Por Jorge Molina Araneda
Concentración de la riqueza, empleos precarios, educación
sumamente segmentada basada en el poder adquisitivo de las familias,
raigambre familiar y un extenso etcétera… Eso es lo que ha provocado
tanta desigualdad y, por ende, una más que centenaria espera para la
movilidad social ascendente.
De acuerdo a la Fundación Oxfam en su informe Premiar el trabajo, no la riqueza (2018):
“En 2017, el número de personas cuyas fortunas superan los mil millones alcanzó su máximo histórico, con un nuevo milmillonario cada dos días. Este incremento podría haber terminado con la pobreza extrema en el mundo hasta siete veces. El 82% de la riqueza generada durante el último año fue a parar a manos del 1% más rico, mientras que la riqueza del 50% más pobre no aumentó lo más mínimo. La riqueza extrema de unos pocos se erige sobre el trabajo peligroso y mal remunerado de una mayoría”.
Además, el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) Perspectivas sociales y del empleo en le mundo. Tendencias 2018, señala que cerca de 1.400 millones de trabajadores ocuparon un empleo vulnerable en 2017, y se prevé que otros 35 millones se sumen a ellos para 2019. En países en desarrollo, el empleo vulnerable afecta a tres de cada cuatro personas
América Latina es muy desigual desde la Colonia. Parte de las brechas actuales tienen su raíz en una larga historia de sociedades elitistas, con sistemas políticos poco democráticos y modelos económicos excluyentes. Los avances que se lograron a partir de 2000 sólo han compensado la profundización de la desigualdad en la década de 1980 y 1990 que llevó a que la región consiguiera el mote de la más desigual del planeta.
En Chile, los investigadores que escribieron el libro del PNUD Desiguales: orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile, elaboraron una base de datos con los colegios y universidades en donde estudiaron los ministros, diputados y senadores desde 1990 hasta mediados de 2016. Este análisis dio como resultado que estos cargos han estado dominados por un segmento pequeño de la población, es decir, el 50 y 60 por ciento de ellos se educaron en colegios particulares pagados (actualmente menos del 8 por ciento de la matrícula nacional).
El estudio además se refiere a que la posición socioeconómica de los padres es un determinante importante de la de su prole. Se analizaron los apellidos de más de ocho millones de adultos chilenos que egresaron de la enseñanza media entre 1960 y 1990, y los asociaron a sus oficios, títulos, sexo y edad, y buscaron los que tienen más representación porcentual en las profesiones más prestigiosas y mejor pagadas: médicos, abogados e ingenieros.
El resultado se tradujo en que en la esfera prestigiosa laboral, predominan los apellidos ligados a la antigua aristocracia castellano-vasca y otros que eran comunes en los inmigrantes que se incorporaron a la elite en el siglo XIX. En las antípodas, es decir, donde no hay ningún profesional de prestigio, casi todos los apellidos son de raigambre indígena.
Eduardo Matte Pérez, bisabuelo de Eliodoro Matte Larraín, sostuvo “Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio”.
Para mayor abundamiento en cuanto a la sociedad segmentada, en general, y del Chile desigual, en particular, el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ¿Un elevador descompuesto? Cómo promover la movilidad social (2018) afirma grosso modo que como la desigualdad en los ingresos aumentó desde la década de 1990, la movilidad social se estancó; eso significa que menos gente en la parte inferior de la escalera social ha podido ascender mientras los más ricos han mantenido sus grandes fortunas. Luego, considerando los actuales niveles de desigualdad y la movilidad intergeneracional de los ingresos, el niño de una familia pobre necesitaría en promedio por lo menos cinco generaciones para alcanzar un nivel medio de ingresos en los países de la OCDE.
Asimismo, dicho informe señala que en naciones con alta movilidad social y baja desigualdad, los nacidos en familias de bajos ingresos tardarían entre tres y cuatro generaciones en acercarse al ingreso medio de la sociedad. En tanto, los nacidos en Estados de baja movilidad social y alta desigualdad, podrían requerir hasta once generaciones. En el caso particular de Chile, la movilidad social ascendente tarda en promedio la friolera de seis generaciones, es decir, 180 años aproximadamente.
