domingo, 3 de septiembre de 2017

Palestina-Israel-Brasil: Tráfico de órganos








El tráfico de órganos se presenta como la expresión más abominable de la guerra y del empobrecimiento de distintas zonas del mundo. La donación de órganos es un asunto muy polémico en todo el mundo. Cada país tiene su propia política y sus estrategias de concientización sobre este tema. Pero en zonas de conflicto, donde la vida humana es atacada cada día, existen grupos delincuenciales que ven una oportunidad de lucro. Existen datos concretos sobre redes de tráfico, nucleados a ciudadanos israelíes, que pueden conocerse: La Policía turca ha arrestado a un israelí por vender órganos humanos de refugiados sirios en la ciudad de Estambul. Boris Walker, también conocido como Boris Wolfman, fue arrestado por llevar a cabo operaciones quirúrgicas ilegales a refugiados sirios en clínicas del país euroasiático. Los clientes de la red recibían un órgano a cambio de pagar entre 70.000 y 100.000 euros, según la acusación dirigida contra él. Por el contrario, los refugiados sirios que donaban los órganos recibían una cantidad muy baja. Wolfman había estado buscado en el pasado por la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) por tráfico de órganos. Había puesto anuncios en periódicos rusos para encontrar a potenciales donantes, a los que no explicaba los riesgos físicos y psicológicos que corrían y a quienes negaba cualquier información necesaria antes de tomar su decisión. Entre los años 2008 y 2014, Boris Wolfman fue acusado de tráfico de órganos humanos en Kosovo, Azerbaiyán y Sri Lanka. Entre esos años formaba parte de otra red, dirigida e integrada por siete israelíes, y llevó a cabo ‘decenas de operaciones’, según fuentes del ministerio de justicia israelí. Esa red explotaba la necesidad económica de los donantes y la angustia de los receptores para ganar grandes cantidades de dinero. Uno de los miembros de la red, Avigad Sandlar, visitaba a pacientes en Palestina ocupada para proponerles la adquisición de órganos de personas residentes en Kosovo, Azerbaiyán y Sri Lanka. Otro tercer inculpado, Moshe Harel, actuaba también en Kosovo con un médico turco, Yusuf Ercin Sonmez. Un cuarto miembro era el doctor israelí Zaki Shapira, considerado experto en materia de trasplantes de órganos y jefe de servicio hasta su jubilación en 2003 del hospital de Beilinson, cerca de Tel Aviv, para este tipo de intervenciones. La red de Brasil: También el año pasado, otro israelí, Gadelya Tauber, fue detenido en la ciudad brasileña de Recife (noroeste). Estaba considerado jefe de una red israelí implicada en el tráfico de órganos humanos y estaba en situación de búsqueda y captura desde 2009, cuando fue arrestado en Italia y logró huir. Tauber llegó a bordo de un vuelo procedente de São Paulo (Brasil) y fue detenido por policías brasileños. Durante cuatro años, Tauber circuló libremente por varios países como Israel, EE.UU. y Canadá, cambiando frecuentemente de residencia. Según los cargos que constan contra él, el israelí organizó desde 2002 una red de tráfico de órganos a partir de Brasil. Engañó a 47 brasileños de barrios pobres de Recife y Pernambuco para que le vendieran sus órganos. Estos últimos eran enviados al hospital de Sant Agostini, en Durban (Sudáfrica), donde se les extraían órganos que eran trasplantados a pacientes israelíes, que esperaban sobre todo un riñón. Las víctimas firmaban una falsa declaración en la que se afirmaba que los destinatarios de esos órganos pertenecían a su familia.

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