Iván Restrepo
En Yucatán se quejan de que los años pasados el calor ha sido insoportable. Igual en Sonora, Sinaloa, Nuevo León y Tamaulipas. También en España, India, China, Japón, el sudeste de Asia, Italia, Medio Oriente y el continente africano. Aquí y allá los termómetros marcan temperaturas extremas. El pasado julio fue el más caluroso del planeta desde que se iniciaron los registros, en 1880. Los informes recientes muestran que vamos de mal en peor. Si en 2014 se establecieron marcas históricas en la generación de gases de efecto invernadero e incremento global de las temperaturas, se rebasaron en 2015. Ello explica en muy buena medida por qué el hemisferio norte tuvo la primavera con las temperaturas más altas que se recuerden. A la par, las concentraciones de dióxido de carbono (CO2), metano y protóxido de nitrógeno –tres de los principales gases que provocan el efecto invernadero– alcanzaron nuevos máximos el año pasado.
Todo esto y más se encuentra en el reciente informe sobre el clima que anualmente elabora la Agencia Nacional de Océanos y Atmósfera de Estados Unidos (la NOAA, por sus siglas en inglés), en el que participan 450 científicos de todo el mundo. Además, se advierte a los gobiernos, organismos internacionales y población en general que habrá más sequías e inundaciones y seguirá el deshielo de los casquetes polares; que el nivel de los océanos está 70 milímetros por encima del de 1993. También, que cerca del Ecuador el número de tormentas superó el año pasado la media anual de 1981-2010. Respecto a la temperatura del Ártico, fue 1.2 grados superior a la de esos mismos años.
Siguen las malas noticias: el fenómeno cíclico de El Niño de 2015 es el más intenso registrado desde mediados del siglo pasado. Según la NOAA, éste y el calentamiento global influyeron decisivamente para superar por primera vez en más de un grado centígrado la temperatura media de la etapa preindustrial, en el siglo XVIII. Respecto de 2014 (que se tenía como el de máximo aumento), el incremento alcanzó 0.1 grados centígrados. Todo indica que el presente año las cosas serán peores, pues los siete primeros meses son los más cálidos en décadas.
Para México, con más de 11 mil kilómetros de litoral marino, resulta importante otro dato del último informe de la NOAA: el nivel de las aguas oceánicas sube gradualmente en el planeta. Se estima en unos 3.3 milímetros por año. Sin embargo, el aumento es más rápido en ciertos puntos del Pacífico y del Índico. Los especialistas advierten que ese avance tierra adentro podría acelerarse en el futuro próximo con el derritimiento progresivo de los glaciares y los témpanos. No está de más advertir el peligro que ello significa para los asentamientos humanos, las actividades industriales, comerciales y los servicios, el comercio internacional de mercancías y pasajeros. Y no sólo de los países pobres, sino para las grandes potencias.
Tampoco 2015 fue nada bueno para los glaciares de las montañas, ni para cientos de miles de familias que viven de la pesca. Un ejemplo: las aguas más calientes de los océanos propiciaron, entre otros efectos negativos, la propagación de algas que afectaron la vida marina y las pesquerías en el Pacífico norte, desde California hasta la Columbia Británica, en Canadá.
Apenas en diciembre pasado, los 195 países presentes en la Cumbre del Clima de París firmaron un compromiso histórico para mantener el aumento de las temperaturas por debajo de 2 grados con respecto a los niveles preindustriales. Igualmente, redoblar los esfuerzos para limitarlo a 1.5 grados. México fue uno de los primeros en presentar sus objetivos y metas, a fin de hacer realidad dicho compromiso. Con base en los informes recientes sobre la generación de gases de efecto invernadero y una de sus consecuencias (el calentamiento global), cabe preguntar si finalmente las instancias oficiales, el sector empresarial y el legislativo pusieron ya en marcha las medidas necesarias, y urgentes, para proteger las poblaciones, las actividades económicas y la infraestructura pública y privada ubicadas en los litorales marinos del país. O si continuamos como siempre, es decir, sin ninguna.
vìa:http://www.jornada.unam.mx/2016/08/29/opinion/020a1pol
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