La Tierra Santa hierve. Hierve de sangre, indignación, injusticia y festejo también. De un lado, miles de palestinos levantan la voz, del otro lado, más bien desde el otro lado, les disparan y los matan. El contraste del paisaje es dantesco, porque mientras muchos palestinos conviven con la muerte.
La pobreza y la injusticia que les ocasiona la política y decisión de los israelíes, del otro lado, con lujosos coches, alta seguridad, vestidos de Armani o Versace celebran la propia desgracia de ellos, los palestinos, que hace 70 años, los sionistas israelíes les despojaron de sus tierras, para instalarse en territorios ocupados y para llamarse a sí mismos, los sionistas, el país de la tierra prometida.
Esta es la escena de cuadro impresionista que se vio este 14 de mayo, cuando Al-Quds (Jerusalén) sirvió de diana para Donald Trump, clavándole en el corazón su capricho o su grosera decisión de abrir la embajada de EE.UU. en lo que además él mismo proclamó, capital de Israel, única e indivisible.
Es capricho o insulto porque los mismos presidentes de EE.UU. anteriores a él, aunque tenían la anuencia del Congreso jamás lo hicieron. En su mirada, no le importó si incendiaba Oriente Medio, Trump usó la bandera de que su decisión de reconocer a Al-Quds como capital del régimen de Israel, traería paz.
Claro, lo estamos viendo, tan solo el día de hoy, las protestas por su grandiosa decisión, ocasionaron que los soldados israelíes mataran alrededor de medio centenar de palestinos, más aparte otro medio centenar en las protestas desatadas cada viernes de abril y mayo, más aparte los miles de heridos, protestas con las que piden sea respetado su derecho a regresar a sus tierras, como el propio derecho internacional establece, y como la propia la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoce.
Ya son más de 6 millones de refugiados palestinos con derecho a regresas a su tierra madre. Ahora, con el beneplácito de los Estados Unidos, el primer ministro Benjamín Netanyahu, le pide a todos los países del mundo que trasladen sus embajadas de Tel Aviv a Al-Quds, pisando por completo lo que acordó el mundo en 1980 en la resolución 476 y 478 de la ONU, que condena a Israel e invalida su ley con la que proclamó Al-Quds como su capital eterna, indivisible y única.
“La ONU condena enérgicamente, la Ley de Al-Quds donde el régimen de Israel declaró unilateralmente la ciudad Al-Quds como su capital eterna e indivisible. La resolución pide a los Estados miembros de la ONU retirar sus embajadas de esa ciudad”, reza la resolución 478. Pero, hoy EE.UU., la hija del presidente pelirrojo, Ivanka Trump. dijo esto: “En nombre del 44 presidente de EE.UU. de América, les damos la bienvenida, oficialmente y por primera vez, a la embajada de EE.UU. aquí en Al-Quds, la capital de Israel”.
Insisto, el contraste es abismal, desde Gaza y Cisjordania se escucha que esta tierra será recuperada. “Hemos esperado 70 años por Al-Quds. Si hay que esperar a que se vaya Trump para que se nos reconozca nuestro derecho soberano en esta parte de la ciudad, lo haremos”, canta Nabil Shaat, asesor de Exteriores de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Otros más gritan con desesperación las balas que han llevado la vida de sus hijos o hermanos este mismo 14 de mayo. ¿La paz se aleja o la paz se acerca, usted qué cree?
En Detrás de la Razón, nosotros preguntamos, los analistas contestan y usted en su casa concluye. Y si la realidad hace lo que quiere, entonces nosotros volveremos a preguntar. Lo importante es detectar las aristas que no nos dicen. El análisis, las preguntas y respuestas a las diez treinta de la noche, desde los estudios de Teherán; Londres, seis y Madrid, siete de la tarde; México, doce del día, y Colombia, una de la tarde.
Por Roberto de la Madrid
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