John Saxe-Fernández
Hay varios procesos abiertos en Estados Unidos que de consolidarse amenazan no sólo a quienes buscan legalizar su situación en ese país, sino a la sobrevivencia de las especies, la nuestra incluida, ante la amenaza del unilateralismo belicista del aparato militar-industrial que arriesga una guerra nuclear y/o la irreversibilidad climática catastrófica vía la incalificable irresponsabilidad ambiental del negacionismo climático del big oil, adoptado por Donal Trump. Al tiempo que el gobierno estadunidense exige la desnuclearización de Corea del Norte, aprueba todo un programa para el negocio de la guerra nuclear limitada centrado en contratos para construir armamento nuclear utilizable. Para colmo da luz verde a un vasto programa de perforación petrolera a diestra y siniestra. Frente al complejo bélico-industrial y el capitalismo fósil (A. Malm, 2016), nada mejor que reconocer los límites planetarios de la acumulación capitalista. Es necesario, como advierte Bolívar Echeverría, “avanzar hacia la generalización de una forma de bienestar todavía inédita, que está por inventarse y que tendrá que inventarse sobre la marcha misma del proceso de emancipación” (Crítica a la modernidad capitalista, Vicepresidencia, La Paz, Bolivia. Mis cursivas).
Recordemos que si la temperatura global llega a dos grados centígrados de aumento (desde la era preindustrial), como advierte Charles Mann, se desatan procesos en que los niveles marítimos al alza se medirán en metros y ya se registra un aumento de casi 1.5 grados centígrados, por lo que sobre las urbes en las costas del mundo está en curso la amenaza de inundación. La aceleración de la elevación de los niveles oceánicos, con grave afectación en los años 2050, a sólo 32 años, impacta al sector de hipotecas (operan a 30 años) y de los seguros en bienes raíces. El big oil y su derecha ponen en riesgo al mundo, a Estados Unidos empezando con la costa este, con miles de plantas tóxicas: químicas, nucleoeléctricas, farmacéuticas, militares, petroleras, a relocalizar junto a los inmensos corredores urbanos del orbe.
La posposición de toda regulación de los gases efecto invernadero (GEI), o sea, el negacionismo por décadas impulsado por el big oil, es también gran amenaza existencial. Esto no es cuento chino como dice Trump. En Nueva York ya está presente en lo legal, metropolitano y estatal. The Guardian (10/1/18) informa que Bill de Blasio, alcalde de la ciudad de Nueva York (CNY) plantea el retiro en los próximos cinco años de las inversiones en los combustibles fósiles (CF) de los fondos de pensión de los trabajadores del servicio municipal. Unos 5 mil millones de dólares (mmd) de fondos estimados en 189 mmd. Dijo que CNY está de pie, apoyando a las generaciones futuras. Es la primera gran ciudad estadunidense en retirar nuestros fondos de pensión de los CF.
De Blasio agregó que llevaría la pelea contra el cambio climático directamente a las compañías fósiles que a sabiendas de los impactos (de los GEI), intencionalmente confundieron al público para proteger sus ganancias. Como el colapso climático antropogénico (CCA) continúa empeorando, la codicia de las compañías fósiles nos lleva a exigir que apoyen el costo de hacer la urbe más segura y resistente.
La demanda contra BP, Exxon/Mobil, Chevron, ConocoPhillips y Shell, es por su contribución al cambio climático. Los documentos de la corte indican que CNY ha sufrido inundación y erosión debido al CCA y enfrenta amenazas futuras por lo que busca colocar los costos de proteger la ciudad de los impactos del cambio climático sobre las compañías que han hecho todo lo que han podido para crear esta amenaza existencial (Ibidem).
Andrew Cuomo, el gobernador de Nueva York, anunció que los fondos de pensión de los trabajadores del estado también retirarían su inversión en los CF. El NYT informó que según Clara Vondrich de la campaña Divest, cientos de inversores institucionales han retirado más de 5.5 billones de dólares (5.5 trillions) de inversiones en los CF. Entre otros llama la atención que el Fondo Hermanos Rockefeller retiró su inversión en Exxon. El problema es mundial. CNY es parte de un corredor metropolitano de 400 kilómetros, de Boston a Washington, BosWash, con unos 50 millones de habitantes.
La marcha ya está en curso y no sólo responde al ¿cómo debemos vivir?, sino también, como dice Gunther Anders, al interrogante del ¿viviremos?, asunto de honda vinculación con lo anterior. Además del riesgo creciente de holocausto nuclear, se sabe que por la cantidad acumulada de GEI en la atmósfera, con sólo un aumento de la temperatura global de un grado centígrado desde la era preindustrial ya se acelera el derretimiento de polos y de los glaciares del orbe. Los impactos del CCA que acarrea la modernidad capitalista, expresados en niveles oceánicos al alza, amenazan, como advierte James Hansen, la persistencia de uno de los puntales de la civilización humana: la estabilidad y permanencia de las líneas costeras.
jsaxef.blogspot.com
vía:
http://www.jornada.unam.mx/2018/01/18/opinion/022a1eco
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