Juan Carlos Ruiz Guadalajara
Adolfo Hitler regresa con fuerza a la escena pública y comienza a cabalgar por Europa montado en las nuevas ediciones de Mi lucha ( Mein kampf). Sin embargo, debemos preguntarnos si realmente se encontraba ausente. Una mirada hacia el cine, la televisión, la novela de ficción y la conciencia del Holocausto nos muestra que evidentemente no. Lo mismo encontramos al analizar la influencia de su ideario en la formación de grupos neonazis, principalmente en Europa. Quizá lo que alimentó por décadas una sensación artificial sobre la ausencia de Hitler fue su condición de soterrado y proscrito, misma que hizo de la lectura de Mi lucha una práctica clandestina, transgresora y hasta vergonzante. Mas ahora el libro considerado maldito se ha convertido en récord de ventas en Alemania y Portugal. ¿Cómo explicarlo? ¿Tenemos que preocuparnos por ello?
El proceso que ha seguido Mi lucha en la historia de los libros proscritos es inquietante. Hitler lo escribió en dos partes: la primera durante su reclusión en la cárcel de Landsberg, en 1924, donde purgó una condena por el intento de golpe de Estado nazi de 1923; la segunda la escribió ya libre. Entre la primera edición de 1925 y la llegada de Hitler al poder en 1933, Mi lucha había vendido 241 mil copias; en 1939 la cifra era de 5 millones 200 mil copias, y al terminar la guerra circulaban más de 12 millones de ejemplares. A esto se suman las múltiples traducciones que en aquel periodo se realizaron y que hablan de su extendida influencia. En Italia, por ejemplo, Mussolini impulsó la edición de Mi lucha en 1934. En España se hicieron varias ediciones en los años 30.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial los derechos de autor del libro quedaron en poder del Ministerio de Finanzas del estado alemán de Baviera por 70 años, mismos que acaban de expirar el pasado 1º de enero, volviendo la obra de forma legal al dominio público. Y digo legal, pues en esas siete décadas Mi lucha circuló no sólo en los miles de ejemplares que sobrevivieron a la guerra, sino en esporádicas ediciones no autorizadas de diversa calidad, y en las pasadas dos décadas en Internet, todo ello en infinidad de lenguas, incluido el hindi. El texto, por tanto, siempre ha estado disponible. Sin embargo, su liberalización ha sido aprovechada por diversos editores europeos con intencionalidades muy diferentes, e introduce un fuerte dilema ante el crecimiento de las migraciones, la xenofobia, el racismo y la homofobia.
En Alemania, por ejemplo, el Instituto de Historia Contemporánea de Múnich asumió una estrategia preventiva para enfrentar la inevitable irrupción de Mi lucha en el mercado editorial formal. Para ello preparó una edición crítica con más de 3 mil 500 notas, que salió a la venta el pasado 8 de enero. En tres semanas volaron 24 mil ejemplares y al día de hoy es el libro más vendido, algo insólito si pensamos en el mal escritor que era Hitler y en los 59 euros que cuesta esta edición (mil 200 de nuestros devaluados pesos). Todo indica que los compradores son académicos y clase media, y que los alemanes siguen necesitados de encontrar respuestas a la aberración del nacionalsocialismo que vivieron y mayoritariamente sustentaron sus padres y abuelos. En contraste, en Italia tenemos el provocador marketing del morbo y la ignorancia por parte de Il Giornale, periódico derechista y con posturas de ataque a los migrantes: el pasado 11 de junio lanzó la edición masiva y de bajo coste de un paquete con dos libros, uno de ellos Mi lucha. El paquete se distribuyó a escala nacional en puestos de periódico y se agotó en tres días, no sin antes haber provocado en toda Italia reacciones críticas sobre la pertinencia de divulgar de esa manera este monumento al odio.
¿Puede Mi lucha convertirse en renovada inspiración del nacionalismo racista? Quien lo lea verá que el libro no se agota en estos temas, y que muchas de las ideas más espeluznantes que Hitler desarrolló hoy son practicadas en países presuntamente democráticos, sin tener la certeza de que ello suceda por su influencia. Conviene compartir, como ejemplo, las siguientes palabras de Hitler que muchos mexicanos sentirán como radiografía del autoritarismo político que los aplasta: La capacidad de asimilación de la gran masa es sumamente limitada y no menos pequeña su capacidad de comprensión; en cambio, es enorme su falta de memoria. Para Hitler esa gran masa era un hato de ingenuos y crédulos, por ello consideró la propaganda y el control de los medios como las armas más poderosas de dominación y construcción de hegemonía política, idea que se ha convertido en el catecismo de las élites político-empresariales de países con déficit democrático como el nuestro.
Ahora que circulará sin ambages, lo verdaderamente importante será la lectura crítica de Mi lucha para descifrar toda la violencia y delirio de su ideario, así como su peligrosa continuidad entre nosotros. Odio, racismo, antijudaísmo, anticomunismo y supremacismo ario no fueron expresiones simuladas de Hitler, sino afirmaciones explícitas que anunció al mundo en 1924 en Mi lucha, y que le granjearon una extendida admiración en muchos países de Europa y América. La previsible difusión del libro permitirá a muchos lectores establecer que las preguntas más delicadas no están en lo que ya sabemos del personaje, sino en aquello que la conciencia histórica europea evita enfrentar a toda costa.
vìa:
http://www.jornada.unam.mx/2016/07/09/opinion/014a1pol
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