Juan Fal *
Muchas cosas cambiaron desde la llegada de Mauricio Macri al gobierno argentino. Una de ellas ha sido el cambio en el rol que el Estado ocupa en el desarrollo científico-tecnológico. Hemos pasado de un Estado que impulsó la fabricación de satélites y radares al desarrollo del emprendedurismo, algo así como tú puedes. Tomando a patadas todo lo que se conoce, como los casos exitosos en materia de desarrollo económico, el gobierno macrista viene impulsando, desde que asumió, el desmantelamiento de todo lo que se había logrado en materia científico-tecnológica. Están yendo contra el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas (Conicet), contra la fábrica de satélites Arsat y cuanto proyecto en esa línea se haya gestado durante la anterior administración.
Se acaban de conocer los números del presupuesto nacional 2018, los cuales confirman lo que el macrismo viene impulsando en relación con el desarrollo científico nacional: la reducción del aparato científico-tecnológico. El Ministerio de Ciencia y Técnica, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, la Comisión Nacional de Energía Atómica y la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud recibirán nuevos recortes presupuestarios (a los que se suman los de los últimos dos años). Desde el inicio de la gestión hasta la actualidad se contabiliza una caída real de 17 por ciento promedio en estos diferentes institutos y centros de investigación, núcleo central del desarrollo de la ciencia y la tecnología en el país. La expresión más clara de los recortes se materializa en la paralización de diferentes tipos de programas y proyectos, mientras que hasta el momento no se han podido observar grandes olas de despidos en esas áreas.
El caso paradigmático lo representa la política llevada adelante por el gobierno en relación con Arsat, empresa estatal argentina encargada de la fabricación de satélites. Hasta el momento se han dado dos grandes pasos en relación con ese sector, lo que supone la firma del acta de defunción de la empresa. El primero fue supeditar los intereses estratégicos de Arsat al de las grandes corporaciones, permitiendo que 14 satélites extranjeros den cobertura en Argentina compitiendo con Arsat. El segundo, el avance de la privatización. A mitad de año, el nuevo presidente de Arsat y los representantes de la empresa norteamericana Hughes firmaron una carta de intención para crear una nueva empresa, cuyo capital accionario se repartirá en 51 por ciento para Hughes y 49 por ciento para Arsat, otorgándole de esa manera el control de la empresa al accionista mayoritario. Es decir, Hughes se quedará con el control de la empresa y de la actividad satelital.
Arsat es un caso muy exitoso en la fabricación de satélites en el mundo, fundamentalmente en lo que refiere a países de ingreso medio con serios y fuertes de problemas de desigualdad económica. Sin duda, un excelente ejemplo en relación con la incubación y desarrollo de una empresa estatal en materia de ciencia y tecnología. Queda muy claro que la intención del gobierno macrista es desarticular todo intento de desarrollo del aparato científico-tecnológico, en una clara vinculación con la política impulsada por el Departamento de Estado de Estados Unidos en la región. El macrismo, pese a sus esfuerzos por aparecer encarnando la modernización en materia de desarrollo económico, no trae nada nuevo más que un proyecto que atrasa económicamente y excluye a las grandes mayorías. No hay posibilidad de desarrollo económico sin impulsar la ciencia y la tecnología, algo que el macrismo vino a clausurar, de la mano del emprendedurismo.
* Doctor en estudios latinoamericanos, UNAM. Coordinador de la licenciatura en economía política, Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina.
vía:
http://www.jornada.unam.mx/2017/10/15/opinion/026a1mun
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