Daniel Ríos Rocha
Rebelión
La reciente declaración del EZLN de participar en las elecciones de 2018 con una candidata independiente indígena, ha cimbrado más que a nadie, a la izquierda electoral. Como es sabido, la derecha neoliberal es compacta, su programa está escrito en el Departamento de Estado norteamericano y sus alianzas están definidas a largo plazo. Si bien es cierto que hay una gran posibilidad de que dicha candidatura sea sólo testimonial, puede ser un revulsivo de la candidatura de Andrés Manuel López Obrador y de MORENA.
Es de celebrar que por fin y después de muchos años, dos elecciones presidenciales saboteadas y el descredito político, el EZLN haya hecho el “necesario análisis concreto de la situación concreta”, si desde 1994 los neo-zapatistas lograron atraer la atención internacional, y poner en la discusión nacional la deuda histórica del país con las comunidades indígenas, también es cierto que en la última década, habían entrado en un espiral de franca irrelevancia nacional, manteniéndose sólo como un referente moral para una parte de la intelectualidad de café mexicana, y ciertos sectores de la llamada izquierda radical.
Como cualquier partido político que juegue bajo las reglas de la democracia liberal representativa, el EZLN pondrá a la discusión nacional su agenda ya conocida (traicionada en los Acuerdos de San Andrés), no creo que le alcance para más. Lo importante es que se abre una posibilidad para de una vez por todas, abrir la discusión real al interior de MORENA, de su democracia inexistente y la torpeza con la que se ha manejado Obrador desde las movilizaciones contra el fraude electoral de 2006.
Habrá que esperar para saber si el EZLN ha aprendido la enseñanza política de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército del Pueblo (FARC-EP), ya que la guerrilla más longeva del continente, partiendo de un análisis concreto, ha decidido transitar a la vida política legal, sabedores que es más efectivo transformar las condiciones de millones de colombianos desde la legalidad política, cimbrando con esto a la clase narco-política colombiana. Por ejemplo, imaginar una bancada indígena legislando en el Congreso, abonaría en la resolución de las demandas de 10 millones de mexicanos que se reconocen como indígenas en el país.
En el escenario nacional, MORENA y su candidato presidencial, se habían autonombrado los garantes de los valores de la izquierda en este país. El reciente movimiento del EZLN cuestiona esto, y obliga al tabasqueño a sentarse a dialogar con los movimientos sociales (indígena, campesinos, sectoriales), referentes regionales y locales, respaldarlos efectivamente y no solo declarativamente, ceder espacios y buscar alianzas donde hasta hace unos días el tabasqueño no tenía en su radar. Como en 2006, se abre una posibilidad para hacer presa de los movimientos sociales la candidatura de la izquierda electoral, con un atenuante, esta ocasión no habrá simpatizantes zapatistas saboteando y satanizando la campaña electoral, ya que estarán quiero creer, trabajando en favor de su aspirante presidencial.
Al día de hoy, AMLO no tiene otra posibilidad de acceder a los Pinos. Es poco probable una reconciliación con el PRD, el PT y Convergencia no garantizan los votos necesarios para ganar la presidencia y MORENA si va solo, no le alcanza. Si AMLO es tan miope o no se quiere dar cuenta de esta situación, desperdiciara la última oportunidad de iniciar un largo y lento proceso de reformas radicales en favor de los 60 millones de pobres del país. Si es tan necio como en los últimos 10 años, asistiremos a un proceso de larga duración de consolidación y dirección hegemónica del bloque neoliberal iniciado en los años ochenta del ciclo pasado en México.
Aunque después de 10 años, el tabasqueño se ha ido moderando en sus declaraciones y su actuar político (quizá para hacerles saber a la mafia del poder y a Washington que pueden confiar en él), enfrente tiene una clase política igual o más torpe que él, con un plus, tienen un hambre de poder sin precedentes, aunado a la corrupción rampante que impera en todos los niveles de gobierno. Esto posibilita que al día de hoy, el Peje sea un serio aspirante a ocupar Palacio Nacional. Considero que esta posibilidad pasa por que haya un cambio en su estrategia, su equipo de asesores y en el propio AMLO, que no se enteran que hay un país en llamas y no es solamente organizando comités de apoyo o electorales, bajo la más grosera lógica demo-liberal, como podrá acceder a iniciar el asalto de las instituciones.
De 2014 a la fecha, año que obtiene su registro legal, MORENA ha ido en picada como referente de la izquierda electoral –el mismo acto de convocar a un gran partido que aglutine a las fuerzas progresistas del país bajo los designios de un gurú, no auguraban buenos vientos-. Maquiavelo, Lenin y después Gramsci, nos han enseñado que un partido político –instrumento del pueblo-, no se crea por decreto, sino que es producto de la lucha diaria, acompañando al pueblo en sus luchas locales y nacionales, en un continuo avance y retroceso, sus militantes se forjan al calor de la batalla y las dirigencias son reconocidas por las bases, las bases son las que respaldan a sus dirigencias. Desafortunadamente, pareciera que MORENA es producto de una necesidad electoral, la necesidad de poder participar en las elecciones presidenciales de 2018 dada la ruptura entre AMLO o más específico, su desacuerdo con la tribu de los Chuchos por quien controlaba al PRD.
En dos años se han cometido muchos errores, pero eso no significa que se abandone lo poco que se a construido y decir “a la basura todo, todo está mal”. Hacer política también es construir con lo que se tiene y a partir de los instrumentos que se cuenta. La militancia de MORENA, las bases, los que van casa por casa dejando un volante, los militantes honestos que buscan un verdadero cambio en el país junto con la estructura media del partido, son los que tienen la tarea de armar la revuelta al interior del mismo. Si MORENA quiere ser un verdadero partido de izquierda, debe someter a la opinión de las bases a todas sus dirigencias, hacer la crítica radical el actuar de su dirigente máximo, sin el miedo a quedar fuera del reparto de funciones o la expulsión del incipiente órgano político.
vía:
http://rebelion.org/noticia.php?id=218208
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