La competitividad, base por la cual se rige el sistema, fomenta y
fomentará la apatía y el desanimo, lo que conllevará distinta
enfermedades que irán mermando y empeorando en el tiempo de forma más
aguda las capacidades de los individuos menos útiles y adaptados al
sistema. La falta de esperanza - que no seguridad- en un futuro donde la
oportunidad para sobrevivir y trabajar es cada vez más intensa,
conlleva la abulia y la impotencia, lo que desencadena un sentimiento de
culpa que deja anulado y dependiente al individuo que queda fuera del
sistema. Es por lo tanto un individuo que no produce pero consume una
cierta cantidad de recursos y que no podrá competir en el mercado
laboral porque sus facultades se irán reduciendo a medida que pase el
tiempo.
En efecto, la meritocracia supone una nueva organización social que
aumenta la división entre los poseedores y desposeídos y fractura por
completo a la sociedad de los gobernantes y gobernados en nuevas castas y
clases sociales.
vía:
No hay comentarios:
Publicar un comentario