Juan Manuel Karg *
Bajo estado de sitio, que suprime las garantías constitucionales y en medio de violentas represiones policiales, Honduras continuaba ayer cargando dudosos datos de la elección presidencial del domingo pasado, casi una semana después de la votación.
Las protestas contra el Tribunal Supremo Electoral comenzaron el jueves, cuando por primera vez la tendencia, anunciada a comienzos del lunes, cambió: Juan Orlando Hernández comenzaba a superar misteriosamente a Salvador Nasralla, quien se anunciaba nuevo presidente electo de Honduras y ya había recibido el saludo del tercer candidato en cuestión, el liberal Luis Zelaya, además de presidentes latinoamericanos, entre ellos Evo Morales Ayma.
La posibilidad de fraude había sido anunciada una y otra vez por observadores y analistas que siguieron los comicios dentro y fuera de aquel país. Incluso, la agencia francesa Afp, a la que nadie podría tildar de partidaria de Nasralla, había destacado esa posibilidad el sábado previo a la elección, en un informe audiovisual en el que se presentaba el testimonio de diversos hondureños de a pie. Por este escenario el ex presidente Manuel Zelaya Rosales, quien fue depuesto por un golpe de Estado en 2009, pidió el viernes que se cuenten todas las actas en presencia de todos los sectores políticos, seguro del triunfo de Alianza, el amplio espacio político que se unificó contra la relección de Juan Orlando Hernández.
Pero todo se agravó: Hernández no solo hizo caso omiso a ese pedido, sino decretó estado de sitio. Las imágenes que circulan en videos amateur son elocuentes: gases lacrimógenos cayendo cerca de periodistas, torturas a detenidos en protestas y tanques por doquier en las calles. La impunidad de quien decide quedarse a como dé lugar. Y, sobre todo, silencio internacional: los grandes medios continentales, aquellos que cubrían minuto a minuto -aunque de modo parcializado, claro– lo que sucedía en Venezuela hace apenas meses, ahora hacen mutis por el foro ante el cuadro que se despliega en Tegucigalpa, San Pedro Sula y otras ciudades. El presidente de la república y el presidente del Tribunal Supremo Electoral son los principales culpables, declaró Nasralla sobre lo sucedido.
Párrafo aparte merece la dubitativa actuación de las instancias regionales latinoamericanas y sudamericanas, amesetadas por el cambio de color político en algunos países del Cono Sur. No han actuado y no parecen dispuestas a hacerlo. La doble vara de algunos es evidente: el autodenominado Grupo de Lima, que una y otra vez expresó preocupación por la situación en Venezuela meses atrás, no puede emitir palabra, porque precisamente Honduras, el Estado de Juan Orlando Hernández, es uno de sus integrantes.
El horror después del fraude ha llegado a Honduras. Lamentablemente, en forma de estado de sitio. Y será por 10 días más, de acuerdo con la disposición. Juan Orlando Hernández y la derecha regional parecen dispuestos a todo para no perder un país estratégico de Centroamérica.
* Politólogo UBA/analista internacional
Twitter: @jmkarg
vía:http://www.jornada.unam.mx/2017/12/03/opinion/024a1mun
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