de Mayo, cerca de 100 de unos 800 niños desaparecidos, en esas circunstancias en Argentina, han sido localizados.

Hoy, ya hombres y mujeres, muchos viven enfrentados a un pasado de dolor y cabalgando sobre los costurones de un desgarro social, que se produjo desde la mitad de los sesenta hasta mediados del ochenta, por efecto de la confrontación ideológica.

Frente a esos crímenes de lesa humanidad, que es el robo y tráfico de niños de todo tipo, no podemos quedar indiferentes. ¿No estaremos faltando al deber de crear un Tribunal Internacional de los Pueblos, para juzgar a los culpables? Siempre hay tiempo.

Fuente:
http://www.argenpress.info/2010/02/cual-destino.html

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