Para concluir, reproduciré las palabras del economista Marco Kremerman, “Los dueños de Chile siempre ganan. Mientras tanto, en el mismo país, el “modelo” está arrojando que 8 de cada 10 trabajadores gana menos de $500.000 líquidos y, de las personas mayores de 18 años de edad, 81% están endeudadas. Entre ellas, 4,3 millones ni siquiera pueden pagar sus deudas”.
vía:
http://kaosenlared.net/chile-desigual-180-anos-de-pobreza-para-ascender-socialmente/
De acuerdo a la Fundación Oxfam en su informe Premiar el trabajo, no la riqueza (2018):
“En 2017, el número de personas cuyas fortunas superan los mil millones alcanzó su máximo histórico, con un nuevo milmillonario cada dos días. Este incremento podría haber terminado con la pobreza extrema en el mundo hasta siete veces. El 82% de la riqueza generada durante el último año fue a parar a manos del 1% más rico, mientras que la riqueza del 50% más pobre no aumentó lo más mínimo. La riqueza extrema de unos pocos se erige sobre el trabajo peligroso y mal remunerado de una mayoría”.
Además, el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) Perspectivas sociales y del empleo en le mundo. Tendencias 2018, señala que cerca de 1.400 millones de trabajadores ocuparon un empleo vulnerable en 2017, y se prevé que otros 35 millones se sumen a ellos para 2019. En países en desarrollo, el empleo vulnerable afecta a tres de cada cuatro personas
América Latina es muy desigual desde la Colonia. Parte de las brechas actuales tienen su raíz en una larga historia de sociedades elitistas, con sistemas políticos poco democráticos y modelos económicos excluyentes. Los avances que se lograron a partir de 2000 sólo han compensado la profundización de la desigualdad en la década de 1980 y 1990 que llevó a que la región consiguiera el mote de la más desigual del planeta.
En Chile, los investigadores que escribieron el libro del PNUD Desiguales: orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile, elaboraron una base de datos con los colegios y universidades en donde estudiaron los ministros, diputados y senadores desde 1990 hasta mediados de 2016. Este análisis dio como resultado que estos cargos han estado dominados por un segmento pequeño de la población, es decir, el 50 y 60 por ciento de ellos se educaron en colegios particulares pagados (actualmente menos del 8 por ciento de la matrícula nacional).
El estudio además se refiere a que la posición socioeconómica de los padres es un determinante importante de la de su prole. Se analizaron los apellidos de más de ocho millones de adultos chilenos que egresaron de la enseñanza media entre 1960 y 1990, y los asociaron a sus oficios, títulos, sexo y edad, y buscaron los que tienen más representación porcentual en las profesiones más prestigiosas y mejor pagadas: médicos, abogados e ingenieros.
El resultado se tradujo en que en la esfera prestigiosa laboral, predominan los apellidos ligados a la antigua aristocracia castellano-vasca y otros que eran comunes en los inmigrantes que se incorporaron a la elite en el siglo XIX. En las antípodas, es decir, donde no hay ningún profesional de prestigio, casi todos los apellidos son de raigambre indígena.
Eduardo Matte Pérez, bisabuelo de Eliodoro Matte Larraín, sostuvo “Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio”.
Para mayor abundamiento en cuanto a la sociedad segmentada, en general, y del Chile desigual, en particular, el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ¿Un elevador descompuesto? Cómo promover la movilidad social (2018) afirma grosso modo que como la desigualdad en los ingresos aumentó desde la década de 1990, la movilidad social se estancó; eso significa que menos gente en la parte inferior de la escalera social ha podido ascender mientras los más ricos han mantenido sus grandes fortunas. Luego, considerando los actuales niveles de desigualdad y la movilidad intergeneracional de los ingresos, el niño de una familia pobre necesitaría en promedio por lo menos cinco generaciones para alcanzar un nivel medio de ingresos en los países de la OCDE.
Asimismo, dicho informe señala que en naciones con alta movilidad social y baja desigualdad, los nacidos en familias de bajos ingresos tardarían entre tres y cuatro generaciones en acercarse al ingreso medio de la sociedad. En tanto, los nacidos en Estados de baja movilidad social y alta desigualdad, podrían requerir hasta once generaciones. En el caso particular de Chile, la movilidad social ascendente tarda en promedio la friolera de seis generaciones, es decir, 180 años aproximadamente.
Para concluir, reproduciré las palabras del economista Marco Kremerman, “Los dueños de Chile siempre ganan. Mientras tanto, en el mismo país, el “modelo” está arrojando que 8 de cada 10 trabajadores gana menos de $500.000 líquidos y, de las personas mayores de 18 años de edad, 81% están endeudadas. Entre ellas, 4,3 millones ni siquiera pueden pagar sus deudas”.
vía:
http://kaosenlared.net/chile-desigual-180-anos-de-pobreza-para-ascender-socialmente/
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